Ayer parecía un día normal en la Unidad Médica Familiar (UMF) No.9 del Instituto Mexicano del Seguro Social, que se ubica en Calle 7, col. San Pedro de los Pinos. Filas y filas de gente esperando pasar tanto a la clínica como a su consulta. Más filas para surtir las recetas, y una cantidad considerable deambulando, tanto afuera como adentro.
Pero ayer no era un día normal. Estábamos en el día 18 de la Jornada Nacional de Sana Distancia que implementó el Gobierno Federal para contener los contagios por el llamado Coronavirus (COVID-19), con medidas de sana distancia, el lavado de manos constante o uso de gel antibacterial, y por supuesto el llamado a quedarse en casa. Sin embargo, nada de esto se aplica en la UMF 9 de @Tu_IMSS.
Cifras del IMSS estiman que en un día normal se atiende a 500 mil personas en el país en las clínicas familiares del país. Y aunque la normalidad ya no debería de aplicar en tiempos del Coronavirus, en estos espacios miles de personas, principalmente adultos mayores, acuden para atender sus enfermedades (y la de la mayoría de los mexicanos, según nos ha contado en sus conferencias vespertinas el subsecretario Hugo López-Gatell): diabetes mellitus, cardiopatías, hipertensión y todas aquellas que deterioran la calidad de vida de las personas de 60 años para arriba (y no porque sólo ellos se enfermen, pero es el grueso de la población que asiste mensualmente a sus citas).
Al llegar a la unidad médica no. 9 lo primero que vi fue caos en la entrada. Por un lado filas de personas esperando turno para poder ingresar a la cita vespertina que empieza a las 13:30 (cuando yo llegué eran aproximadamente las 12:00 horas). Y por el otro lado, muchas personas, los acompañantes, dispersos porque ya no se permite el ingreso mas que al paciente. Toda esta gente que se aglomera en la entrada no guarda la famosa sana distancia y la gran mayoría no usa cubrebocas. Ni tampoco nadie les decía que debían de hacerlo.
En la puerta había dos personas, tal vez enfermeros, con todo el equipo de protección: guantes, cubrebocas, lentes, gorro, bata y zapatos cubiertos. Ambos contaban con termómetros digitales que ponían frente a tu cabeza para tomar la temperatura corporal. Pese a ser testigos, o más bien los provocadores de mantener afuera a las personas, en ningún momento pidieron a la gente dejar espacio entre ellos. Tampoco repartían gel antibacterial ni pedían a las personas lavarse las manos para poder ingresar.
Como yo iba a hacer un trámite para renovación de carnet no tuve que hacer la fila de la calle, y una vez tomada mi temperatura corporal se me permitió el acceso. Y allí, en el lobby en donde se ubican las ventanillas de control interno y la farmacia, todo, absolutamente todo lo que implica la Jornada Nacional de Sana Distancia valió. No se aplican ni una sola de las medidas y a nadie, médicos, enfermeras, trabajadores sociales y personal administrativo de @Tu_IMSS, parecía importarles o preocuparles.
Frente a mi había cinco filas de aproximadamente 50 personas cada una, esperando su turno para surtir las recetas en la farmacia. Yo calculo eran entre 200 a 300 personas, entre hombres y mujeres, principalmente adultos mayores en ese espacio, formados uno tras otro, que se tocaban, se juntaban, platicaban y veían con desesperación que el tiempo se espera se prolongaba. Y ese tiempo de espera se me hizo más eterno porque mi mente sólo pensaba en el caldo de bichos que allí se estaba cocinando. Qué impotencia no poder gritar e invitar a la gente a que tomara todas las precauciones necesarias. No podía dejar de preguntarme qué tanto sabían de las maneras en las que pueden contagiarse de COVID-19.
En no más de 10 minutos salí, porque justamente por la demanda que tiene la clínica 9, me transfirieron a la UMF 26 que se ubica en la calle de Tlaxcala, col. Hipódromo Condesa. Cuando llegué allí, el panorama fue distinto. Una persona de seguridad revisaba tus documentos para saber si en ese día o en esa hora tenías que estar en la unidad. Al dejarte pasar, un enfermero te pedía que hicieras fila para lavarte las manos en un improvisado lavado que instalaron en el patio. Y aunque en la fila nadie guardaba su sana distancia, me las ingenié para tener mi espacio, y de vez en vez volteaba a ver a las chicas que estaban detrás de mi para que interpretaran mis ojos de pistola y entendieran que debían dar unos pasos atrás. Mi trámite fue rápido y sin aglomeraciones, y salí un poco aliviado aunque muy preocupado de lo que había visto en la UMF 9.
Cuando iba de regreso le marqué a mis padres, señores de 80 y 83 años, porque ellos acuden a la UMF 9 del IMSS. Me confirmaron que esas filas las tienen que hacer mes con mes, cuando tienen que acudir a su cita y recoger recetas. También me contaron que en su última cita el doctor les había dicho que podían mandar a un familiar a recoger la receta, ya que ellos son personas muy vulnerables al coronavirus (por la edad, porque ambos son hipertensos y diabéticos, y en el caso de mi padre, hasta del corazón está malo).
@Tu_IMSS sin duda tiene que implementar medidas urgentes de protección para las personas que acuden a sus clínicas familiares. Es más, ya debieron de estar en vigor en plena ejecución. Ir a la consulta familiar nunca es agradable. Siempre hay mucha gente, los espacios son reducidos, hay muchas quejas sobre la atención y una larga lista, pero es la realidad de 6 de cada 10 mexicanos que tienen el servicio del IMSS.
Ojalá @zoerobledo, Director General de @Tu_IMSS instruya a su equipo para implementar un protocolo urgente en las UMF. La carga de trabajo es dura para nuestros médicos y enfermeras. Pero vale la pena tomar cartas en el asunto pues de lo contrario podrían surgir brotes preocupantes de infecciones en estas clínicas.
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