El Trastorno Obsesivo Compulsivo o TOC es una afección en la que las personas experimentan pensamientos no deseados y miedos conocidos que les generan ansiedad y estrés. Esas ideas obsesivas suelen disminuirse al realizar actos repetitivos destinados a aliviar la incomodidad.
“Para que se considere un trastorno, estos pensamientos deben ocupar al menos una hora al día y afectar la vida laboral, académica o social de la persona”, explicó el doctor Daniel Nikolaus Álvarez Núñez, coordinador y docente de la Maestría en Neuropsicología de CETYS Universidad, Campus Mexicali.
Existe una diversidad de pensamientos obsesivos que pueden aparecer en los pacientes, ya sean relacionados con la limpieza, la simetría o el orden, que pueden llevar a rituales como lavarse las manos constantemente, revisar puertas repetidamente, separar los objetos por colores o evitar pisar ciertas líneas o grietas al caminar. Aunque estas acciones ofrecen un alivio momentáneo, terminan perpetuando el ciclo del TOC.
Desde un enfoque neurocientífico, el TOC está vinculado a disfunciones en áreas específicas del cerebro, como la orbitofrontal ubicada en la corteza prefrontal, las áreas subcorticales, el tálamo y los ganglios basales, que regulan el control de impulsos y los pensamientos intrusivos.
Cuando estas regiones no funcionan adecuadamente, los pensamientos obsesivos invaden la mente, dificultando la capacidad de la persona para ignorarlos, expresó el experto de CETYS Universidad.

Causas de su aparición
El profesor Daniel Nikolaus Álvarez explicó que el Trastorno Obsesivo Compulsivo surge de una base multifactorial que podría combinar genética y ambiente, esto debido a que estudios indican que entre el 40 % y 60 % de los hijos de personas con TOC tienen mayores probabilidades de desarrollar el trastorno.
Adicionalmente a las causas señaladas, existen eventos traumáticos, estrés temprano o patrones de personalidad perfeccionista que pueden incrementar el riesgo de desarrollar TOC.
“No es una regla, pero ciertos rasgos, como el perfeccionismo extremo combinado con antecedentes familiares, aumentan significativamente las probabilidades”, señaló el especialista.
Asimismo, enfatizó que el diagnóstico oportuno es clave, por lo que recomendó acudir a un profesional de la salud mental si las obsesiones interfieren con la vida diaria. Los síntomas suelen manifestarse durante la adolescencia o en la adultez temprana, aunque también pueden aparecer en niños.
En la actualidad, el tratamiento más efectivo combina terapia farmacológica y terapia cognitivo-conductual. Los medicamentos ayudan a regular los desequilibrios químicos en el cerebro, mientras que la terapia cognitivo-conductual enseña a cuestionar los pensamientos obsesivos y a reemplazar las compulsiones por respuestas más adaptativas, ayudando a los pacientes a gestionar mejor sus pensamientos y respuestas, concluyó el doctor Álvarez.
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