Imagen sección Especial

Especial

Especial

De sueños cumplidos: Paternidades deseadas

mm
Escrito por E. Rocha

No se llama Alicia… pero es real: Soy papá

Esta historia la he contado muchas veces, pero me gusta hacerlo, porque describe de forma muy particular mi vínculo con mi hija. Cuando Lupita y yo nos casamos ya llevábamos cuatro años de novios, durante los cuales dimos rienda suelta a nuestro cariño, pero al casarnos decidimos empezar a cuidarnos para no embarazarnos tan pronto. Así lo hicimos durante dos años, tras los cuales creímos que ahora sí podíamos dedicarnos a pensar en ser papás, pero no nos embarazábamos y pasaron los años (seis, para ser precisos) sin que lo lográramos.

Al octavo año de casados ya empezábamos a asimilar la idea de ser un matrimonio sin hijos y que así llegaríamos a viejitos. Un día llegaron a la casa unos amigos a quienes queremos mucho y que por años habían buscado tener bebé, incluso recurrieron a tratamientos, pero no lo conseguían, por fin acordaron ya no insistir más y de pronto quedaron embarazados. Ese día fueron a darnos la noticia, que por supuesto celebramos con enorme alegría.

Semanas más adelante otra pareja de amigos a los que por problemas graves de salud y por los severos tratamientos que llevaron, les habían dicho que no podrían tener hijos, fueron también a visitarnos y nos contaron que no sólo ya había sanado, sino que además estaban esperando bebé. De nuevo otro festejo, pero en esta ocasión miré a mi esposa que después de irse ellos se quedó en silencio y pensativa. Sabía que aunque le alegraban las noticias de nuestros amigos en el fondo le afectaba el que nosotros no pudiéramos tener la misma alegría.

Pasaron otras semanas y otra amiga que es también muy querida nos visitó, ella no tenía previsto ser mamá, de hecho su relación era aún de noviazgo, pero sí, también ella nos contó que estaba embarazada, otro festejo en casa. En esos días Lupita, rompió su silencio y me dijo que si yo deseaba ser papá, ella no se oponía a que lo intentara con otra persona. Mi respuesta fue que yo no era un semental en busca de perpetuar mi especie, que sí me encantaría ser papá, pero que si no se podía, entonces seríamos sólo ella y yo y así estaríamos hasta hacernos viejitos juntos.

Los días pasaron y una noche tuve un sueño, en él veía a mi esposa de tres cuartos y veía su barriguita abultada y entendía que estábamos embarazados y más aún, en mi sueño sabía que era una niña. Me desperté aún de madrugada y deseaba que Lupita, se despertara también para contarle. Mi paciencia duró hasta poco antes de las seis de la mañana, en ese momento empecé a moverme y a hacer un poco de ruido para despertarla y lo logré. Al despertar le conté mi sueño y ella respondió que lo más probable es que yo me hubiera colgado del embarazo de la última amiga que nos visitó, le dije que sí, que tal vez eso podía ser, pero que desde que desperté no podía desprenderme de una sensación que jamás había tenido, que sentía que iba a ser papá.

Nuevamente pasaron días y volví a soñar, en esta ocasión me soñé a mí mismo, de espaldas cargando a mi bebé en brazos y aunque no veía su rostro sabía que era una niña.

Luego vino otro sueño y en él la veía ya como de cinco o siete años, parada en un andén, ahí sí pude ver su cara, llevába puesto un vestidito y además sabía ya su nombre, Alicia, sin embargo el nombre no me gustó. Corrieron más días y vino un sueño más, el último.

En este sueño mi esposa me acompañaba, cruzamos una avenida y al hacerlo mi hija desde otro punto nos alcanzaba corriendo, ya era una mujer, muy jovencita, pero en el sueño se entendía que ya era independiente a nosotros. Mi hija iba platicando con su mamá, yo caminaba un poco más adelante, pero me veía diferente, como ausente “pirado” diría en mis tiempos morros. Yo entraba en un estanquillo en penumbras en donde vendían chacharitas, juguetes de uso (quienes me conocen, saben que soy asiduo a esos lugares y a esas cosas). Mientras yo escogía mis chacharitas, de soslayo podía saber que ellas me esperaban a la entrada del local, en la parte iluminada, platicando. Fue mi último sueño con ellas.

En casa transcurrían los días casi sin novedad, pero Lupita , comenzaba a sentirse rara, ella decía que posiblemente era gastritis. Un fin de semana justo el sábado previo al día del padre festejamos el cumpleaños de nuestra amiga, la última que nos contó que estaba embarazada y por ser sábado y día en que Lupita, no trabajaba ni iba a la escuela, aprovechamos para ir al médico que estaba a unos pasos de la casa, dejamos a los amigos en casa festejando y nosotros nos ausentamos por un momento. El médico revisó a Lupita, quien durante la consulta insistía en que sus malestares eran por gastritis, el doctor comenzó a hacer la receta y entonces intervine yo diciendo, que sabía que lo que iba a decir podría sonar muy loco, pero que días atrás yo soñé que estábamos embarazados y que sabía que ese medicamento que le estaba mandando, en caso de que realmente estuviéramos esperando bebé le podía afectar.

Lupita me miró con cara de ¿qué estás diciendo? Pero el doctor me miró paciente y sonriendo dijo, a ver, vamos a checar, pasó a Lupita a otra parte del consultorio, le puso gel en su barriguita y dijo, efectivamente, aquí hay un bebé. Lupita quedó en shock y yo antes de ilusionarme quise tener la certeza, por lo que insistí al menos un par de veces más preguntándole, que además de un bebé que otra cosa podría estar registrando el ultrasonido, que pudiera confundirse con un bebé. Su respuesta fue contundente, Lalo, este es un bebé, punto. Yo enloquecí de alegría, aún hoy al contarlo no dejo de emocionarme. Regresamos a casa, Lupita seguía en shock y la fiesta de mi amiga se volvió en un festejo por mi bebé. El embarazo fue de alto riesgo, con ingresos muy frecuentes al hospital, pero mi hija nació, sigue aún con nosotros y no se llama Alicia.

Acerca del autor

mm

E. Rocha

Tauro nacido el 7 de mayo del 67. Mozo de Piso en un Restaurante. Caricaturista Callejero y de Bar. Mimo. Cantante vagonero, artesano y teatrero. Ha rayoneado en La Jornada, El Universal, El Gráfico, Excélsior, El Financiero, Reforma, Metro, La Crónica, Siempre, Antídoto, 7 cambio, El cotidiano y Playboy entre otras. Autor de las tiras Sancho y Clarita, Los Chimecos, A veces pienso, Pipe el mimo, La historia del hombre muerto y El creador. Cartonista político, ilustrador infantil, y a veces le da por lo erótico, eso sí, siempre con cierta dosis de ternura.

Dejar un comentario