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Urge detener el hambre y la desnutrición para romper ciclos de enfermedades: UNAM

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Escrito por Redacción

16 de octubre. Día Mundial de la Alimentación

El hambre y la malnutrición generan personas más propensas a enfermedades, lo cual reduce sus oportunidades de desarrollo y crecimiento como población económicamente activa. Esto genera un ciclo negativo que reduce sus medios de subsistencia y que es necesario detener.

En el marco del Día Mundial de la Nutrición, que se conmemora el 16 de octubre, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), recordó que dos mil millones de personas en el planeta carecen de acceso habitual a comestibles seguros, nutritivos y suficientes, de acuerdo con datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Debido a esa dificultad de acceso a alimentos suficientes y de calidad, en el año 2022 se calculó que 148 millones de niñas y niños sufrieron retraso en el crecimiento y 45 millones de menores de cinco años presentaron emaciación, que es insuficiencia de peso respecto a la talla, de acuerdo a los mismos datos de la ONU.

DGCS/UNAM

Urge cambio de modelo

En el tema de la alimentación, el panorama es crítico y el reto enorme, en especial porque el modelo de producción vigente no es sostenible, afirma Julieta Ojeda Gómez, encargada del despacho del Programa Universitario de Alimentación Sostenible (PUAS) de la UNAM.

Al actual ritmo de consumo, dice al citar al Fondo Mundial para la Naturaleza, la humanidad necesitaría casi tres planetas Tierra para satisfacer sus demandas en este rubro y energía en 2050. A mediados de 2024, el número de habitantes alcanzó los ocho mil 200 millones y va a seguir aumentando, “y con ello habrá crecientes necesidades de producir alimentos para todos”.

A la agenda de la alimentación se agrega el concepto de la sostenibilidad. “Como humanidad debemos impulsar ese cambio de paradigma, en el cual se cubran las necesidades de una población creciente, pero además se preserven los recursos para las generaciones futuras”. Sin esa óptica, será todavía más complejo lograr que todos ejerzan este derecho.

Julieta Ojeda refiere que a pesar de que la producción actual es suficiente para todas las personas, hay un problema de desperdicio que ocurre en todas las etapas, desde la producción hasta la distribución y el consumo.

Según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, publicado en marzo de 2024, los hogares de todos los continentes desperdiciaron el equivalente a más de mil millones de comidas cada día durante 2022.

DGCS/UNAM

Del total de las desperdiciadas ese año, 60 por ciento se desechó en los hogares, mientras que 28 por ciento correspondió a los proveedores de servicios alimentarios y 12 por ciento al comercio minorista, detalla la entrevistada.

Y en México la situación no es menos alarmante porque el desaprovechamiento anual es de 94 kilos por persona, cuando el 23.5 por ciento de la población vive en pobreza alimentaria, precisa el Informe del Índice de Desperdicios de Alimentos 2021 de ese Programa.

Otro aspecto importante, comenta la integrante del PUAS, es la gente que no vive en inseguridad alimentaria, pero por malas decisiones, ignorancia, comodidad o por el ritmo de vida, no accede a comida sana. “Una pizza de 99 pesos nos sacia, pero no cumple los requerimientos nutricionales que contribuyan a nuestra salud”.

Tampoco hay que olvidar que los requerimientos cambian de acuerdo con las diferentes etapas de vida. A ello se suman condiciones relacionadas con la salud que necesitan ingestión especial, por intolerancias, alergias, etcétera.

En esta efeméride -proclamada por la FAO el 16 de octubre y que se celebra a partir de 1981- recordemos que nos asiste un derecho, pero también debemos hacernos responsables de nuestro consumo, acota Ojeda Gómez.

En este contexto, sugiere reducir la ingesta de carne y mejorar la de vegetales, frutas, cereales y leguminosas que aportan nutrientes; comprar comestibles de temporada y locales, entre otras medidas más sustentables.

DGCS / UNAM

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