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Papá en duelo: “Mi viaje fugaz con Eva Regina”

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Escrito por Redacción

El duelo perinatal desde la óptica de un papá

Rafael Ojeda Reynoso*

“Escribir era mi manera de golpear y de abrazar. ¿Para qué escribe uno si no es para juntar sus pedazos?”
Eduardo Galeano.

Nuestra historia, de Victoria y mía, comenzó sumamente rápido. Luego de dos años de habernos conocido y siendo nuestra segunda vez de habernos visto en la vida decidimos comenzar una relación tan bella e intensa que al mes nos enteramos de que estábamos embarazados.

Esto nos trajo una alegría inmensa ya que a pesar de no haber sido una bebé planeada, siempre fue la hija más querida por nosotros y nuestras familias. Inmediatamente planeamos vivir juntos y comenzamos a comprar cosas para bebé aunque no sabíamos aún el sexo de nuestra gorda.

Aún recuerdo que en diciembre Victoria tuvo un leve sangrado, ahí sentí que el mundo se venía encima. A veces uno como esposo no sabe bien qué decir o cómo actuar ante ciertas situaciones. Ésta era una de ellas. Yo la traté de calmar lo más que pude y hacerle ver que todo saldría bien, de verdad lo creía con todo mi corazón; sin embargo, desde ese momento y de manera casi imperceptible sentí por primera vez un miedo inmenso a la idea de perder a nuestra nena…

Para nuestra alegría todo marchó bien durante el embarazo. Yo procuré que Victoria tuviera el mayor descanso posible y mi intención era poder procurarla lo más que pudiera, consintiéndole sus antojos y gustos. El día que supimos que era niña fuimos los más felices, de hecho, ya teníamos el nombre: Eva Regina.

Justo cuando lo supimos comenzamos a decirle a todo el mundo la noticia y comenzamos los preparativos para su baby shower. Lo hicimos en casa de mi suegra y hubo detalles tan bellos de toda la gente que nos acompañó.  Aún se me enchina la piel cuando lo recuerdo. Todo era alegría en esa ocasión.

Recuerdo mucho cómo Victoria iba guardando fotos de la evolución de nuestra Reginita, se tomaba fotos cada semana. Llegamos a la semana 37 de gestación y lo que era una consulta de rutina se convirtió en el día que nuestra Regina nacería.

 Era 2 de junio y yo estaba en el trabajo, recuerdo que recibí la llamada de Victoria que me decía que ya se quedaría en el hospital, así que salí para estar con ella. Aún recuerdo como si fuera ayer. Pude alcanzarla antes que ingresara a la sala de parto. Estaba ya recostada en la camilla, con esos ojos hermosos, con una sensación entre asustada y emocionada. No lo podía creer, llegaría el momento de poder ver a mi hija.

Recuerdo que pasaron las horas y no teníamos noticias, hasta que finalmente en las primeras horas de aquel 3 de junio de 2016 me comunicaron que Regina había nacido y que todo estaba muy bien, recuerdo que incluso me dijeron que lo más recomendable era que me fuera a casa a descansar y que por la mañana podría pasar a visitar a mi esposa y mi hija, cosa que hice.

El momento más doloroso y de mayor preocupación llegó a las 10 de la mañana cuando regresé al hospital a buscar a mi Regina. Me comunicaron que por la noche había habido complicaciones con ella. Había tenido problemas para respirar y que tenían que trasladarla a un hospital de tercer nivel para estabilizarla. Honestamente no sabía qué hacer, no sabía lo que me quería decir el doctor, sólo sabía que debía hacer algo por mi hija.

Sentí el mundo encima, ni siquiera sabía qué le diría a mi esposa. ¿Cómo sería que el día más feliz de su vida se estaba transformando en uno lleno de tanta preocupación?

Inmediatamente busqué opciones para llevar a mi Regina y afortunadamente llegó al Hospital Infantil Federico Gómez donde la atención fue espectacular. Los médicos que estuvieron atendiendo a nuestra Regina siempre fueron muy humanos y sumamente amorosos. Sin embargo, por más que trabajaban, los pronósticos no eran muy alentadores.

Nuestra bebé no tuvo una atención eficaz en las primeras horas de vida y al parecer eso generó un daño irreversible en sus funciones cerebrales y poco a poco sus órganos internos iban fallando. Aún recuerdo aquel momento en que Victoria llegó al hospital, apenas habían pasado dos días y ella no estaba en las mejores condiciones, sin embargo, su amor de madre la hizo querer estar cerca de su hija. Yo podía notar el dolor que estaba sintiendo en el corazón y eso simplemente me partía el alma, yo quería hacerla sentir tan amada y apoyada que simplemente no sabía bien cómo hacerlo.

Recuerdo los días durmiendo en las salas de espera de UCIN, es una sensación muy contrastante el estar ahí, ya que con el paso de los días a veces sólo esperaba una mala noticia y a veces deseaba con toda el alma que los doctores milagrosamente nos dijeran que nuestra bebé se había recuperado, pero simplemente eso no sucedió.

Los días avanzaban y nos enteramos de más historias desgarradoras en UCIN, esas historias que de alguna manera nos hacían pensar que dentro de todo el dolor de ver a nuestra hija peleando por su vida nos hacían agradecer que podíamos verla, tocar sus manos y tener esperanza.

Llegó el momento en el que los doctores nos dijeron que nuestra Regina no mejoraba, y que a pesar de estar estable seguía sumamente grave, por ello nos dijeron que por ningún motivo debíamos dejar el hospital, lo cual ahora al paso de los años creo que inconscientemente nos estaba preparando para lo peor, por decirlo de alguna manera. Incluso recuerdo que en uno de los horarios de visita las enfermeras y los médicos de UCIN nos dijeron que lleváramos nuestros celulares, y que nos preparáramos porque íbamos a poder cargar a nuestra Regina y tomarnos fotos con ella, a modo de tener un recuerdo.

Cabe mencionar que en UCIN no puedes tomar fotos y mucho menos cargar a los bebés. Esto sin duda nos hacía entender que muy posiblemente la hora del adiós estaba más cerca. Una sensación que sin duda me marcó para el resto de mi vida.

Un día antes de que nuestra Regina partiera de este mundo, recuerdo que entramos a la capilla del hospital y simplemente Victoria y yo pedimos a Dios que si nos iba a dejar a nuestra Regina hermosa nos la dejara lista para una calidad de vida para ser autosuficiente, que pudiera gozar de todos los momentos bellos por sí misma, y que si no eran sus planes que la llevara a su lado.

Al otro día, 12 de junio de 2016, alrededor de las 5 de la mañana, nos llamaron de UCIN y nos dieron la noticia más desgarradora de mi vida, misma que aún al recordarla me hace llorar. Nuestra Regina había dejado este mundo, su alma de ángel simplemente no pudo seguir luchando y como si Dios hubiera tomado nuestras oraciones en primer lugar, la llevó a su lado.

Fue desgarrador tener que buscar el servicio funerario para mi hija, tener que pasar una noche en el velatorio y verla tan tranquila, pero sin vida… Luego tener que llevarla al crematorio. Me desagarraron el corazón y es algo de lo que jamás me recuperaré, sin embargo, a través de compartir mi experiencia con amigos, familiares o desconocidos siento que transmito un poco del amor de padre que quise darle a mi niña, a mi Regina hermosa.

Regularmente escucho las versiones de las mamás que pierden a sus bebés pero no la de los papás, no sé a qué se deba, parece que como hombres nuestras voces se pierden en el limbo de las emociones más dolorosas porque es la mamá quien cargó una vida por nueve meses y según lo impuesto socialmente es el hombre la figura de fortaleza ante las situaciones adversas en la vida, sin embargo, en mi caso puedo decir que me duele haber perdido los sueños e ilusiones de ver a mi hija dar sus primeros pasos, me duele no haberle podido comprar su primer disfraz para Halloween, no poder tener mi primer festival del día del padre con ella o simplemente no tener una foto con ella, no haber tenido una primera noche en casa… Ya no digamos que incluso me veía entregándola en el altar. Tantas cosas que uno como padre también pierde y que a veces simplemente las comparte con la soledad y el silencio por no encontrar canales adecuados para compartir experiencias.

Desde mi trinchera trato de hacer notar que la muerte gestacional y neonatal son situaciones que no deberían pasar desapercibidas por la sociedad, es un problema que debe tratarse a diferentes niveles, desde poder hablarlo profesionalmente hasta con cualquier persona de la familia, es un problema que debe visualizarse en las instituciones de salud, en fin, es una situación que deberíamos tratar en conjunto para poder avanzar de mejor manera y entender que el duelo no es un proceso que tenga un tiempo establecido. Cada persona vive su duelo de forma distinta y debemos entenderlo y apoyarlo.

De mi parte agradezco infinitamente a mi familia de sangre y también a la política por apoyarme siempre y poco a poco hacerme saber que ellos también recuerdan a mi Regina y que poco a poco podemos hablar de ella porque nos hace bien recordarla, extrañarla y saber que vive en nuestros corazones.

Gracias a ti, Victoria, porque aunque ya no estemos juntos me haces saber que siempre tendremos un vínculo hermoso y nos podremos apoyar pase lo que pase. Es hermoso pensar en mi Regina y compartir su paso tan importante por este mundo y por mi vida. *Rafael Alejandro Ojeda Reynoso es Consultor de mercardos en Zurich Insurance México. Además es baterista en el grupo TabacosPunkRock y Krueles. Fb: Ro Damage Instagram: ro108

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