Cuántas de nosotras nos movemos en auto porque no concebimos otra posibilidad para llevar de un lado a otro, de forma “segura y rápida” a nuestra prole… más la carreola, más la pañalera, más el juguete, más la mochila, más todo lo que se nos ocurre cargar, porque lo necesitamos.
Podría asegurar que somos muchas -incluso quienes no solíamos viajar en automovil particular- quienes tras la maternidad llegamos a ver el auto como un artículo de la canasta básica, un artículo de primera necesidad y creemos, con firme devoción que el auto nos resuelve la vida.
Porque claro que hay otras maneras de desplazarse: caminar, usar bicicleta, transporte público, pero ninguna nos ofrece la comodidad y protección que nos da Don auto. ¿Quién es la primera que estaría dispuesta a renunciar a ello? ¿yo? ¿tú? ¡Ni locas!
Espera, ¿y si la vida de tu hija o hijo dependiera de dejar de usar el auto… lo harías? En México cada año mueren al menos mil 680 niñas y niños menores de 5 años de edad por enfermedades relacionadas con la mala calidad del aire. Esta cifra se incrementó casi 60 por ciento entre 1990 y 2015, debido a las altas concentraciones de contaminantes, la gran mayoría vinculadas con el uso de transportes como el automóvil.
Para muchos estos pueden ser número fríos. Para nosotras, nosotros, mamás, papás, no. Para mí son Ivanna, José María o María José, Emiliano, Frida, Valeria, Fernando, Valentina, Maximiliano, Sara, Mateo, Sofía, Claudia, Alejandra, Patricio, Daniela, Jorge, Regina, Natalia, Daniela, Paula, Santiago, son mis dos bebés que con solo 14 meses de edad vivien entre alergólogos, lubricantes nasales e inhaladores para controlar las crisis tempranas de asma que ya padecen, porque viven entre aire de mala y de muy mala calidad y son tus, nuestras hijas e hijos.
Y de verdad que no estoy hablando de hechos surrealistas. Bronquitis agudas, disminución de la capacidad pulmonar, asma, alergias, irritación de ojos y mucosas ¿les suena familiar? Estos padecimientos están relacionados con la exposición continua a varios de los contaminantes que salen de los escapes de nuestros coches.
En 2016 -último del que se tiene registro- las muertes de personas menores de 0 a 4 años representaron 53.4 por ciento del total de muertes por asma en menores de 18 años. En ese año también se registraron mil 902 muertes por infección respiratoria aguda de niñas, niños y adolescentes. Algo podemos y tenemos que hacer por la salud de nuestros niños porque una vez que tenemos esta información no podemos hacer como que no sabemos.
Y aquí la pregunta no es ¿pero dime cómo le hago para dejar mi auto si no hay alternativas de transporte público seguro y eficiente?
La pregunta es ¿cómo le hacemos si dejar nuestro auto es la única alternativa para dejar de contaminar tanto el aire que respiran nuestros niños y niñas?
Yo soy mamá, tengo dos hijos, bebés. Trabajo, los llevo a la guardería, me llueve.También me da miedo tomar un taxi, no puedo manejar una bici con mis dos críos en brazos, caminar sí, mientras la distancia no sea muy grande… ¿a dónde quiero llegar? A que yo también tengo auto y lo uso porque sé y entiendo lo complicado que puede ser precindir de él. Escribo esto, sin embargo, desde la conciencia de que es necesario reducir su uso, desde la búsqueda de posibilidades. No invito a dejar el auto al 100 por ciento, pero sí a hacer un uso más racional de él, que estemos concientes que cada kilómetro son emisiones, miles de menores que las respiran y enferman, y por ellos, cada kilómetro menos, también cuenta.
Usarlo o no usarlo, en realidad no hay disyuntiva cuando la salud y la vida de nuestros peques es lo que está en juego. Caminemos cuando sea posible, hagamos por compartir el auto, no solo será más económico si dividimos gastos, también será más divertido, dejémoslo guardado cuando más que la necesidad su uso esté motivado por la comodidad.
Dejar un comentario