Región Gran Este, Francia.- Por diversas circunstancias de la vida, los últimos tres años los he pasado separada físicamente de Jérôme. La crisis del Covid 19 nos agarró juntos y el confinamiento también.

Las circunstancias de contingencia actuales que vivimos nos hicieron venir hacia la región Gran Este de Francia donde permanecemos semi encerrados desde hace 26 días. Esta nueva rutina a su lado y ahora 24/24 es casi como un inicio. Descubro y redescubro aspectos, gustos, posiciones, conversaciones nuevas. Claro, el tiempo y los años nos han hecho evolucionar de una o de otra manera.

Jérôme conserva, sin embargo, ciertas pasiones que le conozco desde siempre: la fotografía (que es también su forma de ganarse la vida…afortunados aquellos que pueden vivir de su pasión, ¿no?), los autos (principalmente deportivos y entre más caballos de fuerza, mejor) y la música (el rap principalmente). Gracias a él, he descubierto no solo la cultura francesa en muchos aspectos, también he aprendido cosas nuevas a través de sus gustos.

Por ejemplo con los autos, ahora sé identificar ciertas marcas, a saber cuándo hablamos de un coche “cabriolet” o un “break”, clasificación usada aquí por el tipo de carrocería y las partes que constituyen el auto. Pongo atención al ruido de los motores y encuentro ya una cierta armonía, admiro la belleza, a veces salvaje, de ciertos modelos deportivos.

Hace algunos años Jérôme compró un Subaru y con él sí que disfruté la subida de adrenalina provocada por la violencia del acelerador que me dejaba pegada al asiento y la velocidad que me hacía cerrar los ojos y apretar los dientes cuando recorríamos las pequeñas y sinuosas carreteras del departamento Les Vosges, de donde Jérôme es originario. Admito que más allá de eso, no conozco mucho pero tampoco me interesa tanto. De la música, es curioso, porque el repertorio de Jérôme es muy vasto. Desde la variedad francesa, con cantantes, no siempre muy en el gusto del público, hasta el rap que debo decir nunca ha sido mi taza de té.

En estos 26 días, no obstante, he descubierto otra etapa en sus gustos musicales. Jérôme ha importado el “trap” de sus recientes viajes a Estados Unidos donde trabaja sobre el impacto mortífero de las drogas, principalmente causado por el consumo del fentanilo mezclado con drogas más conocidas como la heroína o la cocaína. El “trap” es una corriente musical nacida en los años 90 en el sur de Estados Unidos. El nombre proviene de la apelación que designa los lugares de ventas de drogas, las “trap houses”. Público y críticos comenzaron a llamar “raperos trap” a los exponentes de esta corriente que seguido tenían por tema principal en sus textos el tráfico y consumo de drogas. Algunas ramificaciones de estilo aparecieron con los años.

Es en un viaje a Filadelfia que Jérôme escucha “Benz truck”, de Lil Peep, joven prodigio del llamado “émo-trap” desaparecido a los 21 años por sobredosis de una mezcla de Xanax y fentanilo. Escuchando su música vía YouTube fueron apareciendo nuevas caras, otros exponentes del género cuyas trágicas existencias se han terminado a la misma edad por exceso de drogas o, incluso, asesinato. Entre ellos Juice Wrld o XXX Tentacion, el “club de los 21”. Pero la lista de raperos es larga.

Si me preguntan si el rap o trap me gusta, hasta hace poco habría dicho que no, pero hoy me he apasionado de ciertos títulos : Bandit, Legends, Lean with me, Black and White (Juice Wrld), Bad vibes forever, Sad, Hope, Look at me, Numb (XXX Tentacion), Save that shit, Benz truck, Awful things, Witctblades (Lil Peep).
Antes de haberme interesado a la letra, lo primero que captó mi atención es la música, el ritmo y las voces excepcionales de estos chavos. Después, poco a poco he ido descubriendo los textos, que para mí son imposibles de comprender simplemente escuchándolos. A ello le han seguido los clips. El ambiente expuesto por estos tres cantantes es bien oscuro. Tatuajes, cigarros, alcohol, dinero, droga, decadencia y muerte son omnipresentes en las imágenes.

En algunas partes de esta música la voz de estos jóvenes es casi incomprensible (en inglés a esta forma la llaman “mumble rap”). Quizá una dicción imposible o difícil bajo el influjo de medicamentos o estupefacientes. Escucharlos en estos momentos de encierro y crisis me procura una especie de placer por la fuerza de la música y de la voz y al mismo tiempo me sumerge en momentos de desesperanza.
Ayer vimos a Mario, el hijo de Jérôme, a quien conozco desde niño y lo veo y quiero como si fuera mi hijo. Un joven estudiante de Física y Química a quien, contingencia obliga, le hemos hablado algunos minutos con barda de por medio y a una distancia superior a la exigida.

Mario es ya un joven independiente que desde haces varios años vive solo porque ha tenido que irse a estudiar a otra ciudad pero que por el confinamiento ha regresado a Saint Dié a casa de un amigo donde finalmente hemos coincidido.
-Entonces, cómo pasas tus días en confinamiento?, le pregunto.
-Bof, trabajando con mi pasantía y cuando hay menos trabajo, leyendo, viendo series o jugando a la play, me responde.
-Y sales de vez en cuando a hacer las compras, al menos para airearte un poco?
-Hay un jardín en la casa y sí, salgo por las compras, pero ahí se termina mi relación con el exterior.
Verlo ahí me hace preguntarme lo que es ser joven hoy en día con una crisis sanitaria como ésta y la incertidumbre que crece a medida que pasa el tiempo y los anuncios de una economía que se desmorona.
La vitalidad y la fuerza de la juventud contenidas en cuatro paredes por grande que sea la casa.
Jóvenes como los raperos que me sorprenden y entristecen y, como Mario y su amigo François, llenos de vida y entusiasmo que me estimulan a pesar del clima surrealista e inédito que nos rodea. Una vida, para todos, en suspenso…

Mientras una ligera luz parece alumbrarse pues, por tercer día consecutivo, el número de personas en reanimación disminuye en Francia: 6 mil 883, 121 menos que ayer. Las víctimas son 13 mil 832.
Y como la vida continúa a pesar de todo, a pesar de Iglesias vacías, solo queda desearnos un buen fin de Semana Santa.