Si Carrie, Charlotte, Miranda y Samantha, protagonistas de la ya añeja serie «Sexo en Nueva York», hubieran hablado de sexo más con sus parejas que entre ellas es probable que se hubiesen podido ahorrar años de terapia y de frustraciones en torno a sus relaciones sentimentales. Aunque también es cierto que se hubieran perdido algo tan liberador (y en algunos casos, tan enriquecedor) como es la posibilidad de compartir y contrastar con sus amigas los aciertos y errores durante sus respectivas experiencias en la cama.
Está claro que es difícil hablar de generalidades y que cada pareja (así como cada persona) es única y que cada cual vive su sexualidad a su manera. Sin embargo, los sexólogos identifican alguos temas recurrentes y coincidentes en la consulta cuando son ellas las que relatan sus preocupaciones en materia sexual. Tal como explica Raquel Graña, psicóloga y sexóloga de Íntimas Conexiones, la mayoría de los comportamientos masculinos que ellas censuran en la cama tienen que ver con el escaso interés por conocer los resortes del placer de su pareja, la falta de comunicación y la monotonía. Veamos como detalla la sexóloga cada punto.
¿Qué pasa con los preliminares?
Una de las quejas habituales en la consulta es asegurar que la pareja deja de lado con cierta frecuencia los preliminares (para los que se requiere dedicación y paciencia) y pretende que su pareja se excite de forma explosiva para que sea posible ir directamente al grano, al coito (pene-vagina). De hecho, algunas mujeres llegan a asegurar que sus parejas no son conscientes de que las relaciones eróticas incluyen toda la piel y que cada persona tiene sus propias zonas erógenas que hay que descubrir y trabajar. «Piensan que solo deben penetrar a la pareja y que esta persona, por arte de magia, llegará al orgasmo», comenta Raquel Graña.
Otro de los errores suele ser dejar el clítoris o bien olvidado o bien en un segundo plano hasta el punto de que, según explican, algunas mujeres se han encontrado con que sus parejas no solo no sabían cómo estimularlo sino que además, en un intento por acelerar el momento de la penetración, la llegaban a hacerles daño. «Hay que tener en cuenta que es una zona muy sensible, con muchas terminaciones y que no a todas las mujeres les gusta que lo estimulen directamente. Para mejorar este punto es necesario que cada mujer le explique a su compañero cómo le gusta que se lo acaricien, chupen o toquen», relata.
La experta explica que puede resultar efectivo estimular el gusto, la vista, el olfato, el tcto y el oído. «Si estamos acostumbrados a una especie de ritual repetitivo, es probable que incluir estímulos diferentes para cada sentido ayude a aumentar la pasión», detalla Graña.
Si ves que no me excito, por qué insistes
Cabe insistir aquí un mensaje importante: lo que funcionó con una pareja no tiene por qué funcionar con la otra. Algunas mujeres aseguraron en consulta que sus parejas insistían en llevar a cabo una práctica sexual concreta (sexo anal, sexo oral, uso de juguetes sexuales) aunque ellas insistiesen en que no disfrutaban con ello.
También se han dado casos de mujeres cuyas parejas estaban obsesionadas con el coito. Así, explicaban que eran capaces de penetrarlas durante horas, sin más y sin ningún otro estímulo, con el absoluto convencimiento de que éstas iban a alcanzar así el clímaz. «Pero lo único que se consigue con las prácticas que ni gustan ni excitan a la pareja es que ésta se canse y termine irritada (tanto emocional como físicamente)», aclara la sexóloga.
Podríamos probar otras posturas
La rutina, el aburrimiento en la cama y la monotonía es uno de los temas más frecuentes en las parejas con una relación estable o duradera. Ellas explican que el repertorio sexual de la pareja es limitado y que suelen repetir una y otra vez una o dos posturas sexuales. A ellas les molesta especialmente la falta de interés de ellos cuando intentan abordar el tema. Incluso algunas afirmaron en la consulta que en determinado momento llegaron a sentirse juzgadas o cuestionadas por insistir en probar o experimentar con posturas y cosas nuevas y que eso les llegó a afectar en otras relaciones.
Un ejemplo de ello es el caso de una mujer que le explicó en la consulta que acababa de comenzar una relación heterosexual y que, aunque le gustaba que le masajearan, le lamieran y le chuparan los pies, se sentía cohibida y no se atrevía a decírselo a su novio porque su pareja anterior le había juzgados por ese deseo.
Otro caso que relata Raquel Graña es el de una pareja heterosexual que llevaba dos años de relación, pero no estaba teniendo relaciones satisfactorias plenas porque ella sentía que él era demasiado brusco a la hora de practicar sexo oral y que en algunas ocasiones le había acariciado el ano sin su consentimiento.
Ante estos dos casos la sexóloga explica que la forma de trabajarlos es trabjar de forma independiente con cada una de las partes y después de forma conjunta, con el fin de que lleguen a un acuerdo que resulte satisfactorio para ambos. «Para mejorar las relaciones sexuales la pareja debe tener un grado de confianza elevado. Deben ser capacdes de expresar sus fantasías, sus gustos, sus placeres… Incluso deben animar al otro a probar una experiencia nueva. La confianza se fomenta a través de la comunicación y de los momentos compartidos», revela.
Si no te expresas, no sé lo que te gusta
Cuenta la sexóloga que, en líneas generales, es una práctica más frecuente en las mujeres expresar en forma de gemidos, sonidos o exhalaciones lo que les gusta o no durante la relación erótica. Sin embargo, algunas de ellas se quejan de que algunos hombres no pronuncian ni palabra ni sonido alguno en el sexo, ni siquiera cuando llegan al orgasmo. Esto es algo que suele molestar mucho a sus parejas, pues el hecho de no recibir ningún tipo de señal evita que tengan información sobre las cosas con las que más disfrutan durante la relación sexual.
Sí, la higiene importa
Algunas mujeres se quejan de la falta de higiene de su pareja e incluso llegan a asegurar que han dejado de tener relaciones sexuales con ellos por cosas tan aparentemente triviales como que les huele el aliento, no se duchan a diario o tras una actividad deportiva o no tienen en cuenta el aseo de sus partes íntimas antes de la práctica de sexo oral. «Eso de que un hombre sudoroso y maloliente puede resultar sexualmente más atractivo es uno de los falsos mitos que aún persisten y que ha dejado de tener sentido», comenta la sexóloga.
Hay vida más allá de los genitales
La experta insiste en la necesidad de promover que la erótica se debe centrar en el placer general y en el disfrute de toda la extensión del cuerpo y no solo de los genitales ni solo con el orgasmo como fin último. «Cuando a los hombres se les enseña a disfrutar de otras partes, como de su cuello, espalda, manos, brazos, pies, descubren una forma de placer diferente a la que no estaban acostumbrados», afirma.
Por último y como consejo para ambos, la sexóloga de Íntimas Conexiones, propone practicar el «slow sex», una práctica que puso de moda la terapeuta Diana Richardson con su libro sobre la sensualidad consciente para una sexualidad plena y sostenida. En general, el «slow sex» propone aplicar la base del mindfulness al sexo, de modo que la pareja tome conciencia de lo que está haciendo en cada momento y no tenga prisa en vivirlo o disfrutarlo. Ambos deben desnudarse con calma, acariciarse mutuamente cada centímetro de su piel y explorar cada parte del cuerpo como si la descubrieran por primera vez. «Es algo que genera una gran conexión entre la pareja y aumenta la confianza entre ambos», asegura la sexóloga.
Con información del ABC
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