Ganglios inflamados, fiebre, sudor nocturno y cansancio, posibles signos y síntomas de linfomas. Lo destacan en el marco del Día Mundial del Linfoma, que se conmemora este 15 de septiembre.
Estos son tumores malignos del tejido linfático, el componente principal del sistema inmune. Se originan sobre todo en los ganglios, pero también pueden iniciarse en otros órganos y representan, junto a la leucemia y el mieloma, la quinta causa de muerte por cáncer en adultos a nivel mundial.
Dado que constituyen un grupo de enfermedades heterogéneas, es fundamental acceder al diagnóstico temprano para identificar a qué tipo y subtipo pertenece el tumor, situación de la cual dependerán el tratamiento y el pronóstico.
Dentro de los denominados linfomas no Hodgkin se encuentra el subtipo T, menos frecuente pero, en general, más agresivo. En los países occidentales, los linfomas T más frecuentes son los denominados ‘T periféricos’ y representan entre el 12 y 15 % del total de los linfomas no Hodgkin.
El saber popular, heredado de generación en generación, indica que los ganglios situados en el cuello, la ingle y las axilas actúan como una suerte de ‘centinelas’ que nos alertan de que algo funciona mal en el organismo. Si se inflaman, pueden estar indicando la existencia de un proceso infeccioso. Sin embargo, los especialistas destacan que ante la persistencia de esos signos es importante consultar con un médico y realizar más estudios, para descartar que se esté ante la presencia de un linfoma.
Otros síntomas como fiebre persistente, cansancio, pérdida de peso involuntaria, sudoración profusa de noche y picazón en el cuerpo, sin causa aparente, también deben ser motivo de consulta para detectar precozmente o descartar la presencia de esta enfermedad.
“En este tipo de enfermedades es poco probable hacer prevención, pero sí se puede concientizar de que cualquiera de estos síntomas amerita la consulta para, de ser necesario, extraer una muestra del ganglio inflamado y estudiarlo para arribar al diagnóstico”, señaló Dra. María Silvana Cugliari, Jefa del Departamento de Hematología del Instituto de Oncología Ángel H. Roffo-UBA.
Los linfomas, junto a las leucemias y el mieloma, representan la quinta causa de muerte por cáncer en adultos a nivel mundial. En Estados Unidos, los linfomas representan casi el 5% de todos los nuevos casos de cáncer, con 82.000 nuevos casos estimados para 2019.
Dentro de los Linfomas No Hodgkin, se hallan los indolentes y agresivos (de acuerdo a su evolución) o subtipo B y subtipo T (según el tipo de célula que lo origina). Los subtipos T son menos frecuentes pero, en general, más agresivos. En los países occidentales, los linfomas T más frecuentes son los denominados ‘T periféricos’ (PTCL) y representan entre el 12 y el 15% del total de los Linfomas No Hodgkin.
Otros datos internacionales señalan que aproximadamente el 10 por ciento de los Linfomas No Hodgkin en los Estados Unidos y Europa pertenecen a los ‘T periféricos (PTCL)’, en tanto que esta proporción puede llegar al 24 por ciento en algunas partes de Asia.
Dependiendo del subtipo, los síntomas del PTCL pueden manifestarse en muchas áreas diferentes del cuerpo, incluyendo la piel, los ganglios linfáticos, el hígado, el bazo y la médula ósea. Los pacientes tienden a ser diagnosticados con enfermedad avanzada y experimentar síntomas como fiebre, pérdida de peso, erupción cutánea y sudores nocturnos.
“Es importante saber que hay linfomas que son potencialmente curables con tratamiento. Además, está demostrado que cualquier linfoma tiene mejor evolución cuanto más precozmente se diagnostique y se lleve a cabo el tratamiento, salvo excepciones, donde puede considerarse un tiempo de observación previo al tratamiento. Las opciones terapéuticas incluyen la quimioterapia tradicional, la radioterapia, las terapias dirigidas, las inmunoterapias, el trasplante de médula ósea y una combinación de estas alternativas. El tratamiento más adecuado para cada paciente dependerá de múltiples factores. Desde hace algunos años, los anticuerpos monoclonales, en combinación con quimioterapia, han mejorado la evolución de los linfomas. Por otro lado, se encuentran en desarrollo otras opciones terapéuticas que seguramente permitirán optimizar y ajustar el tratamiento de los linfomas a cada paciente”, concluyó la Dra. Cugliari.
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