Jamás entenderé cómo y por qué una persona puede maltratar a otro ser indefenso como lo es un animal. Y en este caso, hacemos referencia con especial énfasis a los animales de compañía, como lo son los perros y gatos.
En sus ojos, en su mirada, puedes reflejarte y en su trato, se refleja el entorno de una persona, de una familia, de una sociedad. Mucho se ha dicho que quien es violento con un animal, puede serlo también con una persona. ¿Qué opinas?
Estudios en otros países han demostrado que mujeres que han sufrido o viven una situación de violencia familiar han expresado, en un 68%, que sus animales también han sido víctimas de maltrato; el 54% no ha sido capaz de abandonar la relación por ellos y el 94% mencionó que si en su momento hubiera tenido protección para sus mascotas, se hubiera alejado de esa situación mucho tiempo antes.
Los perrhijos y gathijos forman parte de la familia y por ello, al ser maltratados o amados repercute en todo su contexto.
Cuando una persona, pareja o familia viven en un ambiente sano, armonioso, respetuoso y amoroso, la alegría, cuidados y cariño se reflejan en sus mascotas. Cuando no, también. El maltrato animal es un indicador de que se respira otra situación de violencia en ese lugar.
En ocasiones, comentan los expertos, la persona que agrede a un animalito lo hace para dañar emocional y psicológicamente a la pareja u otra persona, creando una situación de miedo hacia él o ella, de silencio y de dominación.
Otros dicen que cuando una persona se queja de que su mascota sufre maltrato, es porque él o ella también lo viven, pero no lo dicen.
Así que, como el vínculo con una mascota es tan fuerte como con otra persona o miembro de la familia, es entendible que por ella se tomen ciertas decisiones y en ocasiones, se sufra en silencio, pero como el propietario es su voz y quien puede protegerlo, ese amor por el(la) perrhijo(a) o gathijo(a) puede ser lo que motive a una persona (que también es maltratada de alguna manera) a amarse y respetarse, a protegerse y a decir ¡basta, no más maltrato ni para mí ni para ellos!
No podemos ser indiferentes ante el maltrato animal, porque hay un ser que lo sufre y muy probablemente, detrás un humano que vive lo mismo. Una mascota que padece hambre, sed, está encadenado, expuesto a la intemperie las 24 horas, que carece de afecto, es abandonado y/o sufre agresiones físicas o verbales u otro tipo de abuso, es casi seguro que el humano más apegado a él también sufra de violencia física, emocional, verbal, económica o de otro tipo.
Es un reflejo total, por lo que no debemos ser indiferentes ante estas situaciones y decir ¡ni uno más! Un ideal es desear… ni uno más maltratado, ni uno más abandonado, ni uno más atrapado por la perrera, ni uno más encadenado, ni uno más abusado, ni uno más golpeado, ni uno más insultado, ni uno más pateado, ni uno más hambriento y sediento, ni uno más abandonado a su suerte, ninguno más atropellado… por lo que también es necesario actuar a favor de ellos.
¿Cómo? Con una mayor legislación contra la crueldad y maltrato animal; con el fomento de una cultura de adopción y tenencia responsable; con una cultura de valores que incluyan amor y respeto hacia los animales; con acciones positivas de Responsabilidad Social como transformar los antirrábicos en hogares perrunos y trabajando en conjunto: Sociedad y autoridades correspondientes en pro del bienestar animal.
Cuidarlos no es solo una labor de animalistas, es una obligación de todos. Amarlos es una opción para cada quien, pero respetarlos es una obligación que todo ciudadano debe cumplir. Solo que, para ello… ¡su humano también debe amarse y respetarse!
No se debe justificar ninguna manifestación de crueldad animal, porque al hacerlo, solo hará que lo que empiece como un juego, reto o travesura, termine en una tragedia. ¡Es una tristeza ver cómo las Redes Sociales reflejan diariamente casos de maltrato animal!
Desafortunadamente, el violentómetro humano podría adaptarse también en versión animal, con su semáforo de amarillo a rojo, por lo que en estos casos, si se es indiferente ante quienes no pueden hablar, el silencio se convertiría en sinónimo de complicidad, aunque la referencia fuese el miedo.
En concreto y en paralelo, cualquier tipo de maltrato animal ocasiona un maltrato emocional al humano que ama a ese o esos animalitos. Y viceversa. El vínculo es tan fuerte que, en ocasiones, solo los involucrados lo comprenden….
(En homenaje a Dominga. Amén.)
Dejar un comentario