Papás en Cuarentena

Reencontrarse e reinventarse

mm
Escrito por Enrique Castillo

Reflexiones sobre la pandemia

En momentos en donde para muchos la capacidad de adaptación a las circunstancias era baja, lo que muchos llamamos zona de confort, sobre todo en el uso de nuevas tecnologías o herramientas digitales, el año 2020 será recordado sensiblemente por los millones de infectados y fallecidos por el COVID-19, pero también considerado como el año en que tuvimos que aislarnos, hacer uso de tecnología, trabajar tres veces más y adaptarnos rápidamente a nuestra nueva realidad, replanteando nuestra actividad o reinventándonos.

A finales del 2019 mi esposa y yo reflexionábamos en nuestras vacaciones, con respecto a cómo transformar lo que hacemos en negocios a distancia, es decir, atender a clientes desde cualquier parte del mundo vía online. Diría mi abuela, “ten cuidado con lo que le pides a Dios porque se te cumplirá”. 

A principios del 2020 recibíamos noticias y comentarios a cerca de un virus que podía impactar la salud a nivel mundial, difícil de creer que una pandemia azotara al mundo, sonaba como película de zombies, pero sucedió y nos agarró con los dedos en la puerta.

Esta situación nos volvió inseguros. Recuerdo que lo primero que pasó por mi mente, fue la amenaza en la que ponía esta situación a mi familia. Es difícil para los papás concentrarnos de manera inmediata en temas emocionales, aunque seamos parte del ecosistema emocional en la familia, para bien o para mal. Las preocupaciones y nuestras inseguridades no son algo que, como líder de un núcleo familiar, se evidencie todos los días; sin embargo, ante el encierro, nos pidieron a muchos regresar a vivir con los nuestros en un ejercicio tipo Big Brother, que sin lugar a dudas deja en evidencia o saca a flote nuestros momentos emocionales como Padres frente a nuestra familia, en parte la frustración de la situación como la salud, la economía y los factores del encierro, pero sobre todo, lo que yo llamo el “reencuentro”.

Vivir el reencuentro no me costó mucho trabajo, me pasó hace diez años, había dejado la vida laboral para incursionar en empresas propias con mi esposa, pero esto involucró dejar de viajar y de trabajar más de doce horas para una empresa y de pronto, regresar a casa,  y que te des cuenta de que hay muchas situaciones que no vives con tus hijos o tu esposa, desde que no te conocen algunos gustos o comportamientos, hasta que no conoces las actividades o situaciones que se dan en casa y las que no se dan en el tiempo y forma que tú creías o pensabas eran obvias.

Sé por muchos amigos que este reencuentro se dio en la pandemia como algo forzado y muy difícil de vivir para muchos. Regresar a “vivir” en casa con esposa e hijos, se les dio de la noche a la mañana, el conocer cómo mejorar la comunicación, respetar la privacidad, los espacios, los momentos de cada integrante, no sentirte ajeno al ambiente y participar en actividades de convivencia y de cómo disfrutar la presencia de cada integrante de la familia.

Como papás, nuestras preocupaciones se ven o se sienten de una manera distinta al resto de la familia, el estrés, las preocupaciones, la manera en que vives y ves las cosas no es personal, es a nombre de los tuyos, vivir y convivir nuevamente con tu familia más de cerca son nuevos aprendizajes, y los cuestionamientos que surgieron en muchos de nosotros:

¿En qué me enfoco? ¿De qué me hago cargo? ¿Qué pasará de ellos si hago falta?

Esto evidenció la fragilidad de muchos padres de familia, frente a nuestros trabajos o empleos, negocios, empresas y comercios y nos agarró desprevenidos frente a la pérdida de clientes, empleo o recursos por el aislamiento y, posteriormente, por la economía o bajo nivel de consumo, negocios que al verse sin clientes y con un alto nivel de pagos, nómina o rentas de locales en pocos meses se declararon en quiebra, miles de casos a nivel mundial.

La planeación se congelaba para muchos de nuestros clientes y se implementaban planes de contingencia, y planes de reapertura. La reducción del ingreso por la pérdida de algunos clientes que cerraron o no se adecuaron al uso de tecnologías de manera rápida nos orilló a muchos a reaccionar. Los días se hacían cortos entre sesiones y actividades de familia, solo las noches me ayudaron para dedicarme a avanzar en los proyectos y encontrar nuevas formas de reinventar lo que hacíamos: ¡Era momento de renovarse o morir!

Ante la desinformación o exceso de la misma por diversos medios oficiales y no oficiales acerca de esta pandemia, no sabíamos cuánto duraría esto, nuestra rápida reflexión tipo “Sálvese quien pueda” fue primero accionar por nuestra salud y la de nuestras familias, atrincherarnos con nuestros hijos en casa y vigilar a los abuelos, asegurar alimentación, no irnos de vacaciones como muchos extrañamente hicieron al comenzar todo esto, tampoco optamos por cambiar de giro y ponernos a vender gel, cubrebocas, u otros productos propios de la pandemia (excelente oportunidad comercial que se presentó para algunos), y mucho menos pensamos en cerrar, reducir sueldos o despedir a nuestros colaboradores. Decidimos acudir a nuestra recursividad, analizar rápidamente cuáles de nuestras fortalezas y las de nuestros servicios podían adaptarse rápidamente y qué se requería para que su funcionamiento e ingreso no solo continuara, sino se incrementara.

Nuestra afortunada decisión comenzó a dar resultados, mantendríamos el nivel de atención a los clientes que permanecieron con nosotros de manera digital por videoconferencias, lo que no era suficiente para pagar gastos y a nuestros colaboradores, y fue entonces que decidimos en plena pandemia “crecer”, es decir, tomar acciones extraordinarias para sobrevivir y localizar nuevos clientes, algo loco, sí, pero sabíamos que por lo menos la mitad de los que habían tenido que encerrarse, se encerraron, pero con recursos para pagar el consumo de algunos productos o servicios.

En los primeros días de la cuarentena realizamos un análisis en casa de las herramientas de primera necesidad para el funcionamiento y evitar la desaparición de nuestros servicios y del sustento de nuestra familia y de nuestros colaboradores. De forma inmediata había que plantear un rediseño como el que muchos emprendimos en anteriores situaciones de catástrofes nada similares a esto, acostumbrados como muchos latinos a ‘echar pa´lante’, ampliamos el abanico de opciones en el mercado e impulsamos de manera intencionada ciertos servicios a los que sí respondieran medianamente algunos clientes, fue así como encontramos una gran coincidencia, había ciertas preguntas que pasaban por muchas de las mentes de los encerrados, muchos de ellos Papás en cuarentena:

¿Moriré? ¿Es mi turno? ¿Dejé huella? ¿Trascendí?

Existía un servicio y fortaleza en particular, la autopublicacion de libros, servicio que veníamos prestando desde hace años, teníamos que buscar muchos más autores, a partir de este momento nos abrimos a la posibilidad de ofrecer el servicio de manera masiva; sí, en efecto, solo ampliamos nuestro horizonte, haciendo lo que ya hacíamos, lo que ya sabíamos hacer, solo que ahora de manera digital o virtual, pero dándolo a conocer a todos los aires en plena contingencia, y cuál fue nuestra sorpresa, nos encontramos con muchas personas que este año reflexionaron que tenían sus manusucritos terminados, algunos avanzados pero todos con la idea de publicar su libro, muchos llegaron a la conclusión en plena pandemia, que debían concluir su sueño, por lo que nos encontramos con muchos autores y futuros autores que nos permitieron apoyarles a cumplirlo.

Deseo que existan muchos papás durante la pandemia que al enfrentarse consigo mismos y con sus familias, ese reencuentro, les haya servido para crecer, unificar y consolidar más aún a su familia y el amor por su pareja e hijos como a mí me ha sucedido y que la paradoja de aislarse del virus para salvaguardar la salud, trabajar en línea, haciendo lo que saben, o salir y enfrentarse a las circunstancias, les dejen reflexionar para reinventarse cada día y que encuentren nuevos o mejores caminos que les permitan sobrevivir y vivir felices.

Acerca del autor

mm

Enrique Castillo

Esposo y padre de dos maravillosos hijos. Mentor transformacional de empresas, especialista en planeación de negocios y estrategias comerciales, consultor comercial en ventas y atención al cliente. CEO fundador de Global Consulting Gestor, S.C., Empresas Estratégicas (Planeación) y Tips Comerciales (Coaching comercial). Realizó estudios en la Universidad Tecnológica de Panamá, Universidad Autónoma de Guadalajara, Escuela Comercial Cámara de Comercio y en la Universidad FEMSA por parte del Tecnológico de Monterrey.
Conferencista en diversos foros, entre los que destacan, su reciente ponencia en el Club de Harvard en Boston, Estados Unidos, así como el VII Congreso del Instituto de Mejores Prácticas Corporativas en México.
Autor de los libros Best Seller: Empresas Estratégicas, 100 Tips Comerciales, Teoría de los 7 Caballos y Los 7 engranes digitales, coautor del libro Cultura de Cambio.

Dejar un comentario