Shoshana Turkia
Mientras escucho “All you need is love”, de The Beatles, que en su estreno el 25 de junio de 1967 solo la escucharon 400 millones de personas, me vuelvo a preguntar qué hace tan poderoso al amor. ¿Por qué ese mandato tan judío 1 se ha vuelto el eje de movimientos espirituales, religiones completas y hasta inspiración para componer horribles reggaetones? ¿Cuántos libros, canciones, obras de arte y hasta campañas publicitarias discurren largamente acerca del amor?, o ya poniéndome menos filosófica y contemplativa, entre tu y yo, sin que el Depor se entere ¿has sentido amor profundo?, ¿lo has anhelado, sobre todo en las noches frías o cuando tienes algo realmente íntimo que compartir?
Vivo completamente inmersa en la búsqueda de la comprensión y en la construcción del amor incondicional, de esa ilusión compulsoria que el amor es realmente la llave que abre si no todas las puertas, por lo menos aquellas donde el alma se acomoda al cuerpo, a la realidad y, entonces, este mundo se vuelve mas habitable.
Soy una exploradora del amor, y es la principal razón por la que me hice terapeuta. No tengo todas las respuestas y no pretendo tenerlas. Como buena curiosa que no ha terminado su tarea, me atrevo a presentarles una hipótesis que me ha resultado útil y que se nutre desde la Cabalá, los textos de Eric Fromm, las largas meditaciones con mi maestra Janet Shapiro, las horas y años de trabajo junto a Mylen Saadia mientras creabamos Presente Continuo, mis amigos escritores y artistas y, sobre todo, con la práctica cotidiana con mis hijos y la familia que nos hemos formado.
AVISO: es sólo una aproximación, como todo lo humano y no está limitado al amor de pareja. Primero lo que no es. No es un accidente, no es una trampa de hormonas y neurotransmisores, no es el flechazo de Cupido que nos deja sin voluntad alguna; tampoco es la historia del amor romántico de rescatados y rescatadores. No es la media naranja, ni la ensalada de frutas completas. Tampoco es sacrificio, ni quedarse en una mala relación, ni elegir el bien común sobre mi propio bienestar.
El amor no es necesariamente un vínculo, aunque todos los vínculos deberían crearse desde el amor. Si empezamos por la hipótesis que es un mandato divino, entonces es por definición una elección. Es una elección primigenia, es decir es una elección que permite todas las demás elecciones y que su dirección y contundencia tinta todo lo demás. Creo que en un primer 1 (Trivia: ¿cuántas veces dicen nuestras sagradas escrituras -VE AHABTÁ- y amarás?) acercamiento el amor se puede definir como entender y atender las virtudes del otro, para generar un placer emocional. ¿Qué significa entender la virtud? La primera herramienta que sugiero es el conocimiento.
Me refiero a la curiosidad de aprender acerca de la otra persona, sin que medien los prejuicios, las necesidades y necedades del vínculo. Sí, es ver con el ojo bueno, pero también es aceptar lo que percibo aunque no sea exactamente como desearía que fuera. La cuestión es que como humanos, siempre nos estamos transformando; una virtud que podría estar presente hoy, puede cambiar o desaparecer en el tiempo. Por eso el amor no puede ser estático, ni eterno, porque tenemos que aceptar radicalmente que jamás conoceremos por completo a la persona amada, vivir con esa incertidumbre y aún así no cesar en la observación y generación de conocimiento.
Es un reto que no todos están dispuestos a asumir. La siguiente herramienta para entender la virtud es el respeto. Palabra tan mal usada y deformada que bien vale la pena definirla. Es la distancia óptima entre dos personas para que cada una sea su mejor versión. Aquí se vuelven a complicar los vínculos, porque como diría el dicho popular, ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre. Saber donde colocarnos con respecto a la otra persona es un eterno juego de prueba y error, de medir tiempos y circunstancias.
Lo que para una persona puede ser una presencia amorosa para otra puede ser invasión a la privacidad, lo que para un hijo puede ser el apoyo de sus padres para otro puede significar sobreprotección. Lo que no falla para que el respeto se ejerza con cierta maestría es escuchar e indagar si estamos en el lugar correcto y para eso tenemos que aceptar que vamos a equivocarnos y que podemos ajustar el rumbo. Por eso ni presencia, ni ausencia se pueden definir como un acto amoroso.
Atender la virtud tampoco es tan complicado si estamos en la disposición de experimentar, hay dos herramientas infalibles: cuidado y responsabilidad. En un sentido mínimo, el cuidado es no propiciar circustancias para que la otra persona se debilite, si dejamos de reaccionar a nuestros impulsos y empezamos accionando desde el amor, la tentación de jugar juegos de ganar- perder comienza a desvanecerse, o como bien dice una amiga muy querida, ¿cómo pasamos de los juegos competitivos a los juegos colaborativos? Cuando percibimos que los recursos son limitados, que la existencia de la otredad disminuye o amenaza nuestra propia vida entramos en modo sobrevivencia y ahí no hay elección posible.
En las familias es muy evidente: si los hermanos sienten que hay un consentido, aunque no lo haya, cuando creen que el cariño de mamá es limitado, entonces surge una rivalidad difícil de desarticular. ¿Quién dijo que los hermanos deben de amarse y cuidarse? Nuestras sagradas escrituras están llenas de ejemplos donde la hermandad y el cuidado no solamente no son sinónimos, si no al contrario: Caín y Abel, Jackob y Esav, Joseph y sus hermanos… para que la colaboración sea posible es necesario creer que la existencia de la otredad, no solo no amenza mi existencia, si no que la complementa. Dos hermanos que entendieron que hacían un buen equipo son Moisés y Aharón, por ejemplo. Ruth y Noemí son otro referente del cuidado complementario. No es casualidad que Ruth sea la abuela de la casa donde surgirá nuestro Mesías.
Finalmente, nos queda la responsabilidad, la habilidad de responder. No solo se trata de como no agredo la virtud de la otredad, es asumir en conciencia los impulsos que de esta se derivan. Nadie es monedita de oro para caerle bien a todo el mundo, y aun así si la elección es el amor, ¿como acciono y reacciono frente a lo que la otra persona pone en el tapete de juego? Tenemos tres alternativas – aunque en mi exploración sigo buscando otras respuestas posibles- nos retiramos, aceptamos el status quo o asumimos la parte que nos corresponde del vínculo afectivo. Tarea nada sencilla cuando las emociones están desbordadas o cuando percibimos maldad, dolo o amenzas del otro lado.
Por eso tantas terapias de pareja terminan en separación. Asumir nuestra responsabilidad, a pesar de las acciones de la otra persona, a pesar del dolor, y a pesar de la historia, exige una valentía inusitada. Ejercer la responsabilidad desde el amor, es la voluntad de romper los ciclos viciosos de un vínculo para transformarlo. Conocimiento, cuidado, respeto y responsabilidad. Cuatro palabras que son más fáciles de encontrar en un tratado de ecología o física cuantica que en el cotidiano. ¿Por qué elegir vivir así? Daré una respuesta súper utilitaria: la vida se simplifica. Aunque suene ingenua, arriesgada o cursi, la verdad es que preguntarme constantemente ¿cómo se hace eso mismo desde el amor? y ponerlo a prueba me ha ayudado a rodearme de personas, ideas y estilos de vida más amables y por lo tanto más saludables para mi.
En otras palabras, la búsqueda y ejercicio del amor son actos de egoismo puro. Aún fallo, fallo muchísimo y sufro, me frustro, hay vínculos que aún me duelen y seguramente sigo afectando personas a mi paso por sus caminos, pero lo que también es cierto, es que cada día, cada año mis niveles de bienestar y de bien ser han aumentado y me he vuelto más eficiente al elegir, no solamente relaciones, si no proyectos y hasta divertimentos. Estoy emocionada, porque aunque no sepa en definitiva qué es el amor, la simple pregunta me sienta bien.
Me permite experimentar la gratitud y la generosidad desde una inocencia casi radical. Me da permiso de comprender que a pesar de todos los errores, de carácter y de acción, de elección y de circunstancia, hoy también puedo volver a elegir y así pavimento el camino del auto conocimiento y la libertad. ¿Para tí, qué es el amor? ¿Qué es esa energía que define a todas las demás energías? ¿Es una quimera, una elección o un accidente? Abramos la conversación. Shoshana Turkia Terapeuta TEAM CBT Nivel III web www.shoshanaturkia.com WhatsApp 5552161188
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