—¿Loca? No, mi’jita. Loca, Bernarda de Alba y esas pobres mujeres de principios del siglo XX.
Fue lo primero que pensé. Pero no lo dije. Ya bastante tienen mis pobres hijos con tener que soplarse el Romance Sonámbulo que siempre me escuchan recitar. A su hortaliza, en la azotea, decidieron llamarla “Verde viento” en alusión a ese poema de Federico García Lorca.
Me acuso culpable de una locura alimentada (en gran medida) por el bombardeo de caricaturas, juguetes, ropa, disfraces, comida “nutritiva” y chatarra, clases de inglés y chino mandarín, karate y un montón de cosas más que aparentemente los niños necesitan.
Nada que ver con la locura de Bernarda de Alba y sus cinco hijas que fueron víctimas de una sociedad tradicional que ejercía una violencia tremenda contra las mujeres que debían reprimir su sexualidad y estaban condenadas a buscar la libertad en la prisión de un matrimonio arreglado. Esa mamá sí que se volvió loca al decretar para ella y para sus hijas un luto de 8 años.
Afortunadamente, o al menos eso creo y espero, me está tocando ejercer una maternidad muy distinta. Siendo, mi abuela y mi madre, mujeres completamente adelantadas a su tiempo, solo me queda seguir sus pasos. Así que, cada vez que puedo, soy la peor influencia que un niño pueda tener. Les doy una sobredosis de arte. No importa si es contemporáneo, clásico, alternativo. La idea es darles una especie de antídoto al consumismo desbocado que me asfixia.
Ver “Mar de Luto” con mis hijos fue el contraveneno ideal. Casi puedo decir que nos generó suficientes anticuerpos para sobrevivir a las princesas y a los unicornios multicolores que últimamente nos acosan en cada esquina. Inspirada en “La Casa de Bernarda de Alba” de Federico García Lorca, esta coreografía es parte de la iniciativa “Bailarinas Master” de Laura Rocha, bailarina, coreógrafa y directora de Barro Rojo Arte Escénico.
Es un proyecto que se atreve a romper el estereotipo de que la danza solo es privilegio de cuerpos perfectos adheridos a la juventud. Muestra que un bailarín sigue siendo tal, aún cuando termine su ciclo en la danza profesional y cambie de giro, porque bailar es un lenguaje que subsiste en el cuerpo, se enriquece y madura con las nuevas vivencias. La danza es parte de nuestra memoria sensorial, a pesar de los nuevos trabajos que cualquiera deba hacer, incluida la maternidad.
Al terminar una de las funciones, Laura comenta que el principal reto del “Elenco Master” es la disponibilidad de tiempo de mujeres que se dividen entre trabajo, casa, hijos, familia. Me sentí tan identificada.
Ver en escena a la maravillosa Edith Maya fue el principal motivo para dejar de hacer la tarea de un lluvioso jueves por la tarde. Quería que mis hijos vieran que Edith es más que solo la mamá de una de sus mejores amigas.
“Teníamos que sacarnos esa espinita de que dejamos de bailar y regresar al escenario a pesar de situaciones que tienen que ver con la maternidad: el cuidado de los niños, dejarlos encargados, llevarlos y recogerlos de la escuela. Eso hacía nuestros ensayos muy cortos. Quería que mi hija me viera bailando, porque es importante acercar a nuestros hijos al arte, pero también es importante enseñarles que podemos seguir haciendo en la vida lo que más nos gusta”, dice Edith en una peculiar entrevista que debemos hacer con intercambio de audios vía Whatsapp, donde de fondo escucho que se anuncia la sala para abordar un vuelo, en algún aeropuerto del mundo.
Edith es sobrecargo. Hace crianza monoparental de una niña que le implica el desafío adicional de entender el síndrome de Down con una mirada fresca, sin tabús, sin etiquetas. Con un acercamiento que quizá solo puede tener alguien que entiende el arte desde su propio cuerpo.
La hija de Edith, mis propios calates y los chiquillos de las otras bailarinas observan hipnotizados la representación. Se escuchó un “mamá”, al iniciar la función. Después solo se ven niños seducidos por el revoloteo de las faldas, la fuerza de los cuerpos, la energía del cabello suelto en movimiento.
Al final, un suicidio. ¿Me preguntarán algo? Seguro después de esto se van a poner a colgar a las Barbies. En mi locura sé que no es necesario explicar nada. Así es el arte. Los niños lo saben, mejor que nadie.
Barro Rojo. Compañía mexicana de danza contemporánea, con 37 años de trayectoria.
Próximas presentaciones: https://www.facebook.com/barrorojoarteescenico/
Obra: “Mar de luto”
Elenco Master: Laura Rocha, Edith Maya, Arisbeth Laguna, Luisa Ocampo y Maricarmen Uribe.
Fotos: Cortesía Barro Rojo
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