“Nuestra cultura ha deformado la metáfora del sustento con el fin de que las mujeres se entreguen a los demás sin sustentarse a ellas mismas. Las mujeres dan y dan hasta que el pozo se seca”. Dra. Christiane Northrup De su libro “Cuerpo de Mujer, sabiduría de Mujer –una guía para la salud física y emocional-“ Mujer, ¿podrías concebir que en el acto de amamantar, se trata de dar, y también de recibir?
En el marco de la semana mundial de la Lactancia Materna, que se celebra del 1º al 7 de agosto en más de 170 países, está por demás cuestionar la ventaja que representa para un recién nacido que se alimente de la leche de su madre, incluso directamente desde la mama.
Por ejemplo, los bebés que son alimentados con leche materna pueden tener un menor riesgo de padecer diabetes, obesidad o problemas de peso, síndrome de la muerte súbita del lactante (SMSL), caries en los dientes, y enfermedades respiratorias como neumonía o bronquitis. Reduce la mortalidad infantil, y es la primera inmunización del ser humano contra las enfermedades.
Según la UNICEF, la leche materna contiene anticuerpos especiales que refuerzan el sistema inmunológico del bebé y le protegen contra enfermedades respiratorias, gripe, asma, infecciones del oído, alergias y otras. Confieso que no tengo la experiencia de amamantar en carne propia, porque no tuve la fortuna de ser madre, no tengo hijos. Y cuando hice una búsqueda en Google para documentarme acerca de este tema, me sorprendí enormidad al descubrir que las madres también obtienen muchos beneficios cuando deciden amamantar a sus hij@s, y por supuesto cuando su cuerpo responde favorablemente para lograrlo. Y ahora quiero hablarles de eso.
Resulta que la succión derivada de que el bebé se alimente directamente de la madre, estimula la producción de hormonas que contraen al útero y ayudan a eliminar los loquios (restos de sangre y placenta). Existe evidencia científica que asocia amamantar con un menor riesgo de disminuir la osteoporosis después de la menopausia, igual disminuye la posibilidad del cáncer de mama, cáncer de útero y ovarios, e infecciones de las vías urinarias.
Dentro del maravilloso cockatil de hormonas que se produce en el amamantamiento, están la prolactina, que tiene un efecto relajante para la madre y el bebé. Y la oxitocina, que ayuda a reducir el sangrado posparto y posibilita experimentar el amor y el apego. Este en particular me parece un verdadero regalo de la naturaleza biológica, porque esa misma oxitocina minimiza la depresión postparto, un síndrome que es muy común en las mujeres después de parir.
Para que nos demos una idea de la dimensión, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada seis mujeres la padece. Y la última evidencia, ¿no les parece que el cuerpo femenino es perfecto porque justo después del parto, los senos producen el sustento ideal, que en el proceso de darlo y recibirlo benefician tanto al(a) bebé como a la madre?
Y es aquí donde yo afirmo que “amamantar” es “amamantarse”, que dar es recibir. De hecho la Dra. Christiane Northrup dice que “los pechos son la metáfora de dar y recibir”, más trascendente aún, los pechos son el canal del sustento humano. Y así ha sido desde épocas ancestrales. Por ejemplo, se han encontrado figuras femeninas de la era paleolítica con el rasgo de los pechos grandes, que simbolizaban la abundancia y el sustento de la naturaleza en el entendimiento que la mujer es la que nutre.
Que así como la mujer nutre a través de sus pechos otorgando el alimento, la tierra es la nutridora universal al sustentarnos con todos los alimentos que los humanos necesitamos para vivir. Ahora bien, meditemos más profundo todavía. Los pechos están ubicados justo en el centro energético del cuarto chakra, conocido como el chakra del corazón.
Caroline Myss en su libro “Anatomía del Espíritu”, explica que el cuarto chakra es la estación central del sistema energético humano. Al estar en el centro media entre el cuerpo y el espíritu y determina su salud y su fuerza. La energía del cuarto chakra es de naturaleza emocional y contribuye a impulsar el desarrollo afectivo. Este chakra representa la lección espiritual que nos enseña a manifestar el amor y la compasión, y a reconocer que la energía más potente que tenemos es el AMOR. Y va más alla de un rollo romántico, tiene que ver con la necesidad entrañable del ser humano de amar y ser amado. ¿Se dan cuenta que en la palabra AMAmantar, está implícita la palabra AMA, del verbo AMAR? ¡Es evidente!
El amamantamiento es la primera impronta de AMOR, que un ser humano experimenta y recibe, en el momento que nace y llega a la tierra. Cuando una madre abraza a un bebé a su pecho (y no quiero limitarme a decir “su hij@”, porque una madre en lactancia puede elegir amamantar a cualquier bebé que no sea su hij@) y lo amamanta, no solamente le da el sustento biológico que necesita su organismo para vivir, sino que también le nutre con el flujo de amor necesario para sentirse aceptado y bien recibido.
Por lo tanto, amamantar es una experiencia de amor, de amar. Sigamos profundizando, desde esta visión podríamos decir que los senos son una fuente de amor, en tanto provee esa necesidad a través del acto de amamantar. Y la gran pregunta es, ¿de dónde se llena esa fuente?, ¿de dónde se sustenta esa fuente para que a su vez sustente a otros? Y la respuesta es sencilla, del AMOR PROPIO. Lo que significa que en cualquier incapacidad de una mujer para amamantar, está implicada una crisis de autonomía y auto sustentabilidad emocional. En un panorama más trágico, los senos somatizarán enfermedad ante cualquier circunstancia que bloqueé o descuide el auto sustento de amor.
De hecho, la mayoría de los cánceres de mama están relacionados con nuestra necesidad de ser independientes y de sustentarnos a nosotras mismas. Según Caroline Myss “la principal emoción que se esconde en los bultos y cánceres de mama es el dolor, la aflicción y los asuntos emocionales no resueltos, generalmente con el sustento y el cuidado”. Por ejemplo, el sentimiento de culpabilidad por no ser capaz de perdonarse o de perdonar a otras personas, bloquea la energía de los senos y se somatiza en enfermedades muy características de ellos. Por todo ello, es elemental que las mujeres aprendamos a amamantarnos a nosotras mismas, en todas las etapas de nuestra vida.
Más aun si se trata de ese momento en el que nos toca sustentar a otro ser humano, pues es verdad que a través de lo que nosotros somos y hacemos, ellos aprenderán a hacerlo. Y en suma esa es la mejor forma de criar y educar, con el ejemplo. Con el ejemplo del AMOR PROPIO. Porque es verdad que no estamos en la posibilidad de amamantar a otro ser humano, en el sentido más pleno, si no hemos aprendido a amamantarnos a nosotras mismas.
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