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‘A las mujeres nos educan para buscar la aprobación’

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Escrito por Ana Francis Mor

¿Cuántas cosas no decimos, por miedo?

Bebo café en la esquina de mi casa. Hoy no trabajo, solo observo. El comportamiento humano me fascina. Gracias a Diane Torr, una performer británica con quien tomé un taller hace unos años, aprendí muchas cosas sobre cómo nos comportamos las mujeres frente a los hombres.

Haga usted el experimento conmigo. Mire a una pareja heterosexual
conversando en un restaurante o café. No es importante escuchar, es importante observar. El mandato masculino es echarse para adelante y hablar. Hablar y hablar. Explicar el mundo, sepa o no de lo que está hablando. El mandato para nosotras es escuchar y asentir todo el tiempo con una pequeña sonrisa. Siempre buscando la aprobación.

Las mujeres siempre buscamos la aprobación, pienso mientras le doy otro trago a mi café. Y si eso es cierto y yo soy mujer ¿En qué busco yo la aprobación? Bueno, digamos que soy actriz y me paro en un escenario para que me aplaudan es decir, mi gusto por la aprobación no es algo de lo que pueda esconderme, pero ya hablando en el tema de lo privado, sé perfectamente cuántas cosas no he dicho en cuantas relaciones por el miedo a sentir que no me aprueban, que no me quieren.

En estos días el fantasma de la exclusión, desaprobación, volvió a rondarme el corazón. Lo conozco como la palma de mi mano. Es una especie de tinta que empieza a teñir los colores de sombras y se aparece justo cuando estoy siendo más afortunada, en esos momentos en los que ya de veras nomás falta que baje Dios y me diga en la cara: ya te fijaste que eres mi consentida, tarada? Relájate y disfruta!

Bueno, pues justo en esos momentos, me aparece la costumbre con la que crecí, de creer que no, que no merezco lo que estoy recibiendo, que todo esto tiene un monstruo escondido y que no hay manera de que salga bien.
Sí. Me da terror la desaprobación.

Y mientras le doy otro sorbo a mi café me acuerdo de esto que me hace notar mi amiga Leika de cómo las fotos de las estrellas pop femeninas en Instagram son todas en la onda soy sexiporno y mírame las chichis aunque cante poca madre y que las fotos de los chavos tienen de todo, ellos en guapísimos de torax de lavadero o ellos con su perro en camiseta, o sea de todo. Ellas no son aprobadas a menos que se vendan así, ellos no tienen ese
problema.

Y entonces pienso en los perfiles de Facebook de las actrices jóvenes y en cómo me ha sorprendido la constante de las fotos en posición hiper sexualizada y que muchas me han dicho, pues es que si no, no te llaman a los castings. Y me acuerdo cuando mi amiga Luz Elena, especialista en análisis del porno mainstream y alternativo me explicó como en el mainstream las caras de las mujeres siempre están mirando a cámara, para que él que observa tenga la fantasía de que es con él con quien ella está fornicando. Y los hombres que participan en la toma no muestran mayor cosa el rostro. Ellas son objetos, ellos accionan sobre el objeto.
Y entonces, como el porno es la escuela de sexualidad, construimos un erotismo basado en complacer a como de lugar para buscar la aprobación.
Complacer y buscar la aprobación.

Y entonces se me acerca el mesero a ofrecerme cosas que no necesito y con una amabilidad cortante, sin sonreír, le digo que no, gracias, que solo vine por café y el sigue con su perorata mientras yo me acuerdo la cantidad de veces que soporté peroratas que no necesitaba de tipos en bares o en cualquier lugar y que soporté para no ser percibida como la loca, es decir, por buscar su aprobación, hasta que dije basta.
Le dije al mesero en un tono más cortante: estoy disfrutando mi silencio, gracias. No necesito nada. No te portes grosera amiga, no te quería molestar, me respondió. Y no, no fui grosera. Fui clara, sin asentir y sin sonreír, es decir, sin buscar su aprobación.

A las mujeres nos educan para sonreír, complacer y buscar la aprobación. Y claro, no tenerla da terror. Pero cuando no la buscamos, le da terror a los demás. Hoy me fui sin la aprobación del señor mesero y me sentí mucho mejor. Me parece un buen principio. Falta mucho, pero una vez probadas las mieles del no lo necesito, ora a ver quién me detiene.

Acerca del autor

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Ana Francis Mor

Es actriz, cabaretera, escritora, directora teatral y activista mexicana. Es una de las fundadoras del colectivo Las Reinas Chulas que promueve el cabaret en México. Se ha especializado en derechos sexuales y estudios de género y en 2011 fue galardonada con la medalla Omecíhuatl por su labor a la construcción de la ciudadanía de las mujeres, otorgada por el Gobierno de la Ciudad de México.
Desde 2007 escribe en Emeequis la columna El manual de la buena lesbiana, la cual más adelante se recopiló en dos libros (2009, 2013). Publicó Para soñar que no estamos huyendo (2013), una adaptación de Ricardo III, la obra de Shakespeare. Lo que soñé mientras dormías es su primera novela.

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