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Historias de dedicación con los pacientes

Reyna Flores Flores es enfermera materno-infantil con 27 años de servicio. Su carrera la descubrió a sus quince años cuando apenas cursaba la escuela secundaria y en ese entonces un terremoto sacudía la Ciudad de México.

Durante el temblor de 1985, escuchaba todo lo que transmitían los medios de comunicación, de cómo se encontraba la ciudad devastada en una emergencia sanitaria. Desde entonces tuvo el interés de ayudar y se acercó a las brigadas para ofrecer su ayuda.

Lo único que pude hacer en ese momento fue clasificar los medicamentos por colores y orden alfabético”. Aquí, dice, decidió su vocación.

Para ella, el color blanco es un distintivo de la profesión misma de ser enfermera, que simboliza fortaleza, claridad y pureza. Ha tenido muchas satisfacciones, como la del día a día, al ver salir a sus pacientes del hospital. Aunque enfatiza que los nacimientos, son otra satisfacción que ha tenido en su larga carrera de enfermera. “Cada nacimiento es como ver nacer una nueva ilusión y es una de las mejores experiencias que he tenido”.

Asimismo, el poder auxiliar a los infantes que llegan al hospital por quemaduras graves, es para Reyna, una gratificación muy personal.

Ver la sonrisa de los niños cuando se les da su alta, es muy satisfactorio. Verlos ingresar con quemaduras severas provocadas por la pirotecnia a la que tienen acceso en las temporadas de fiesta, es muy conmovedor porque llegan muy mal. Se les tiene que hacer trasplante de piel, hidratarlos, y cuando esos niños se pueden ir a su casa, es una satisfacción que te llevas para toda tu vida”, señaló.

Otro gozo que le ha dado su trabajo de procurar la salud de los demás, es el haberse integrado a la campaña de Salud sin daño: “Hospitales libres de mercurio” en el año 2010. México participó en la iniciativa mundial promovida por la Organización Mundial de la Salud para recoger de los hospitales el mercurio utilizado en algunos aparatos como termómetros, baumanómetros, dilatadores, entre otros. Haciéndose merecedora de un reconocimiento en Argentina.

Reina Flores dando una plática en el hospital donde trabaja

Entre las situaciones difíciles que ha enfrentado Reyna, a lo largo de su carrera dice, son las malas noticias que en ocasiones se deben dar.

Lo más doloroso es cuando, aún después de dar todo, se va un miembro de la familia, y qué dices. Eso es lo más doloroso”.

En el Hospital General de Tláhuac, “Dra. Matilde Petra Montoya Lafragua” ubicado en la avenida Turba 655 de la colonia Vlla Centro Americana y del Caribe, Reyna se desempeña como jefa de 300 enfermeras, 46 pasantes de enfermería y 16 camilleros.

Administra, supervisa, controla y verifica las actividades sanitarias correspondientes. Ingresa a las 7 de la mañana, y sin horario de salida, porque es una enfermera de 24 horas que cubre los tres turnos en los que debe estar pendiente de todo lo que ocurra.

Acostumbrada a las cargas excesivas de trabajo a todas horas y hasta en casa, entregarse de tiempo completo a su profesión y a veces dejar a sus seres queridos en un segundo lugar para Reyna, ha sido complicado y triste, aunque también para ella, su vocación lo es todo.

Para Marco Antonio Peña Herrera, enfermero general en el área de urgencias médicas del Hospital General de Zona de Medicina Familiar 8, “una sonrisa y las gracias”, son las satisfacciones que más le ha dado su profesión. “Tal vez no se acuerdan de mi nombre pero cuando me ven en la calle, me saludan y me dicen, ‘hola enfermero buenos días, gracias por su atención’. Eso me llena de satisfacción”, explica quien se ha dedicado a la enfermería por 19 años.

El Hospital de segundo nivel en el que trabaja, ubicado en Av. Río Magdalena No. 289 en la colonia Tizapán, San Ángel, perteneciente al IMSS, es de actividad intensa, con insumos básicos mínimos, escasez de medicamentos y hasta carencia de camas por la alta demanda con la que cuenta, así como una saturación en el servicio, provoca a que los profesionales de la salud, como el enfermero Marco Antonio Peña, busquen hacer su labor de la mejor forma posible.

Estar en urgencias con pacientes en estado crítico, muchos con entubaciones, cuando llegan en estado de shock a uno lo convierte en el brazo derecho del médico”.

Y aunque a Marco Antonio Peña, le hubiera gustado ser médico, tuvo la oportunidad de estar como enfermero y desde entonces, le apasionó su trabajo. “Ayudar a los pacientes a salir de situaciones críticas y graves, es una satisfacción al cien por ciento que me da mi profesión” dice.

Y aunque comenta que es un trabajo pesado, lo disfruta mucho. “Entré a ayer las 8 de la noche y saldré a las 3 de la tarde, y sí me siento cansado pero disfruto mucho”, comenta.

Estar en urgencias con pacientes en etapa crítica cuando ingresan en estado de shock, le ha dado la experiencia suficiente para aprender más y salir adelante con sus pacientes a quienes sabe cómo tratarlos y darles seguimiento.

Uno se vuelve el brazo derecho del médico. Tenemos capacitaciones entre tres a cuatro veces al año en diferentes tipos de manejo de pacientes: estado crítico, cuidados paliativos, pacientes postrados y otros más”, explica.

Para Marco Antonio, el reconocimiento que le dan los pacientes es mucho más que un regalo. Para él es muy importante mantener y cuidar esa relación enfermero-paciente que se establece cuando un enfermo llega al hospital.

Aunque estamos saturados de pacientes, la atención se debe dar de forma equitativa, a veces una emergencia te puede tomar cerca de un hospital y como derechohabiente quizá te toque en otro hospital más lejos, la atención cuando tienes una emergencia debe brindarse” afirma.

Explica que en el hospital hay una saturación en el servicio, y aunque los pacientes se molesten porque se les tarda mucho en brindarles la atención, esto no es porque se les niegue el servicio, sino porque no hay donde ubicarlos, si no hay camas pues aunque sea en una silla, pero se les da la atención médica, señala el enfermero.

Cuando el paciente llega en un estado grave se le canaliza al área de shock. Se activa la alarma, tanto médicos como enfermeros apresuran el auxilio para el paciente.

Amo mi profesión y doy mi cien por ciento a todos mis pacientes dentro y fuera del hospital”, finaliza Marco Antonio Peña, enfermero por convicción.

Fue el Dr. José Castro Villagrana, director del Hospital Juárez de México, quien en 1931 estableció el 6 de enero como el Día de la Enfermera y Enfermero en nuestro país, como un reconocimiento a toda la incansable labor que realiza el personal de enfermería que se convierte en pieza fundamental en los nosocomios así como para los médicos, los pacientes y sus familiares.

Según datos de la Secretaría de Salud, en el país existen cerca de 300 mil enfermeras y enfermeros. De los cuales 85 de cada 100 son mujeres, según cifras del INEGI.

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