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El día en que mi cuerpo lloró… Mamá en duelo…

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Escrito por Diana Guzmán

Lactancia en duelo

Cuando muere un bebé llegan consigo miles de repercusiones: emocionales, físicas, espirituales, por mencionar algunas. El cuerpo y el corazón se dividen ante este suceso… eres una mujer lista para cuidar, para amamantar, para criar pero, tu bebé, ese hijo tuyo, no está, y todo tu cuerpo y tu ser lo busca, cual mamífero desesperado por encontrar a su cría; porque, si no lo sabías, formamos parte de los mamíferos, parimos, damos de mamar, protegemos como unas leonas a nuestra cría.

Asimismo, la buscamos con instinto impulsivo tan natural, pero nuestro bebé no está y eso nuestro cuerpo no lo sabe, tampoco lo saben las miles de hormonas que estuvieron a la alza en todo el embarazo.

Estas hormonas que nos ayudaron a sostener el embarazo, estas hormonas que nos ayudarían a amamantar y a tener una estabilidad emocional para proveer todo este cuidado a este bebé que recién llegaría a nuestros brazos, pero para muchas mujeres, nuestra amada o nuestro amado bebé nunca llegó a nuestros brazos, o no de la manera que esperábamos.

Muchas escuchamos ecografías en silencio, sin ese tic tac del corazón fuerte que alguna vez paralizaría todo nuestro ser; quizás vimos la cara desolada del prestador de salud que no emanaba ninguna palabra; quizás la muerte llegó sin siquiera esperarla porque estábamos a mitad del parto; o vivimos la experiencia de verlos nacer en apariencia sanos para enterarnos horas más tarde de una complicación médica que nunca esperamos y así, nuestros pequeños hijos, partieron de este mundo terrenal.

Quienes nos hemos quedado en este posparto sabemos que es el más difícil de vivir, nada nos regula las hormonas, esto ocurriría si lactáramos a nuestro bebé. Nadie nos dijo que el precioso líquido que alimentaría y seguiría dando vida a nuestro pequeño, saldría sin detenerse y es que el cuerpo no lo sabe, sigue su función normal, para lo que se fue preparando durante cada semana.

Para muchas, me incluyo, el ver salir leche fue sorpresivo, no hubo explicación, ni acompañamiento amoroso de nadie, sólo me vendaron y me medicaron, como si quisieran eliminar cualquier rastro y recuerdo de lo que acababa de vivir.

Cada día la leche siguió saliendo, los pechos estaban tan llenos y calientes que sentía que explotarían; ni siquiera quería verme, me sentía tan ajena hacia mi propio cuerpo, como si él no me perteneciera.

Toda yo estaba dispuesta a criar, a cuidar, a amamantar y, sobre todo, a amar a una bebé que no estaba, la leche no dejó de salir por meses. La medicación no lo logró. Hoy estoy convencida que era una forma en que mi cuerpo lloró tan terrible suceso. Yo seguí llorando por muchos meses más…

“Hoy estoy convencida de que lactar en duelo, fue una forma en que mi cuerpo lloró la pérdida de mi hijo….”

Acerca del autor

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Diana Guzmán

Diana Guzmán es doula, tanatóloga, tallerista y acompañante de madres, padres y familias en MISS-Eca Red de Apoyo ante la Muerte Gestacional y de la Niñez Temprana

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