Antimio Cruz
Pacientes con cánceres que se creía eran incurables en vejiga, pulmón, mama y piel, han logrado sobrevivir más tiempo del pronosticado y, en algunos casos, han logrado curarse, gracias a que recibieron tratamientos con inmunoterapia, según reportes presentados a lo largo de 2019 por las revistas científicas y médicas más prestigiadas del mundo como la británica Nature y la estadunidense The New England Journal of Medicine (NEJM).
En el marco del Día Mundial contra el Cáncer, que se conmemora este 4 de febrero, vale la pena recordar que comienzan a encenderse una luz de esperanza en cánceres que se creía incurables y los resultados documentados el año pasado demuestran por qué la inmunoterapia comienza a considerarse como “Cuarta Vía” en el combate a tumores, después de la cirugía, la radio terapia y la quimioterapia.
Esos mismos resultados permiten explicar a la población por qué, en 2019 los pioneros de la inmunoterapia recibieron el Premio Nobel de Medicina: William Kaelin Jr., Gregg L. Semenza, Peter Ratcliffe,
El primer caso de una mujer curada de cáncer de mama, con inmunoterapia, fue reportado en junio por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y también se dieron a conocer datos de personas que tenían cáncer de piel metastásico y que han logrado sobrevivir dos años sin que progrese la enfermedad, mientras que otros pacientes con dispersión de cáncer o metástasis han logrado frenar este avance con las terapias que se basan en apoyar al sistema inmune.
La inmunoterapia no es aplicable a todo tipo de pacientes ni a todo tipo de cánceres, pero cada vez son más los candidatos a beneficiarse de este abordaje terapéutico que consiste en la aplicación de medicamentos que tienen como función fortalecer al sistema de defensas del cuerpo humano y así hacer que los linfocitos-T ataquen y destruyan a las células enfermas o cancerígenas.
Cada año cerca de 190 mil personas en México reciben un diagnóstico que les informa que padecen cáncer. Más de la mitad de estos pacientes puede sobrevivir, pues en el país se registran 80 mil decesos anuales por cáncer. Aquellos que superan la enfermedad son generalmente los que fueron diagnosticados en etapas tempranas o que responden exitosamente a alguno de los cuatro tipos de tratamiento mencionados.
La corriente terapéutica más joven, que es la inmunoterapia, surgió en laboratorios entre 1984 y 1990, cuando dos científicos observaron, por separado, que algunas moléculas que están presentes en la superficie de las células de cáncer (a la cual llamaron CTL-4 y PD-1), impiden el sistema de defensas se pegue y destruya a las células enfermas.
Uno de los investigadores, llamado James Allison, trabajaba en el Hospital MD Anderson, de la Universidad de Texas; mientras que, en una región muy lejana, el doctor Tasuku Honjo, realizaba estudios con la misma orientación, pero en la Universidad de Kioto. Ellos dos expusieron, antes del año 2000, que si se lograba bloquear a las moléculas CTL-4 y PD-1, se ayudaría al sistema de defensas a hacer su trabajo para eliminar células cancerígenas.
“La importancia del descubrimiento de los galardonados con el Premio Nobel de Medicina 2018, radica en que son los padres de la inmunoterapia, que es una terapia que hasta hace pocos años se desconocía; básicamente consiste en activar la respuesta inmunológica del paciente para atacar directamente al cáncer. Los descubrimientos consisten en: el de Allison, descubrió una molécula que se llama CTL4 que es la que puede ser un blanco susceptible para el tratamiento contra el cáncer y fue la primera inmunoterapia descubierta en el mundo; de igual forma Tasuku Honjo en la Universidad de Kioto, descubrió otra molécula que se denomina PD1 que igual es una molécula que puede inhibir la función de los linfocitos T con lo cual es un blanco para que se pueda atacar y pueda ser efectivo contra el cáncer”, explicó el doctor Eduardo Baños, oncólogo del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, del Instituto de Seguridad Social al Servicio de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
DEFENSAS NATURALES.
La inmunoterapia ha logrado destacados avances en el tratamiento de pacientes con algunos tipos de cáncer como el melanoma.
De acuerdo con Jorge Alatorre Alexander, oncólogo del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), antes de que se adoptara la inmunoterapia, de cada 10 pacientes con melanoma de tercer grado, es decir, cuando el cáncer de piel ya se ha extendido a otros órganos, la mitad moría en los siguientes seis meses. Actualmente, investigaciones internacionales han demostrado que 20 por ciento de cada 100 pacientes con melanoma tratados con inmunoterapia logra vivir 10 años más, cuando anteriormente lograba, difícilmente, dos años de sobrevida.
“El melanoma es un cáncer en el que la quimioterapia no hizo nada para su control, es decir, el beneficio era muy pequeño. Cuando se comenzó a utilizar una vía diferente, se observó que la terapia incrementaba la esperanza de vida: de vivir seis meses podían llegar a 10. Esta perspectiva es de control duradero de una enfermedad, que no se tenía en la quimioterapia. Creemos que estos resultados con melanoma pudieran reproducirse en pacientes con cáncer de pulmón, el tipo de neoplasia que causa un mayor número de muertes en el mundo”, explicó el doctor Alatorre Alexander.
Aunque los resultados más optimistas de la inmunoterapia se concentran en el tratamiento del melanoma y el cáncer de pulmón, también comienza a usarse en otro tipo de neoplasias como son las de próstata, vejiga, cabeza y cuello.
Uno de los retos actuales de esta rama de investigación es responder cómo se puede identificar aquellos pacientes que sí tienen probabilidades de responder al tratamiento.
La identificación de los biomarcadores potenciales en inmunoterapia del cáncer es hacia donde apunta la investigación, con miras a encontrar nuevos lugares del organismo donde la terapia pueda ejercer su acción. Éste es el campo en el que trabaja, en México, el maestro en ciencias médicas por la Facultad de Medicina de la UNAM, Óscar Arrieta Rodríguez, titular del Laboratorio de Oncología Experimental del Instituto Nacional de Cancerología de México (Incan). Hasta ahora, Óscar Arrieta ha encontrado un inhibidor de la fagocitosis, un proceso biológico que actúa como defensa ante una infección.
A decir del doctor Arrieta, la identificación de biomarcadores podría evitar efectos en el organismo relacionados con el tratamiento, pero también permitirá aumentar la capacidad del tratamiento e incluso identificar potenciales terapias de combinación.
“Los esfuerzos que estamos haciendo es tratar de combinar la quimioterapia con la inmunoterapia para tener un efecto sinérgico a la respuesta del tratamiento. Esto ha tenido una respuesta drástica. Estamos en la búsqueda de mejores biomarcadores para poder determinar qué pacientes pueden ser los que más se pueden beneficiar del tratamiento”, expresa Oscar Arrieta.
CÁNCER DE MAMA.
El 5 de junio de 2019, la revista científica británica Nature, informó que una mujer de 49 años con cáncer de mama metastásico que se había quedado sin ninguna opción de tratamiento parece haberse curado completamente tras recibir una innovadora inmunoterapia desarrollada en el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos.
Veintidós meses después de terminar el tratamiento, no hay ningún rastro detectable de cáncer en su cuerpo, afirmó el equipo de médicos y científicos que la ha tratado, al presentar el caso.
El tratamiento consistió en extraer linfocitos (un tipo de células inmunitarias) de uno de los tumores de la paciente; en identificar aquellos pocos linfocitos que son activos contra las células cancerosas, pero que son demasiado escasos para frenar la progresión de la enfermedad; en multiplicarlos en el laboratorio para obtenerlos en gran cantidad; y en transfundir 82 mil millones de linfocitos a la paciente para que ataquen los tumores.
El avance “es importante porque demuestra que esta estrategia puede ser eficaz en los llamados tumores fríos”, es decir, aquellos que tienen pocas mutaciones y que hasta ahora se consideraban resistentes a la inmunoterapia, destacó Alena Gros, quien ha trabajado siete años en el equipo del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos.
Gros, que actualmente trabaja en Cataluña, en el Instituto de Oncología de Vall d’Hebron (VHIO) para desarrollar esta inmunoterapia, destaca que es “un tratamiento que ofrece una alternativa a pacientes que no tienen ninguna alternativa”. Pero advierte que “es una terapia personalizada, que debe crearse a medida para cada paciente y que aún no está a punto para aplicarse a gran escala”.
La mujer tratada en Estados Unidos forma parte de un ensayo clínico en el que se tratará a 332 pacientes y que terminará en el 2024. No todas las personas que han recibido el tratamiento hasta la fecha han respondido igual de bien, aunque aún no se han presentado datos detallados de eficacia.
RECUPERAR LAS DEFENSAS.
De acuerdo con Jerónimo Rodríguez Cid, oncólogo médico y titular de la Clínica de Cáncer de Pulmón del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), la inmunoterapia es un tratamiento que ayuda al sistema inmunitario a estimular su capacidad de detectar y atacar las células cancerosas, en comparación con la quimioterapia, en la cual se usan medicamentos diseñados para acabar con las células cancerosas y evitar su proliferación.
Si bien el sistema inmunológico protege el cuerpo de infecciones o células anormales, explica el especialista, las células tumorales desarrollan mecanismos de resistencia que les permiten inhibir o evadir la respuesta inmunológica, evitando destruir el tumor. Sin embargo, las investigaciones científicas han permitido conocer cada vez más cuáles son estos mecanismos por los que los tratamientos convencionales pueden fallar.
“Generalmente en nuestro cuerpo se producen células tumorales, pero nuestro sistema inmunológico es capaz de destruirlas; pero cuando las células desarrollan un escape inmunológico, estas pueden desarrollar mecanismos de invasión. Las investigaciones relacionadas con la inmunoterapia pretenden descubrir los mecanismos por los cuales las células tumorales se ‘esconden’ y evaden el sistema inmunológico”, explica.
Actualmente existen dos tratamientos (fármacos) pilares que dentro del lenguaje médico se conocen como anti-CTLA-4 y anti-PD-L1, que ayudan a los linfocitos T (células del sistema inmunológico) a responder y coordinar la respuesta a través de la producción de citocinas, proteínas, y para atacar el tumor.
“Cuando la célula tumoral interactúa con los receptores CTLA-4 y PD-L1, que se encuentran en el linfocito T, impide una respuesta contra la célula. Recordemos que el linfocito T es el lóbulo blanco encargado de matar las células tumorales y los agentes extraños de nuestro organismo. Lo que hacen los tratamientos inmunológicos como anti-CTLA-4 y anti-PD-L1, dos de los cuales ya se distribuyen en México, es bloquear la capacidad de interacción entre estas dos células, y el linfocito se mantiene activo contra la célula tumoral”, detalla.
CAUTELA OBLIGADA.
A pesar de las esperanzas que abre la inmunoterapia como nueva vía de tratamiento contra el cáncer, tal como sucede con la quimioterapia, en la inmunoterapia existen efectos adversos. Óscar Arrieta Rodríguez explicó que pueden generar una respuesta inmunológica contra la tiroides, la hipófisis y el páncreas.
“Como consecuencias de la estimulación del sistema inmunológico, se puede presentar autoinmunidad, aunque es poco frecuente pero son efectos adversos que pueden generarse y son menos graves que con la quimioterapia”, agrega.
Jorge Alatorre Alexander destaca que al igual que otros tratamientos, la inmunoterapia no es apta para todo paciente ni para todos los tipos de cáncer.
“Sería un error, el cual hemos cometido en muchas ocasiones. Por ejemplo, con la quimioterapia se pensó que sería ideal para todos los pacientes, lo mismo cuando salieron tratamientos de medicina personalizada (terapias biológicas), se pensó que sería la panacea. Lo importante es escoger adecuadamente al paciente para que le funcione su tratamiento”, concluyó.
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