MILÁN, Italia. (29 de marzo) Hoy llegaron las nuevas tareas de los niños. Ahora, desde que no hay clases, hasta de domingo mandan, y además de las dos materias que me encantan, ajá. A uno le enviaron las de Italiano en las que yo no puedo soltar el diccionario porque aún después de casi 14 años viviendo aquí, las palabras con doble consonante son mi ‘coco’ y siempre tengo dudas si alguna se escribe con doble m, doble t, doble p y así…
Al otro le llegaron las de Matemáticas y a diferencia de otros días en que las tareas era aprender a escribir los números y a contar figuras, ya comenzará a hacer pequeñas sumas. ¿Tan rápido? Pobres y pienso ahora esto porque desde que estalló la emergencia nos hemos vuelto adictos a los números.
Todos los días esperamos la información de Protección Civil con la ansiedad de saber si los números comienzan finalmente a disminuir, mientras vemos cómo comienzan a crecer del otro lado del mundo. Nos hemos acostumbrado a asistir a un ritual casi macabro porque sí, nos alegramos de toda la gente que se va curando (hoy suman 13 mil 30 casos), pero nos asustamos al ver los de las personas que se siguen contagiando (ya 97 mil 689 personas) y nos entristecemos de los muchos que siguen muriendo (10 mil 779).
Los expertos siguen insistiendo que no debemos leer los números día tras día, porque además de que los científicos estudian periodos un poco más largos para determinar si las medidas han funcionado, hoy en la conferencia que da la gente de Lombardía, explicaron que será siempre el número de muertos el que más tiempo va a prevalecer, por una ecuación muy sencilla: la gente primero se contagia, luego se enferma, algunos puede ser que sólo se autoaísla, otros entrarán a los hospitales, otros a terapia intensiva, otros se curarán y otros no lo lograrán y morirán.
Explicado así, pues efectivamente tiene su lógica, pero confirmo lo que sentía de niña al enfrentarme a esta materia que sólo en la Secundaria entendí gracias a un excelente profesor, pero que casi siempre me pareció muy cruel. Lo peor de todo es que a estos números le tendremos que ir sumando otros porque en la desesperación, hay quienes comenzarán a delinquir y otros, a perder la vida por opción propia.
Desde Alemania, hoy nos llega la información del suicidio del Ministro de las Finanzas del estado de Hesse. Según los reportes periodísticos se lanzó a las vías del tren la noche de anoche. Dicen que estaba preocupado por la pandemia y que no pudo con las presiones de las implicaciones económicas por el coronavirus a pesar de llevar 20 años en la política y 10 años en el ministerio de las Finanzas.
Así que otra vez citaré al Papa, quien hoy en la mañana durante la misa en Santa Martha, hizo un elogio a las lágrimas, un honor al llanto, a quien sabe sollozar con el corazón. “Que hoy sea para todos nosotros el domigo del llanto”. Seguramente para muchos lo fue y lo será. La foto es de Thomas Schäfer, quien apenas tenía 54 años.
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