El Diario de "M"

Buscando el momento perfecto 

(o el miedo a la familia)

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Escrito por Karla Guajardo

Antes de ir a México, el doctor me mandó algunas instrucciones, entre ellas me preguntó si me cuadraba la fecha del  7-8 de marzo, obviamente le dije que sí. Pensé de inmediato que mi “Día D” coincidiría con el Día Internacional de la Mujer y esto, para mí, no podía significar más que un buen inicio. Todo comenzaba a ser tangible.

Estuve cinco semanas de visita en casa de mis padres, la que considero también mi casa, aunque sólo la vivo durante mis vacaciones.

Cuando llegué, mi madre tenía tres meses de haberse operado la rodilla. Supongo que  ahora deberá caminar sin dolor y podrá ser más ágil, pues ya ha pasado un poco de tiempo y sigue en la fisioterapia.

Pero ahí estaba yo, tratando de integrarme a la vida cotidiana de la familia con la clase de natación de la sobrina que está por cumplir dos años.

Al principio no me rechazó, aunque tampoco sabía quién era yo. Me presenté y entonces no dejó de llamarme tía. Es la primera vez que siento esas tres letras que me llegan al corazón. Tal vez porque aunque es mi sobrina es como una extensión de mí, o  porque es con la única sobrina que puedo hacerla casi mi hija.

Me encantó verla en su clase y lo despierta que es. Repite todo lo que escucha y construye frases muy cortas. La primera que escuché fue: “tía aquí toy”.

Pasarían 10 días antes de Navidad, misma que estaba planeada para pasarla en tres, pero al final una prima con su esposo y el perro de ambos se nos unieron.

En estos días estaba explorando el terreno para saber cómo y en qué momento iniciaría mi conversación.

Hace un par de años, cuando comencé a cuestionarme el hecho de ser mamá sola o no, me abrí un poco con mi prima, ya que ella había pasado por una FIV con resultado negativo. En sus palabras, fue mucho desgaste emocional que terminó en divorcio.

También tuve unos largos minutos de conversación íntima con mi hermano y como se sentía él en su vida de familia. Me contó lo maravilloso de ser papá y cuanto lo estaba disfrutando, a pesar de sus altibajos familiares que ha aprendido a lidiar con paciencia.

Ya en confianza me aconsejó de calmar mi vida aventurera y dedicarme a estar con una persona para formar una familia, pero que debería hacerlo ya y no dejar pasar más tiempo. Hasta pensé en contarle lo que estaba haciendo, pero no lo hice.

Me llegó la regla y, tal como lo indica el protocolo, al tercer día comencé la terapia preparativa, que consistía en tomarme una pastilla anticonceptiva diariamente. Esto lo hacía en un horario en que nadie me viera. El siguiente paso, afortunadamente, sería a mi regreso en Italia.

Con el paso de los días, entre pláticas, comentarios y sobremesas quise tener un cuadro de la idea que tenía la familia de las madres solteras. Tenemos algunas experiencias en la familia con primas que son madres solteras por diferentes razones y a diferentes edades. Incluso una de ellas se convirtió en madre soltera a los 18, donde se repitió a sus 30 y otra a los 40. (Ahí me cuestioné, cuánto somos capaces de ver la vida “injusta” a manera personal, pero en realidad somos nosotros quienes forjamos nuestro destino. Por eso decidí emprender esta búsqueda).

Un día entre pláticas se decía que somos capaces de salir adelante como lo han hecho muchas mujeres, claro que con muchas dificultades. Otras veces se decía que era una locura crecer y educar a un niño solo, que era una tarea tan pesada que mejor evitarla. Otras veces se decía que dependía del carácter y habilidades de la madre o el padre. En fin, simplemente no logré individualizar como podría ser su postura a lo que yo ya he decidido. Entonces pasó de nuevo: Tuve miedo de decirlo.

Tuve miedo de quitarle el sueño a mi madre, tuve miedo de preocupar a mi padre y tuve miedo del sermón de mi hermano, en el caso de que lo hubiera incluido en mi anuncio. En el fondo solo quise evitar los comentarios negativos y de preocupación que se hubieran podido originar. Creo que es un momento en que tienes que estar positivo y fuerte. Ya lo mencioné antes, pero tengo muy presente las palabras de una amiga: “esto también es una prueba de resistencia para uno mismo”.

No me sentí segura de decirlo, pero estuve aún más consciente de la responsabilidad que es tener un hijo. Naturalmente no es una tarea fácil. Incluso, quienes lo saben, me siguen preguntando si estoy segura de querer hacerlo.

Y si quieren saber, ésta es mi postura: Estoy segura. Este año me vuelvo, como todos, un año más vieja. Cuarenta y dos para ser exactos, tengo que hacerlo ahora antes de que pase más tiempo.

Entre las pláticas familiares, recuerdo que mi madre hizo un comentario del estilo “si tu hermano quiere otro hijo, que sea consciente de que ese hijo será mayor de edad cuando él tendrá 64 años”. Yo sólo pensé en mí y que tengo que apresurarme.

Esto no descarta que no quiera encontrar a alguien con quien compartir mi vida. Puede que suceda en un momento más adelante, pero tengo el tiempo en contra del reloj biológico.

Creo que uno de los principales temas que me preocupa al respecto, es la parte económica. Estoy consciente de ello. Tengo más de 10 años de vivir sola en Italia, de los cuales, sólo un año he trabajado con contrato y un salario mensual. El resto he sido libre profesionista, así que me he buscado la vida con las diferentes habilidades que he desarrollado.

Eso sí, nunca ha sido fácil, pero ahora estoy acostumbrada. A veces pienso que sería más fácil tener un trabajo de oficina, otras veces pienso lo mucho que disfruto mi libertad y lo bonito que es gestionar el tiempo a mi gusto.

He trabajado muy duro siempre y a veces hasta me considero adicta al trabajo, “workholic” que le llaman, y no me cuesta mucho hacer ciertos sacrificios. No soy consumista, no derrocho el dinero y soy buena administradora.

No me considero irresponsable. Tengo varios planes en mi cabeza que ya están en marcha, que son la clave para una estabilidad económica asegurada. Puedo parecer una persona tranquila, incluso ingenua, pero no irresponsable.

Me estoy forjando un futuro en México, porque estoy perfectamente consciente que en Italia será imposible crecer un hijo sola, además me parece injusto, si llega, estar lejos de sus abuelos y prima, que, seguramente, tendrán mucho amor que darle.

Acerca del autor

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Karla Guajardo

Karla Guajardo Ro es una fotógrafa mexicana que trabaja como free lance para México e Italia. Su interés por la fotografía, comenzó  en 2003 realizando un laboratorio en una comunidad indígena de México. Actualmente vive y trabaja en Italia. Es corresponsal de La Unión de Morelos y colabora con medios mexicanos. En sus proyectos personales se concentra en los problemas de los diferentes grupos de inmigrantes en Italia. 

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