Mamás en cuarentena

Y tener que enfrentar a la vida y a la muerte

Cuando las noches nos llenan de pensamientos y culpas

Decidí no llevar más a mi hijo al colegio regresando de un puente vacacional del 17 de marzo. Ya cuatro meses, en donde el tiempo ha sido relativo: a veces muy lento y ahora mismo que lo cuento, siento que se ha pasado muy rápido.

No sé si fue porque ya tenía un poco la paranoia de lo que familia y amigos estaban viviendo en España e Italia, pero el caso es que mi instinto me decía que ya nos teníamos que encerrar y así fue.

Mi esposo dice que nos anticipamos al confinarnos por cuenta propia, pero es que tampoco sabíamos o no queríamos pensar en que esto duraría tanto. Mi hijo lleva sin salir desde entonces, sin ver a nadie más que no seamos su familia (abuelitos, tío y tía) y su nueva prima que nació en plena pandemia. Ella es la cosa más bonita que nos ha pasado, sobre todo en estos días de confinamiento.

Mi niño, como es hijo único siempre ha sabido jugar y entretenerse solo, pero ahora siento que al estar en casa todo el día quisiera siempre ser el centro de atención y es ahí donde hemos entrado en conflicto los tres y aún estamos aprendiendo a manejar esas situaciones.

Mientras estaba con las clases online tenía parte del día ocupado y creo que se adaptó bastante bien, de hecho, él quiere seguir estudiando así, y me dice que sólo quiere regresar al colegio a la hora del recreo.

A mí me pesa tanto que a tan temprana edad tenga esta experiencia y se pierda aventuras y vivencias con sus amigos del cole, sus entrenamientos de futbol y básquet, que al final también dejó de tomar (porque esas clases sí le aburren online).

Y la verdad tenemos la suerte de que en la parte académica va bastante bien, aunque al principio creo que como a todos los padres más que a los niños nos costó adaptarnos a las clases por teams, zoom, etc.

La parte que ahora me preocupa más es la emocional. Creo que a todos nos ha afectado de diferente forma o lo expresamos diferente, mi hijo estos días  se ha vuelto demandante, quiere que estemos (ya sea su padre o yo) todo el tiempo con él. Habla mucho, se enoja, se desespera cuando no le sale algún juego, se aburre y llora, casi todos los días llora (igual que yo), y entonces se aísla, y por las noches, es un show para que se vaya a dormir…

Siempre nos pide dormir con alguno de los dos, así hasta que lo convencemos si tenemos suerte de que se vaya a su cama o de plano lo sobornamos. Entonces me entra el remordimiento por las noches por la poca paciencia que tengo o el poco tiempo que siento que le dedico. Y decido que al día siguiente seré una mejor madre, propósito de todas las noches, porque claro al otro día me doy cuenta de que no todo depende de mí, que hay tantas cosas que no podemos controlar, entre ellas el ánimo o humor del resto de la familia.

Por ahora le dejo conectarse con algunos amiguitos para jugar online que es la única manera que tiene de hablar con gente de su edad, creo que sí le ayuda y se divierte, aunque eso de estar varias horas con el iPad, es otro conflicto. Pero por ahora no hay de otra.

Decidimos salirnos de la ciudad desde hace mes y medio y ahora estamos en un pueblo cercano donde todo es más tranquilo, no tenemos vecinos a nuestro alrededor así que menos preocupaciones de contacto con ajenos.

Estando aquí recibimos la mala noticia de perder a la abuelita paterna, mi suegra. Eso fue un golpe muy fuerte, sufrimos mucho, lloramos mucho, rezamos y oramos mucho y con mucho dolor por la impotencia de no poder despedirnos de una persona que tanto amábamos y que siempre echaremos de menos.

Hoy no tengo más que agradecimiento y cariño para la señora Paquita, un ejemplo de buena persona y sobre todo de buena mamá. ¡Gracias!    

Acerca del autor

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Martha Lilián Rodríguez

Soy Licenciada en administración de empresas con posgrado en Negocios Internacionales, por la Universidad Tecnológica de México, trabajo en un negocio familiar desde el 2003, donde hemos tenido muchos logros y satisfacciones. Por gusto, estudio Cosmetología y Cosmiatría desde el 2018, hay mucho que aprender de la piel en cada etapa de la vida y espero algún día dedicarme a esto. ¡Me encanta! Tengo la fortuna de ser madre y esposa de tiempo completo, consentida por una gran mamá y un gran papá que siempre están presentes, hermana fiel y preocupona de mi hermano, al que amo. Chilanga de nacimiento y Juchiteca de corazón.

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