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La sangre que (aún) corre
entre nuestras piernas

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Escrito por Cynthia Rodríguez

Día mundial de la menopausia.

Cuando yo me embarazé por primera vez estaba a punto de cumplir 41 años. A esa edad, claro que me costó trabajo. Batallé tanto para tener un hijo, que como un premio a mi perseverancia llegaron dos al mismo tiempo. Y no conforme con el estrés que me provocó la sorpresa de parir gemelos, a los dos años y medio, o sea, cuando ya tenía 43 años ¡zaz! que me voy dando cuenta que estaba embarazada de nuevo.

Desde ese momento mi energía (la poca que me va quedando después de criar a tres niños hombres) cambió de dirección. Es decir, si antes de embarazarme estaba al 100 por ciento concentrada en poder lograrlo, ya con tres hijos en brazos me entró el terror, porque si había esperado tanto para embarazarme, haciendo cuentas, cuando ellos entrarán a la adolescencia, llegará también (adivinen) mi menopausia.

Ya me han explicado que no tiene que ser mala, pero yo, que siempre y naturalmente me tiro al drama, pues tampoco me confío bastante, porque si alguien ha batallado con la menstruación, he sido yo.

Que porque llega, que porque no llega, que porque es poca, que porque es mucha, que porque duele, que porque inflama, que porque llegó cuando empezaba mi excursión, que porque huele feo, que porque ya manchó, que porque otra vez que me tengo que subir al avión,  que por qué justo justo el día de mi boda, que porque ya llegó cuando esperaba que no llegara, que porque me hizo llorar toda la noche porque volvió a llegar cuando esperaba estar embarazada, que porque desapareció de repente, que porque volvió a llegar y así.

Y es que como dice Elise Thiébaut, autora de “Esta es mi sangre”, la regla no es algo que ocurra tres o cuatro veces en la vida. “Estamos hablando de una horquilla de entre 450 y 500 ciclos a lo largo de la vida de una mujer “. Algo así como siete años en la vida de cada mujer sangrando si se pudieran juntar todos los ciclos.

Y no sólo. Según esta periodista francesa que se dedicó a estudiar la menstruación y todo lo que implica, el negocio alrededor de esta sangre, no es cualquier cosa.

El mercado de la protección periódica genera unos 30 mil millones de dólares al año, es decir, el equivalente al PIB de Bahrein. La cosa se anima cuando conocemos que cuatro grandes compañías se reparten el mercado mundial de las toallas sanitarias.

“Hicieron fortuna tras la Segunda Guerra Mundial con el baby boom y a partir de ahí no han dejado de mejorar sus beneficios abaratando costes, introduciendo celulosa y partículas de plástico”, denuncia la autora.

La parte chistosa de este libro es cuando la autora hipotiza lo que pasaría en el mundo, patriarcal como es, si fueran los hombres los que cada mes tuvieran su ciclo.

“Si los hombres tuvieran la regla, se convertiría en un acontecimiento masculino envidiable y digno de orgullo. Presumirían de su duración y de su caudal. Los adolescentes señalarían las llegada del ansiado símbolo de virilidad con celebraciones. El Congreso crearía un Instituto Nacional de la Dismenorrea para combatir los dolores menstruales, y el gobierno proporcionaría protecciones higiénicas gratuitas”.

Y ya entradas en el tema, hay otro libro de otra periodista originaria de los Países Bajos, Francine Oomen, quien, con mucho humor y naturalidad, nos cuenta a través de dibujos su experiencia con la menopausia, todas las incertidumbres que aparecieron en su vida cuando, a los cincuenta y dos años, su cuerpo y su mente empezaron a cambiar.

Porque algo que es importante recalcar, es que de la menopausia se habla mucho y así como la regla, está llena de tabúes, y es por eso que sus síntomas a menudo se confunden con problemas de salud como la depresión, el estrés o la pérdida de memoria.

En cuanto Francine Oomen se dio cuenta de que no estaba enferma ni a punto de morir, sino solo abocándose al final de su fertilidad, se relajó bastante y buscó información sobre la menopausia para sobrellevarla mejor. Pero al ver que únicamente encontraba explicaciones técnicas y recomendaciones de pastillas, decidió relatar su propia experiencia para facilitarles las cosas a otras mujeres. Fue así como nació “Francine se desarregla”.

Además de explicar los síntomas de la menopausia de forma sencilla y advertir de los peligros de los tratamientos de hormonas para paliar los síntomas (puesto que pueden provocar problemas graves en el organismo), Francine relata las crisis existenciales que atravesó en aquellos momentos, tanto en el trabajo como en el amor (Tinder incluido). Pero sobre todo nos habla de cómo se enfrentó a la “Arpía”, esa voz interior con la que lleva conviviendo toda la vida, que le obliga a ser una supermujer, capaz de abarcarlo todo y hacerlo perfecto.

A través de sus vivencias, Francine Oomen anima a ver la menopausia como un punto de inflexión, en el que las mujeres se tomen su tiempo para hacer inventario y deshacerse de todas esas cargas que se han impuesto a lo largo de los años y que ya no soportan por más tiempo.

Yo por lo pronto me relajo y mientras no llega la menopausia sí me tomo mis vitaminas que con estos niños, a su edad y a la mía, las necesito y mucho.

Acerca del autor

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Cynthia Rodríguez

Es periodista desde hace 26 años y desde hace 12 es corresponsal en Italia para diversos medios en México e Italia. En el 2009 escribió el libro “Contacto en Italia. El pacto entre los Zetas y la ‘Ndrangheta”, donde explica por primera vez los lazos entre uno de los grupos criminales más antiguos del mundo y uno de los cárteles emergentes más temidos de toda la historia en México. Es coautora de los libros “72 migrantes” y “Tú y yo coincidimos en la noche terrible”, sobre el asesinato de los periodistas en México. Es mamá por partida triple y autora del blog Radio Italia que puedes consultar en www.radioitaliacynthia.wordpress.com. En twitter: @cynthiaitalia

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