Hace poco más de un mes, una nota sorprendió a la opinión pública: Entre 2010 y 2018, se triplicó el número de jóvenes con VIH en México. A diferencia de quienes los antecedieron -la llamada generación X-, los reportes señalaron que los millennials no tienen la misma percepción del riesgo ante el VIH y otras infecciones de transmisión sexual.
¿Qué ha pasado en los últimos 8 o 10 años para que esto sucediera? A nivel global se descubrieron algunas respuestas interesantes.
El año pasado UNICEF publicó el reporte: Women: At the heart of the HIV response for children -Mujeres: en el centro de la respuesta al VIH entre los niños-. Uno de los datos más alarmantes es que cada hora, 30 adolescentes entre 15 y 19 años contrajeron VIH.
En este informe también se mencionan los bajos niveles de conocimiento y percepción de riesgo ante el VIH. Actualmente este padecimiento ya no es mortal y los antirretrovirales han extendido la esperanza de vida.
Sin embargo, también hay que recordar, que no en todos los países hay cobertura universal y que el tratamiento mensual promedia los mil dólares. Tan solo el año pasado, -en nuetro país-, hubo 15 mil infecciones nuevas, lo que se traduce en 40 personas infectadas cada día.
Además del informe global de la UNICEF, en México, las condiciones de violencia y precariedad, también han marcado la sexualidad de las y los jóvenes. De los casi 40 millones de niños, niñas y adolescentes que viven en nuestro país, más de la mitad se encuentran en situación de pobreza y 4 millones viven en pobreza extrema.
En el tema de una vida libre de violencia para ellos y ellas, estamos bastante mal: al menos 6 de cada 10, han experimentado algún método de disciplina violento.
En un contexto de precariedad, múltiples violencias y falta de oportunidades, las/los jóvenes no tienen condiciones -educativas, económicas, sociales- para tomar mejores decisiones respecto a sus cuerpos y sus vidas. No es suficiente con dar becas escolares o impulso al primer empleo, es bueno, pero no suficiente. Los derechos sexuales y reprodutivos, deberían ser un tema prioritario.
Estas cifras deberían movernos a pensar en el impacto de las violencias en sus vidas. No es casual que este periodo coincida con los últimos 10 años de “guerra indefinida” en México. Esto ha impactado en todos los ámbitos, por supuesto el sexual, no podrían ser la excepción.
Afortunadamente muchas organizaciones de la sociedad civil y algunas universidades no han dejado de trabajar por generar materiales de calidad y campañas de prevención para que los encuentros sexuales de los/las jóvenes sean seguros, placenteros y sobre todo… ¡libres de violencia!
Mientras tanto, a nivel gubernamental, las campañas de prevención han pasado a la historia y parece que ahora, uno de los enormes desafíos será disminuir estas cifras en un contexto cada vez más complejo.
Hace 36 años se notificó el primer caso de VIH en México. Desde entonces las políticas públicas se orientaron en lograr el acceso universal a los medicamentos retrovirales y a la prevención. En este terreno, tanto la transmisión por vía sanguínea, como por vía perinatal, lograron mantenerse bajo control.
Para ayudar a frenar la propagación de la epidemia, UNICEF, en estrecha colaboración con ONUSIDA y otros aliados, puso en marcha una serie de iniciativas, entre ellas:
- Poner fin al sida entre los adolescentes. Esta campaña que tiene como objetivo llegar a los adolescentes de 25 países prioritarios donde vive el mayor número de adolescentes con VIH del mundo.
- “Start free, stay free, AIDS free”: un marco destinado a reducir el número de nuevas infecciones por el VIH entre mujeres adolescentes y jóvenes a menos de 100.000 para el año 2020.
- La Hoja de Ruta 2020 para la Prevención del VIH: un plan de acción para acelerar la prevención del VIH centrándose en los obstáculos estructurales, como las leyes punitivas y la falta de servicios adecuados, y destacar el papel de las comunidades.
En agosto de 2008 se realizó la XVII Conferencia Internacional de VIH en México, uno de los objetivos fue renovar el compromiso para ampliar los programas de prevención, tratamiento y atención en VIH y Sida. En aquel entonces, uno de los objetivos más importantes era detener la propagación del VIH para el 2015. A 11 años de este encuentro global, habría que evaluar si estos objetivos se cumplieron, al menos en México, parece uno de ellos no.
Es imprescindible que el Estado mexicano tome seriamente la educación sexual integral en todos los niveles educativos, -incluido el preescolar- y en espacios como mercados, plazas, ferias y otros lugares de encuentro donde conviven jóvenes no escolarizados.
Del 21 al 24 de julio se realizará en la Ciudad de México la Conferencia IAS sobre Ciencia del VIH. Se trata de un encuentro único en su tipo donde se presentará lo más reciente en investigación médica y científica en el tema.
Aprovechemos este foro global para retomar la agenda y hacer una profunda reflexión colectiva de los por qués ante las nuevas infecciones por VIH.
No responsabilicemos del todo a los millennials por este repunte, mejor construyamos colectivamente nuevas respuestas que generen condiciones para el ejercicio libre y placentero de sus derechos sexuales.
Dejar un comentario