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El noviómetro

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Escrito por Ana Francis Mor

De los cuentos que nos cuentan por ser mujeres

Hay una foto familiar que conservo con mucho amor. Mi madre, mi tía Sonia y mi tia Reina, de jóvenes andando en bicicleta. Mi madre me contaba que con esas tías echaba buen desmadre y se iban de fiesta con los muchachones con los que eventualmente se casaron.

La vida hizo lo que hizo y ahora solo sobrevive mi tía Reina. En mi adolescencia, una de sus hijas y yo nos hicimos buenas amigas y cómplices y cada que nos vemos es con mucho cariño porque sabemos que en una época de nuestras vidas compartimos los sueños y los desconciertos.

Ahora mi prima es una chingonaza directora de una empresa multinacional. He seguido de cerca su carrera, todo el tiempo le pregunto, miro sus fotos por el face y me sorprende mucho.

El caso es que mi tía y mis primas vinieron al teatro esta semana y las vi un ratito. Ver a mi tía es un poquito ver la carita de mi mamá. Ver a mi primo que mide uno noventa y cinco, es un poquito ver a mi abuelo y recordar mi infancia sentada en su regazo. Ver a mis primas es aceptar que ya estamos grandes. Que ahora ya somos nosotras las grandes, las que deciden la vida. Comento con mi prima sus fotos de Shangay y me cuenta de su nuevo trabajo de chingonaza y me da mucha emoción y se lo hago saber.

Le comento a mi tía que seguro se debe sentir muy orgullosa, porque mi prima se ha labrado ese camino desde abajo. Yo me sé la historia y en mi familia ninguna somos ricas herederas. Y lo primero que me comenta mi tía es, sí mija, pero no tiene pareja… y le digo al oído: tía, eso de que tener pareja es lo más importante para una mujer, es una mentira, está sobrevaluado. Y me dije, no, mija, no. Y entonces la miro. Mi tía se quedó viuda desde que tengo memoria y como pudo sacó a sus hijas adelante, como mi madre y como tantas de nuestras madres que vivieron su madurez y vejez sin pareja o con parejas que siempre se estuvieron yendo. Mi tía, no estuvo educada para ser el sostén económico de su familia pero siempre lo fue y la mayor parte del tiempo, sin pareja.

Mi prima es una chingonaza y no tengo idea de cuales sean las razones por las que no tiene un novio, es más ni siquiera se si quiera tenerlo, porque no nos hemos ido a poner al tanto del chisme con café, pero el punto es, que mi prima es probablemente la más exitosa profesionalmente de su generación en todo el familión y eso deberíamos de estarlo cacareando y celebrarlo con fanfarrias y trompetas, porque está cabrón!!!

Me pregunto: si fuera hombre, mi tía me habría dicho que está muy orgullosa de sus logros profesionales? O de igual manera me hubiera dicho que lo que más le preocupaba era que no tenía pareja?

No sé cómo decirlo. Tener pareja no puede seguir siendo una exigencia para las mujeres. Es mucha presión innecesaria. Eso no nos hace mejores, ni más exitosas, eso nos hace… casadas, no más. Y casarse no es un logro, es un acuerdo entre las personas para un montón de cosas que nada tienen que ver los demás.

¿Cuánto esfuerzo, sacrificio, trabajo duro, inteligencia y aplomo se necesita para llegar a ser la directora de una empresa multinacional?

Por caridad, dejemos de juzgar a las mujeres por el noviómetro. Es como si llegaras a la cima del Everest y te dijeran: ay mija, pero tu cutis, ya te lo arruinaste y así nadie te va a querer.

Mi tía Reina es de otra generación, lo sé. Pero ya ninguna mujer de ninguna edad, debería decirle eso a otra mujer.

Acerca del autor

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Ana Francis Mor

Es actriz, cabaretera, escritora, directora teatral y activista mexicana. Es una de las fundadoras del colectivo Las Reinas Chulas que promueve el cabaret en México. Se ha especializado en derechos sexuales y estudios de género y en 2011 fue galardonada con la medalla Omecíhuatl por su labor a la construcción de la ciudadanía de las mujeres, otorgada por el Gobierno de la Ciudad de México.
Desde 2007 escribe en Emeequis la columna El manual de la buena lesbiana, la cual más adelante se recopiló en dos libros (2009, 2013). Publicó Para soñar que no estamos huyendo (2013), una adaptación de Ricardo III, la obra de Shakespeare. Lo que soñé mientras dormías es su primera novela.

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