Este viernes estrenamos en Salud Primero una serie de colaboraciones de la periodista Delia Angélica Ortiz (*): “Mamá y el sexo”. Nuestro agradecimiento a ella y hoy iniciamos con los mitos sobre los niños y las niñas vistos como “angelitos asexuados”.
No es “no”. Me compartieron los materiales de Proyecto TABÚ, una iniciativa chilena preventiva de abuso sexual infantil. Es una miniserie de video animados en la que especialistas de la Universidad de O´Higgins explican cuáles son los mitos sobre la sexualidad infantil.
Pensar en los niños como “angelitos asexuados” es quizá el primer mito que deben desmontar los educadores sexuales. Todos somos seres sexuados desde el vientre materno. Las dimensiones de las sexualidad van más allá del “sexo” y el mero “placer carnal”. La sexualidad saludable involucra relaciones con consentimiento, salud sexual y conocimiento de nuestro cuerpo. Negarlo solo nos complicará la vida.
Ofrecer educación en sexualidad —adecuada a la edad de cada niño— es fundamental para prevenir abuso sexual infantil, pues damos a los niños herramientas para identificar situaciones de riesgo.
Los programas de atención a víctimas de abuso sexual infantil han documentado (hasta el cansancio) que los principales agresores sexuales son familiares y cuidadores. Abuelos, padrastros, tíos, padres biológicos, primos, hermanos, vecinos y maestros están en la lista de quienes comenten manoseos contra los niños, los obligan a ver pornografía, se masturban frente a ellos o les piden tocamientos.
Esto ocurre “hasta en las mejores familias” y el confinamiento social puso en mayor grado de vulnerabilidad a los niños que viven encerrados con su agresor.
Los videos de TABÚ explican que es insuficiente advertir a los niños que “nadie puede tocar sus partes íntimas”, pues de manera inconsciente transferimos al menor la responsabilidad de cualquier abuso. Así que también hay que enseñar sobre el placer y el displacer.
Ponerle nombre a las sensaciones y a las emociones permite que los niños comuniquen con claridad cuando algo les gustó mucho, pero también los empodera para que cuenten cuando ocurrió algo que les desagradó.
Hay un ejercicio que se llama “cosquillas con consentimiento”. Es algo tan sencillo que les enseña “respeto”, pues el juego se detiene cuando ellos piden que pare el cosquilleo. Hay niños a quienes no les gustan las cosquillas y es importante que sepan que los adultos deben respetar cuando un niño dice: “No me gusta jugar a eso”.
Imagine a un niño torturado por las cosquillas, pidiendo a gritos que paren, pero el adulto a cargo no lo hace. Ese niño recibe la señal de que sus sensaciones no importan, que su voz no vale y que su decisión de parar no es valorada.
Es fundamental que los niños aprendan a decir “no” y aprendan a respetar el “no” de las otras personas. Eso es “consentimiento”. Una herramienta fundamental para construir relaciones saludables a lo largo de su vida. Sin dudarlo, todas las denuncias de violencia de género que se reportan todos los días están relacionadas con eso. Hay alguien que no está respetando el “no” de otra persona.
Desde que comenzó el confinamiento social, los datos comenzaron a alarmar a organizaciones civiles y funcionarios públicos con las llamadas de auxilio al 911. Tan sólo en junio, se registraron 700 reportes diarios reportando violencia de pareja. Eso es 30 llamadas por minuto.
Hay que aclarar que cuando se habla de violencia de pareja, la estadística es imprecisa respecto a si llamó un hombre o una mujer. En el análisis publicado por México Evalúa se puede consultar la estadística. Casi estoy segura de que, en la mayoría de esas denuncias, los adultos involucrados fueron niños a quienes no les enseñaron a respetar el “no” del otro.
“No es no” es el libro recomendado para esta importante lección. Está ilustrado por la británica Cherie Zamazing y escrito por la australiana Jayneen Sanders. Trillas lo tiene disponible para México, en español, a un precio muy accesible (menos de 80 pesos en algunas librerías). El texto inicia advirtiendo que no debemos obligar a que los niños reciban besos de tíos ni abuelos, pues esa es la regla de oro para mostrar a los niños que son dueños de su propio cuerpo. La historia y los dibujos invitan a que los niños se hagan conscientes de que nadie puede invadir su espacio personal.
Las imágenes de este libro serán familiares para los niños que viven en entornos urbanos. También pone el foco sobre las niñas, así que al leerlo recuerde que se debe empoderar por igual a “todes” los menores, sin importar su género, pues tanto niños como niñas deben contar con la herramientas para defenderse y reportar una agresión sexual.
También visite la iniciativa TABÚ, porque encontrará cinco capítulos de una miniserie con estrategias para desmontar mitos y construir una sexualidad saludable. Uno de los principales aciertos de estos videos es que están diseñados para la comunidad latinoamericana. Así que maestros y padres de familia mexicanos se sentirán identificados y cómodos con las escenas que ahí se presentan.
*Delia Angélica Ortiz es divulgadora en Educación Sexual. @mimamayelsekso
Dejar un comentario