¿Cuántas veces hemos escuchado la frase “el amor es la fuerza que mueve el mundo” y en cuántas situaciones lo hemos experimentado?
Los últimos meses lo he vivido no sólo con la bendita Misericordia Divina, sino también con el amor de 4 patas y el apoyo de ángeles perrunos que comparten el amor y respeto por los perros y gatos, que me han permitido cruzar en su camino con todo lo que implica.
Por ello, estuve de repente un poco ausente, porque surgieron casos muy difíciles, pero el amor a ellos me llevó y me ha llevado a enfrentar mis miedos, a superar los retos, a no perder la esperanza de un mundo realmente amigable con los animales, a llorar en silencio por el enorme dolor de verlos partir y a bendecir cada día por sentirme con corazón de perro y compartir una gran variedad de momentos con ellos.
Los perros callejeros son mi debilidad porque siempre me identifiqué con ellos, desde niña por su nobleza, su necesidad de cariño, su valentía, su fortaleza para sobrevivir y su lealtad que me derriten así como su soledad, su miedo, su incertidumbre y su vulnerabilidad ante la crueldad humana, que me angustian.
Desde la primera columna hemos insistido en fomentar la adopción responsable. Hoy quiero invitarte a que le pongamos una doble porción de amor y si has decidido adoptar (después de analizar que no son desechables y que adoptar es un compromiso hasta el final de la historia de cada uno), te invito a adoptar al peludo que podría tener menos posibilidades de contar con un hogar fácilmente.
No se requieren lujos ni grandes recursos, solo el compromiso y el amor de brindarles tu mejor esfuerzo y amor desde el momento que coinciden sus vidas, hasta el final. No son compañía por un ratito, ni responsabilidad de otros ni regalo desechable de temporada, ¡nooooooooooooo y noooooooooooo!
Recuerda que son seres vivos que sienten y tienen necesidades como tú, que tienen una personalidad propia y que por eso deben hacer clic contigo y coincidir con tu estilo de vida, con tus valores, con tu decisión. Hay un perro para cada persona, pero en esta ocasión haremos hincapié en aquellos que nadie voltea a ver o que miran, pero ignoran y siguen de frente.
Adoptar a un perrito o gatito senior es una gran experiencia para quienes desean un peludo más tranquilo. Vienen en paquete con manías, patologías y quizá más traumas, si han sido abandonados a su suerte por la razón de sus años, alguna enfermedad o por ingratitud, pero nada que no pueda superarse con amor, paciencia y consideración. ¿Te imaginas darle en sus últimos años un hogar verdadero?
¿Y qué me dices de los peludos que tuvieron la desgracia de conocer el maltrato? No solamente por agresiones físicas, sino por haber sido olvidados en un rincón o azotea, haber vivido encadenados o amarrados por años o expuestos a las inclemencias del tiempo y de aquellos que ante la crueldad humana no fueron alimentados en su casa o no fueron ayudados después de haber sido atropellados… ¿te imaginas ser la persona que les brinde amor y cure sus heridas físicas y emocionales?
Y si tu voluntad aún es mayor, qué tal adoptar a un perrito o gatito con alguna discapacidad, enfermedad o circunstancia que requiera una atención especial. Teniendo los cuidados necesarios, al tratarlos de manera natural, serán una lección diaria de amor a la vida.
Y finalmente, haciendo esto más fácil, por qué no adoptar de una vez al peludo de la cuadra, al que ha vivido por años en la banqueta o afuera de las casas. O al que te encuentras todos los días en el mismo lugar hurgando entre la basura porque tiene hambre… o al peludo del vecino que criticas porque lo tiene en pésimas condiciones pero no te animas a pedirlo y rescatarlo… o al peludo que atropellaron y espera en la banqueta alguna ayuda… o al peludo que está en los huesos y perdido ante la indiferencia de la gente… o a la perrita en celo que requiere protección… o al peludo más viejito de la calle o a aquél que padece sarna, está cojito o luce enfermo…. O a la mamá con cachorros inocentes que se protegen debajo de un auto, en un hoyo, un terreno baldío o un lugar en pésimas condiciones… o al cachorro o cachorra que vagan solos a su suerte… o al peludo que luce heridas dolorosas… o a la perrita que echaron a la calle por preñarse cuando la responsabilidad fue de quien no la esterilizó… o al peludo que abandonaron en un parque o amarrado en un poste o simplemente en la carretera… o al peludo que es agredido… y así podría seguir enlistando a muchos peludos que esperan a un corazón capaz de cambiar su vida.
¿Serías tú? No es solo una cuestión romántica, es una cruel realidad que nos debería doler a todos, porque ¡los perros de nadie son los perros de todos! Son el reflejo de quiénes somos… y si no toda la gente desea amarlos, al menos toda la gente sí debería respetarlos. El problema social de los perros callejeros podría terminar rápida y sencillamente con las adopciones conscientes de personas compasivas, capaces de brindarles un hogar en cada colonia, comunidad o poblado.
Tener un perro o un gato es una enorme responsabilidad, pero también la oportunidad de contar con un compañero o compañera que toman lo mejor de uno. Alimentarlos, esterilizarlos, vacunarlos, atenderlos médicamente, bañarlos, protegerlos, educarlos, jugar con ellos y cuidarlos cuando enferman son responsabilidades que van incluidas para atender idealmente al nuevo integrante de la familia, pero que con cariño y creatividad cuando se tienen pocos recursos, se puede salir adelante. No es fácil en muchas ocasiones, pero sí posible. Te lo digo por experiencia, una bendita experiencia que me exige cada día más, pero que agradezco con el corazón.
Lo importante es tener la voluntad y la decisión, para que el amor sea la fuerza que cambie el mundo, el mundo de ese peludo, peluda o peludos callejeros… y por supuesto el tuyo también.
Y como no puedo, aunque lo deseara, adoptar a todos los peludos en situación vulnerable, te invito a ser un amigo de Mamá Pinky y a hacerlo tú. Si cada uno de nosotros adopta a un perrito o gatito, sin importar su sexo, edad o condición, entre todos crearemos y fomentaremos un mejor mundo para estos animales.
Próximamente escucharás todas estas experiencias y más en Mamá Pinky Radio. Es mi granito de arena para que cada peludo tenga un hogar. ¿Contamos contigo? ¡¡Guau, guau, guacias!! Y que el encanto de la Navidad dulcifique corazones y brinde hogar a muchos peludos callejeros.
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