Contar con un peludo en tu vida es una sensación increíble cuando amas y respetas a los animales. Sin embargo, por primera vez desde que empecé esta hermosa aventura, he concientizado la responsabilidad gigante de convivir diariamente con la salud, la enfermedad y la misma muerte.
A lo largo de los últimos años he tenido la fortuna de convivir con muchos perritos, rescatarlos de la calle y juntos, tener la oportunidad de compartir los días. Haciendo cuentas, han sido alrededor de 77 colitas las que he podido conocer, abrazar, cuidar y despedir, más o menos, en 25 ocasiones.
Así que una licuadora de emociones pasa por mi mente, porque los sentimientos también se mentalizan con la misma intensidad que se sienten. Si dejo que afloren, lágrimas de emoción al recibir a un nuevo ser que lo ves nacer surgen al igual que cuando ves morir a otro.
Alegrías de momentos como un rescate exitoso, una cirugía bien hecha y que tu perrita en recuperación te sonría de oreja a oreja mostrando todos sus dientes o verlos jugar sin preocupación, después de haber sufrido hambre y maltrato en la calle son especiales.
Alegrías de ver cómo les da gusto verte, así te vean diez veces al día o solo hayas ido al otro cuarto, en cuanto te vuelven a ver, te reciben como si te hubieses ido ¡un año! La satisfacción de ver recuperarse a un animalito enfermo, de verlo mover su cola cuando solo gruñía o corría temeroso y de integrarse a una familia cuando vivió en solitario toda su vida es increíble.
De la misma manera, el dolor por recibir la noticia de un cáncer terminal, el que mueran en tus brazos cuando ibas corriendo al veterinario, por una enfermedad o por un accidente son durísimos…. La tristeza y frustración que sientes cuando la médico en quien depositaste tu confianza te diga que la operación fue un éxito y te dé la lamentable noticia de que los perritos fallecieron por lo que fue un parto mal atendido o pierdas a uno de tus cachorros, por un contagio de parvo en una seudo clínica que no seguía protocolos, es desvastador y la culpa te atormenta por haber tomado una decisión equivocada, por exceso de confianza e ignorancia…. El dolor al ver a un perro flaco, tambaleante, maltratado, enfermo por vivir en la calle es constante al igual que el que sientes al pensar en aquel que murió en la perrera o solo en un rincón…
En fin, podría enumerar muchísimos momentos alrededor de un perruno. Al igual que en la vida humana, algunos tienen más suerte que otros y su vida es color de rosa desde que nacen, con un parto perfecto, duermen en cojines y su vida está llena de amor en todos los momentos, incluso al partir. Otros, tendrán un poco de todo y muchos más, nada.
Pero aún así, por supuesto que vale la pena vivir la gran experiencia de compartir el viaje de la vida con un perruno. Son los mejores compañeros en el viaje de la vida porque en sus ojos siempre verás amor y en sus detalles, una caricia a tu alma.
La lealtad, la espontaneidad, la paz, el consuelo, la empatía, la nobleza y el amor que muestran en el día a día son únicos. En algunos posteos he visto esta frase que desconozco a quien acreditarla, pero que me lleva a citarla para concluir: Ojalá que sea el humano que mi perro cree que soy.
Así que te invito a que adoptes, que rescates a un perro de la calle. Estoy segura de que si miras a tu alrededor, podrás ubicar al perro de la cuadra, al de la colonia que todos corren o que alimentan, pero que finalmente no es de nadie para darle un techo cuando llueve, para defenderlo cuando alguien lo patea o para amarlo cuando pide una caricia. Encontrarás varios perritos callejeros a quiénes ayudar, un antirrábico con muchos huéspedes que esperan ser rescatados de un final cruel o un albergue que tiene muchos más esperando un hogar amoroso para el resto de su vida.
Adopta y vive la maravilla de un día diferente ¡Todos los días! Tú le cambias el destino incierto que la calle ofrece y él te cambia a ti, el mal humor, la depresión, la soledad, el fastidio por una serie de momentos especiales que combinados en emociones, alegrías, sonrisas, tristezas, preocupaciones, lágrimas y a veces hasta un poco de regaños, harán de tu viaje y de su viaje, una gran aventura por esta vida.
¡Un compañero perruno despierta lo mejor de ti!
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