Mamás en cuarentena

El arcoiris detrás del Covid

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Lo único que no nos quita, es la ilusión del mañana…

Estoy convencida que existe un arcoiris detrás del COVID porque siempre prefiero ver el lado positivo de las cosas, aún en las peores circunstancias como esta pandemia que ha azotado a muchos hogares y cobrado la vida de miles.Pero yo prefiero concentrarme en lo que viene después de la tormenta porque sé que estos días, que se han convertido en semanas y meses tendrán un impacto positivo en mi familia, en la relación con mis hijos, con mi esposo y hasta en mi trabajo.

Al principio fue muy difícil tratar de encajar en mi propia casa, mi antigua normalidad y mis horarios de oficina estaban desconectados de la rutina matutina de mis hijos, del desayuno, de la comida, del ir y venir, de los berrinches en la mesa, de las peleas por la televisión, por el celular y por absolutamente todo.

Mi convivencia diaria con ellos no rebasaba las cuatro horas.Los primeros días de la cuarentena pensé incluso que mi matrimonio se sumaría a la cifra de las cosas destruidas por el COVID, pues durante los 13 años que llevo casada jamás había convivido tanto tiempo con mi esposo, estaba acostumbrada a despedirme de él a las 7 am y volverlo a ver a las 11 pm.

Su presencia me incomodaba, parecía un extraño conocido, después de pelearnos, ignorarnos y reconciliarnos hemos logrado reencontrarnos, coincidir y hasta construir nuevos planes juntos.

La contingencia ha modificado mis horarios, mis rutinas y hasta mis prejuicios. La nueva forma de trabajo que me ha llevado a permanecer más tiempo en casa, a su lado, me ha permitido conectarme con mi papel de mamá, prepararle el desayuno a mi familia, ver caricaturas con mis hijos, hacerles cosquillas por las noches sin tener que correr para acostarme y cumplir con mis escasas 6 horas de sueño.

Aunque las clases virtuales me volvían loca de estrés tuve la oportunidad de conocer a sus compañeros de clase, de valorar el trabajo de sus profesores por tratar de mantener su atención a pesar de la distancia y las dificultades tecnológicas que implican la educación en línea; pero sobre todo, a lo largo de estos cuatro meses, he disfrutado la maternidad con todos sus altibajos, desde los gritos desesperados por el agotamiento y la desesperación hasta las lágrimas por un abrazo o por ver una película de Disney.

En todo este tiempo no me inscribí a ningún curso, no estudié un nuevo idioma y ni siquiera terminé de leer un libro que ya tenía empezado, pero sin duda ha sido el periodo más productivo que he tenido como mamá, y estoy agradecida con Dios y con la vida por darme la oportunidad de criar a mis hijos de tiempo completo, por permitirme estar presente en la recuperación de la cirugía que le practicaron a mi hijo mayor una semana antes del confinamiento y por tener la oportunidad de estar presente para escuchar a mi hija pronunciar la letra “erre” correctamente por primera vez.

Al final del día, me doy cuenta que una vez más no tuve tiempo para mi misma, porque mi prioridad siempre es mi familia, tratar de mantener la casa limpia y ordenada, lavar la ropa, cubrir sus necesidades alimenticias que me tienen metida muchas horas en la cocina y un largo etcétera, pero sé que este tiempo no volverá, que algún día regresaremos a nuestras rutinas, separados, que ellos crecerán y dejarán de necesitarme como lo hacen ahora, pero mientras ese día llega disfrutaré ser su prioridad, su necesidad y su chef de cabecera.

“A pesar de lo difícil… disfruto ser su prioridad, su necesidad, su chef de cabecera…”


Nada en estos tiempos ha sido fácil, trabajo en un hospital, los contagios entre las pacientes y el personal médico son alarmantes, me preocupa acudir a las instalaciones, pescar el virus y llevarlo a casa, pero aún así debo continuar, extremando todas las medidas de higiene y distancia para disminuir el riesgo al mínimo.

En fin… con mis poderes de mamá (como le digo siempre a mis hijos) yo decreto que en medio de este caos de incertidumbre existe un arcoiris al final de todo que protege a mi familia del miedo y de la enfermedad, que cada día, hora o semana que restan de la contingencia nos unirán y fortalecerán aún más, que regresaremos un día al parque a que Emiliano juegue fútbol y Romina rompa sus pantalones en la resbaladilla, porque lo único que el COVID 19 no nos puede arrebatar es la ilusión de soñar con el mañana.

Acerca del autor

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Fernanda De los Ríos

Es egresada de la licenciatura de Comunicación y Periodismo en la UNAM, graduada con Mención Honorífica. Actualmente, tiene a su cargo la coordinación de Comunicación Social del Instituto Nacional de Perinatología. Su trayectoria abarca desde medios electrónicos a impresos, en donde ha sido productora de espacios informativos y reportera. Inició su carrera en MVS Televisión como guionista y realizando programas de entretenimiento, deportes y noticias. Combina su carrera profesional con las labores de madre de dos hijos muy intensos.

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