Ayer el Senado de la República avaló por unanimidad la modificación al artículo IV Constitucional, con la siguiente enmienda:
“Toda persona tiene derecho a la protección de la salud en condiciones de dignidad […] y el acceso a los servicios de salud incluyendo a los cuidados paliativos multidisciplinarios ante enfermedades en situación terminal, limitantes o amenazantes a la vida, así como la utilización de los medicamentos controlados y establecerá la concurrencia de la Federación y las entidades federativas en materia de salubridad general, conforme a lo que dispone la fracción XVI del artículo 73 de esta Constitución”.
Asimismo, Martí Batres Guadarrama, Presidente del Senado, anunció que la anterior modificación se remitiría a la Cámara de Diputados para su revisión y, en su caso, aprobación.
Lo acontecido ayer nos debe alegrar porque es el reconocimiento de un derecho inalienable que ha sido ignorado una y otra vez. Sin embargo, si lo anunciado ayer no se traduce en acciones claras nada habrá cambiado.
Hasta el día de hoy existen muy pocos servicios paliativos multidisciplinarios a lo largo del país, siendo CDMX y Guadalajara dos de las ciudades donde se concentra el mayor número (insuficiente también).
Se requiere la formación de profesionales de la salud en la materia y desde el primer nivel de atención.
De acuerdo con la información reportada en octubre del 2017 por la Comisión Lancet [1], presidida por la Dra. Felicia Marie Knaul en México, de todos los pacientes que requerían morfina, solo el 36% la recibió. Dicha comisión también enlistó un cuadro de medicamentos básicos para ser utilizados en cuidados paliativos, cuyo costo es sumamente accesible, lo que desde mi punto de vista hace injustificable su poca disponibilidad.
Por otra parte, la modificación solamente habla de la etapa terminal que, por desgracia, considera los últimos 6 meses de vida, mientras que la Organización Mundial de la Salud ha hecho un llamado contundente para que su implementación se haga en forma temprana y así garantizar la mejor calidad de vida posible.
Y, por último y quizá lo más importante sea divulgar qué son y cómo pueden ayudar los cuidados paliativos al paciente con enfermedad crónica, limitante o amenazante para la vida y cómo este apoyo beneficia también a la familia del paciente, convirtiéndose así en la unidad a tratar.
Alegrarnos, sí, pero pongámonos a trabajar porque hoy mismo son cientos de miles de mexicanos los que están sufriendo y no están recibiendo cuidados paliativos, sea porque no existen en su comunidad y/o no los conocen.
[1] Alleviating the access abyss in palliative care and pain relief—an imperative of universal health coverage: the Lancet Commission report
https://www.thelancet.com/pdfs/journals/lancet/PIIS0140-6736(17)32513-8.pdf
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