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¿Cómo se sale del clóset?

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Escrito por Ana Francis Mor

Una historia de poliamor

¿Cómo se sale del closet con la familia, con la gente que más quieres? Y no, queride lector, no estoy hablando solamente del closet de la homosexualidad.

La verdad es que las personas todo el tiempo estamos saliendo del closet porque cambiamos y nos vamos haciendo lo que vamos siendo. Recuerdo aquella mañana a los 19 años, acostada en mi cama rosa, de mi habitación rosa con muebles rosas que mi madre insistió en mantener rosa para que yo no dejara de ser una hija rosa.

Aquella mañana de junio yo había decidido estudiar actuación y ya me habían aceptado en la escuela. No solo eso, me habían aceptado en segundo año directo porque consideraron que ya tenía cierta preparación. La panza me hacía guru guru. Por supuesto que no tenía yo idea de si la decisión era la más acertada. ¿Quién a los 19 años puede saber lo que quiere hacer para el resto de sus días? De hecho, ¿quién a cualquier edad puede saber lo que quiere hacer para el resto de sus días?

Pero la panza me dijo que sí, que eso era lo mejor para mi y la panza no se equivocó. Pero salir del closet como actriz fue un trabajo de mucho tiempo. Diez años después había gente de la familia que me seguía preguntando: ¿Y sigues en eso del teatro? A lo que yo respondía con mi acento más serio: No, ahora hago plomería y probablemente el próximo mes me dedique a la electricidad. Un maestro dela secundaria me dijo una vez. Ya supe que te dedicas al teatro, “qué lástima. Tenías capacidad para mucho más”.

Cuando salí del closet como no monógama, en mi familia me dijeron: ¿ya vas a salir con tus cosas? Siempre me he preguntado, ¿cuales serán esas cosas, mis cosas, que hacen que tenga que salir del closet todo el tiempo?

Y el problema es que una no puede y no tendría porque, tener oculta una parte de su vida. Entiéndanme, no es que yo, cada vez que conozco a alguien le diga: mucho gusto, yo soy Ana Francis, lesbiana, poliamor, actriz, escritora, católica y también mexicana, aunque si me lo pregunta me siento más bien latinoamericana. No. Pero si te preguntan ¿Cómo se llama tu pareja? Y tienes dos, ¿qué haces? ¿Mientes por convivir? Pues una naturalmente tendría que contestar y fin del asunto, pasar a otro tema. Pero eso no se puede. Si contestas un nombre mientes y excluyes. Si contestas dos puedes ganarte en el mejor de los casos una cara de rechazo.

Cuando empecé a salir del closet como poliamor fui teniendo dificultades diversas. La gente que te quiere y conoce a una de tus parejas, no sabe si a las otras parejas les tiene que escupir, dejar claro que no son tan importantes o abrazarlas en el amor universal.Y con la familia no lo he logrado. De alguna manera, en el espacio familiar he conservado la identidad de persona no monógama con pareja oficial, pero no se preocupen porque no las voy a poner en el brete de tener que lidiar con mis otras parejas aun que todas sepamos que existen.

Para mi el poliamor ha sido una práctica amorosa y relacional, pero a últimas fechas, sobre todo, se ha convertido en un enfoque de vida, una postura política ante mi propia historia y si me apuran, yo diría que se ha convertido en un camino espiritual. Yo, como tantas personas, vengo también de la maldita historia de la casa chica, la casa grande y los dramas baratos del engaño y la infidelidad. También crecí con los diálogos de telenovela en boca de mi madre, mi padre y la otra pareja de mi padre. También me rompió el alma la idea de que la monogamia era la verdadera felicidad y que todo lo otro era sucio, prohibido, retorcido.

La cosa es, que los tres adultos envueltos en el drama del engaño no pudieron haber hecho otra cosa más que lo que hicieron, con las herramientas que tenían y la época que les tocó. Y eso que hicieron les generó y nos generó a todes les hijes envueltos, mucho dolor. Pero el mundo gira y las siguientes generaciones podemos hacer otra cosa. Yo no pude y no quise ser monógama y eso me ha llevado a un camino de libertad al que ya no renuncio por nada. No, no ha sido un camino fácil e indoloro. Ninguno lo es. No, no me salió a la primera ni a la segunda.

Me ha tomado mi tiempo. Pero también aprender actuación me tomó mi tiempo. También aprender inglés me tomó mi tiempo y aprender yoga y aprender a comer y leer la biblia también me tomó tiempo. Porque las personas somos muchas cosas y a mi el poliamor también me ha permitido ser incluyente hasta conmigo misma y concebirme con cosas tan aparentemente contrastantes como la fe y la no monogamia. Y como además soy una mujer de familia no me gustan las relaciones ocasionales, me gusta la estabilidad, pero me gusta tenerla con varias personas.

¿Se puede? ¿Se puede ser católica y feminista al mismo tiempo? ¿Se puede ser cabaretera y abstemia? ¿Medio yogui y medio boxeadora? ¿Enamorada y correspondida hasta el tuétano por dos personas y así presentarse a una comida de domingo? Me gusta pensar que sí. Que sí se puede.Que sí podemos ¿será?

Acerca del autor

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Ana Francis Mor

Es actriz, cabaretera, escritora, directora teatral y activista mexicana. Es una de las fundadoras del colectivo Las Reinas Chulas que promueve el cabaret en México. Se ha especializado en derechos sexuales y estudios de género y en 2011 fue galardonada con la medalla Omecíhuatl por su labor a la construcción de la ciudadanía de las mujeres, otorgada por el Gobierno de la Ciudad de México.
Desde 2007 escribe en Emeequis la columna El manual de la buena lesbiana, la cual más adelante se recopiló en dos libros (2009, 2013). Publicó Para soñar que no estamos huyendo (2013), una adaptación de Ricardo III, la obra de Shakespeare. Lo que soñé mientras dormías es su primera novela.

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