Una visión humana

Covid reabre las venas de América Latina

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Escrito por Leonardo Bastida

Crisis sanitaria, la otra pandemia en la región

Brasil se ha convertido en el país con mayor número de casos de Covid19, 107 mil 21, en América Latina y uno de los más numerosos del mundo, el octavo, aunque, como advierte The Lancet, estos números están subestimados, y podrían ser más. Lo particular del caso brasileño es que es el espacio geográfico del mundo donde más altas tasas de transmisión hay, siendo Río de Janeiro y Sao Paulo, los núcleos urbanos con más registros.

Igualmente, se caracteriza por ser un país donde más de 13 millones de personas habitan en favelas, donde, en promedio, hay tres personas por una habitación y con acceso nulo a agua potable. Y en otras regiones del país, en las zonas selváticas, no hay medidas de apoyo a la población como respuesta a la pandemia, mucho menos para las poblaciones indígenas, como lo ha denunciado el fotógrafo Sebastiao Salgado.

En contra respuesta, la comunidad artística, científica e intelectual ha enviado una carta para cuestionar la actitud del gobierno de Jair Bolsonaro, quien ha dicho que el brasileño no se enferma de Covid19, y que ha llamado constantemente a una “reapertura” de la economía, pidiendo la reactivar la investigación científica, los programas sociales y servicios públicos cancelados antes de la pandemia.

Los mapas de diferentes centros de investigación del mundo colorean de rojo o verde las partes del mundo donde se concentran el mayor número de casos de Covid19, la mayoría de ellos en Europa, Asia o América del Norte, pero también comienzan a aparecer Brasil, Chile, México y Perú, naciones que se ubican entre los primeros 20 países del mundo con más infecciones de Sars – Cov – 02.

Pero, a diferencia de los otros países ubicados en esta lista, los sistemas de salud de los estados latinoamericanos han colapsado ante la pandemia, viéndose rebasados por la falta de equipamiento y de recursos humanos y económicos para brindar atención, como resultado de la actual fragmentación, jerarquización y mercantilización de los sistemas de salud de la región. Como dato para reflexionar, hay estimaciones de que alrededor de 60 por ciento de la población de la región carece de seguridad social.

Esta segunda semana de mayo, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha reportado un aumento de casos en un 45 por ciento con respecto a la semana anterior, cifra que se traduce en 96 mil nuevas infecciones y cinco mil 552 muertes.

Información que esta semana ha dado a conocer la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), a través de la presentación del informe El desafío social en tiempos del Covid 19, el cual reveló que en esta zona del planeta hay alrededor de 215 millones de personas que viven en situación de pobreza, condición en la que podrían encontrarse unos 28 millones de personas más al finalizar la crisis sanitaria, y se prevé haya una disminución promedio de cinco por ciento en los Productos Internos Brutos locales y un aumento de más de tres puntos en la tasas de desempleo.

La preocupación del organismo es tal que ha propuesto la implementación de un ingreso básico de emergencia, que permita a quienes vivan en situación de pobreza, adquirir una canasta básica de alimentos y satisfacer otras necesidades básicas durante seis meses.

Medida que es únicamente paliativa, pues a corto plazo, advierte la Cepal, los países deben  trabajar en aspectos como la bancarización de la población y una mejor estadística y en un mediano plazo en el fortalecimiento del Estado de bienestar y la provisión universal de protección social, aspectos que si no se logran, representarán otra década pérdida.

De acuerdo con Carissa F. Etienne, directora general de la OPS, después de esta crisis sanitaria, se debe pensar en un nuevo paradigma en el que la salud sea parte de los ejes centrales, pues la inversión en los sistemas de salud ayuda a mantener a la gente segura y fortalece las economías,  pues la garantía del acceso a los servicios de salud ayuda a reducir las brechas de desigualdad existentes.

Hace 50 años, Eduardo Galeano escribía que América Latina era una región al servicio de las necesidades ajenas, primero, enviando una gran cantidad de materias primas a otros países, que obtienen muchas ganancias gracias a esos productos, y después, manufacturando muchos productos destinados para su uso y consumo en esas otras naciones, estados de ingresos altos, como recientemente les ha nombrado la nomenclatura vigente, que desea evitar debates sobre el concepto de desarrollo, el cual, casi siempre, está presente en esas regiones del mundo donde los recursos de Latinoamérica llegan, pero en ella, no.

Por esas razones, el escritor uruguayo consideraba que está era una región de “venas abiertas” porque en más de 500 años, siempre ha sido la zona del mundo que pierde, mientras otros ganan, una región “subdesarrollada” en beneficio del desarrollo de otras partes del planeta, y cuyo subdesarrollo, no es una etapa del desarrollo sino una consecuencia de.

A medio siglo de distancia de la publicación de Las venas abiertas de América Latina aparece en el mundo la mayor pandemia de la historia, una crisis sanitaria confinante de millones de personas en sus hogares, cuya característica principal ha sido sacar a flote las enormes desigualdades sociales, derivadas de un sistema económico inequitativo, provocando que quienes padecen Covid19 deambulen entre hospitales por días antes de recibir atención médica, como en la ciudad de México, antes llamada de la esperanza,  o que quienes fallezcan, sean arrojados a las calles, como en Ecuador, o que el país con más riesgo de infección sea Brasil, también poniendo en vilo a los millones de personas cuyo sustento está en la economía informal, quienes seguramente resentirán el verdadero impacto de la pandemia, pero como ha ocurrido históricamente, buscarán alternativas, como lo han hecho millones de latinoamericanos, los despojados, seguramente creativas y conscientes, y deseamos, con aires de cambio.

Acerca del autor

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Leonardo Bastida

@leonardobastida

Tejedor de historias y cronista de las realidades desde hace más de una década. Etnohistoriador de formación, apasionado por el cine, la literatura y las buenas charlas, investigo y documento vulneraciones a derechos humanos por cuestiones de género, diversidad sexual, VIH/Sida, entre otras causales. Por investigaciones periodísticas sobre tecnología mexicana aplicada al tratamiento del VIH y la ruta seguida por las mujeres del Estado de México para lograr la declaratoria de la alerta de género, obtuve los premios Nacional de Periodismo, otorgado por el Club de Periodistas, y el José Pagés Llergo.

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