La cura de la enfermedad causada por el coronavirus Sars – Cov- 02 se ha convertido en el objeto del deseo durante los últimos cuatro meses. Prácticamente, todos los días aparece alguna nota informativa en la que se asegura que ya hay avances en el descubrimiento de fármacos para poder tratarle y así evitar que miles de personas alrededor del mundo fallezcan.
Las respuestas han sido múltiples, aunque muchas de ellas han carecido de evidencia científica que les respalden, pues se ha recomendado la ingesta de vitamina C o el consumo de ibuprofeno o de antibióticos, o peor aún, la exposición indiscriminada a los rayos solares o el uso de desinfectantes a través de inyecciones, esto último, recomendado por el propio presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien después tuvo que desdecirse y exhortar a no hacerlo debido al registro de situaciones en las que personas llegaban a hospitales
Hasta el momento, datos recabados por la revista médica británica The Lancet, se han registrado más de 500 protocolos clínicos en diferentes partes del mundo para buscar la ansiada “cura” para el Covid19. La mayoría de ellos buscando verificar la posible eficacia terapéutica de algunos medicamentos como la interacción entre el lopinavir–ritonavir, utilizado por varios años, como un antirretroviral para VIH; la hidroxicloroquina, ocupada comúnmente para la malaria así como el lupus y la artritis reumatoide o las terapias de plasma convaleciente, consistente en utilizar la sangre donada por personas que se han recuperado de la enfermedad de Covid19 a fin de aprovechar los anticuerpos generados.
En los últimos días, los ojos del mundo están volcados hacia el fármaco experimental llamado remdesivir, desarrollado originalmente para el tratamiento del ébola y otras infecciones virales, y que posteriormente, fue probado en laboratorio, y algunos animales, para responder a enfermedades causadas por la presencia de otros coronavirus como el síndrome respiratorio agudo grave, cuyos primeros casos también se registraron en China y otros países asiáticos, o el síndrome respiratorio de Medio Oriente, documentado en 2012 en varios países de esa región del mundo.
Este medicamento, suministrado por la vía intravenosa, aún no aprobado para su uso comercial en ninguna parte del mundo, es un inhibidor, lo cual permite que en este caso, el coronavirus Sars – Cov – 02, no tenga capacidad de reproducirse, y por lo tanto, no se pueda diseminar, infectar otras células y estar presente en varias partes del cuerpo.
El 27 de abril, el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los Estados Unidos anunció los resultados de un estudio clínico en el que se utilizó remdesivir para tratar a personas con Covid19 en etapa avanzada.
En la investigación participaron mil 63 personas, quienes fueron hospitalizadas en diferentes centros de salud de los Estados Unidos, Europa y Asia, en total 68, y fueron monitoreadas por casi las dos semanas de estancia que tuvieron dentro de distintos hospitales, a partir del 21 de febrero y hasta el 17 de abril. Los resultados preliminares del proyecto revelaron que quienes tomaron el fármaco tuvieron una recuperación más rápida que quienes sólo habían recibido placebo en un 31 por ciento, lo cual se tradujo en cuatro días menos de hospitalización y en una reducción de las tasas de mortalidad.
Sin embargo, el pasado 29 de abril, un grupo de investigadores de China presentó los resultados de un estudio similar, aplicado a 237 personas, quienes estaban en la etapa más grave de la enfermedad y que fueron hospitalizadas en la ciudad de Wuhan entre el 6 de febrero y el 12 de marzo. De estas 158 recibieron el fármaco y 78, no.
Tras un monitoreo de 21 días, el equipo de investigadores concluyó que no hay una mejoría estadísticamente significativa entre quienes tomaron el medicamento con quienes no, por lo que no consideran que el uso de remdesevir sea significativo.
Ante los resultados de ambos estudios, se espera que en próximos meses haya un mayor número de evidencias científicas para determinar la efectividad del antiviral. Aunque, debido a la situación, la Administración Federal de Drogas de los Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés) ha autorizado su utilización en casos de emergencia a partir del 30 de abril. Autorización que no implica, a corto plazo, su uso comercial y masivo, pues las investigaciones sólo han sido llevadas a cabo con personas en situación de gravedad, pero no en personas infectadas, que no han desarrollado la enfermedad o que no han requerido de hospitalización.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que hasta el momento no existe ningún medicamento ni tratamiento específico para tratar la enfermedad de Covid19 por lo que recomienda ampliamente continuar con prácticas preventivas como el lavado de manos a fondo y con frecuencia; evitar tocarse los ojos, la boca y la nariz; cubrirse la boca con el codo flexionado o con un pañuelo, en caso de usar este último, desecharlo inmediatamente y lavarse las manos, y mantener una distancia de al menos un metro con las demás personas.
Medidas que de aquí en adelante deben ser permanentes, pues el propio organismo internacional, a través de la voz de su titular, Tedros Adnahom, ha resaltado que aún dista mucho para poder considerarse que la crisis sanitaria se ha resuelto.
Entre tanto, la comunidad científica internacional continuará proponiendo soluciones farmacológicas y de vacunas a fin de que para un previsible segundo brote exista el mayor número de herramientas posibles y disponibles. Parte de estos avances se conocerán en julio de este año, cuando, expertos de todo el mundo se reúnan en una conferencia global virtual enfocada específicamente al tema del Covid19, un hecho inédito en la historia de la ciencia.
Solidaridad mundial y unión es el llamado que ha hecho la OMS en los últimos días.
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