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Depresión postparto… también tema de los papás

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Los chicos lloran, se deprimen y enferman…

Fotografía cortesía: Needpix

Dormir mal, ser más irritable de lo común —o de “mecha corta”, como se dice vulgarmente–, sin apetito sexual, exagerar las horas que se dedican al trabajo o al gimnasio, culpar a otros por las dificultades personales y, peor aún, tener pensamientos suicidas son algunos de los síntomas de la depresión postparto en hombres.

Se trata de un trastorno que se hace más difícil de diagnosticar ante los mitos de la masculinidad. Estereotipos tóxicos que han orillado a los hombres a pensar que no les está permitido tener problemas con su salud mental y, mucho menos, pedir ayuda.

Clasificar al parto y a la crianza como dominios exclusivos de la mujer ha provocado que los sistemas de salud no den el mismo nivel de atención a la depresión postparto paterna que a la materna. Sin embargo, los investigadores comienzan a alertar sobre los riesgos de este trastorno que puede conducir al suicidio.

En 2018, Vicky Clayton acudió a los periódicos británicos para contar la historia del suicidio de su ex esposo John, quien comenzó a sufrir de depresión postnatal luego del nacimiento de su hijo. Tres años después, a los 41 años, se quitó la vida.

Vicky ha compartido su historia para concientizar sobre la importancia de este trastorno. Ha contado cómo desde el nacimiento de su hijo, ella misma sufrió depresión postparto. Hoy, se sabe que si las madres tienen los síntomas, sus parejas también tendrán posibilidades de presentarlos. Sin embargo, en la historia de Vicky y John, solo ella recibió atención médica oportuna.

Cuando su bebé tenía apenas tres meses de edad, John aceptó un puesto como investigador en la Universidad de Cardiff, donde también estudiaría un doctorado en geografía animal. Las presiones por la paternidad, el cambio de ciudad y la nueva posición influyeron sus cambios de humor. De ser una persona tranquila, se transformó en alguien que con facilidad perdía los estribos.

John se evadía de lo que pasaba en su casa. Siempre con la mirada perdida. Sin atender el llanto del bebé o sin escuchar cuando Vicky le pedía ayuda con los quehaceres. Ella no pudo más y decidió divorciarse. Quedaron como amigos. Aparentemente no había nada fuera de lo normal, hasta que lo encontraron muerto.

En el álbum de las familias, supuestamente felices, el suicidio del padre es la historia que no se contará jamás. Sin embargo, las responsabilidades financieras, combinados con la falta de sueño y una mayor carga de trabajo en el hogar, afectan el bienestar emocional de los hombres. No es gratuito que el National Childbirth Trust (NCT) haya detectado que 1 de cada 3 nuevos padres varones expresan preocupación por su salud mental.

¿Los chicos no lloran?

En la estadística, en el número frío, los hombres se suicidan más que las mujeres. En México, y a nivel mundial, el promedio es que por cada mujer que se quite la vida, cuatro hombres lo harán.

La explicación a este fenómeno social y problema de salud pública apunta hacia las masculinidades mal entendidas. Los hombres son educados —o, como dirían los expertos, “socializados”— para no expresar sus emociones y para resolver solos sus problemas.

Viren Swami, profesor de psicología social en la Universidad Anglia Ruskin, en el Reino Unido, es uno de los principales promotores de políticas públicas que favorezcan la atención oportuna de los trastornos mentales en hombres.  

Swami ha investigado la depresión postparto paterna y también la ha sufrido. En mayo de 2019, publicó “Los papás también se ponen tristes”, en la revista británica The Psychologist. Ahí, como investigador, explica los hallazgos científicos sobre este trastorno y, como padre, narra cómo fue su experiencia.

“Cuando comencé a experimentar síntomas de depresión después del nacimiento de mi hijo, me resultó casi imposible pedir ayuda. Era difícil admitir que podría estar deprimido, en un período en el que las expectativas culturales y familiares sugieren que debes ser feliz”, escribió.

Se estima que la depresión postnatal materna afecta entre 6 y 10% de las madres y el porcentaje en hombres es similar: entre 8 y 11% de los padres pueden sufrir síntomas depresivos, durante el primer año del nacimiento de su hijo.  

En entrevista, vía videollamada, Swami comenta que el primer paso es promover la visibilización de la depresión postparto en padres. En el Reino Unido, también es un movimiento novedoso que acompaña las iniciativas por ofrecer una mirada distinta a la masculinidad. El proceso es y ha sido largo.

“Se necesita una política pública que diga que el hombre puede enfermarse mentalmente después del nacimiento de un hijo. Si tenemos ese marco nacional, eso significa que los profesionales recibirán la capacitación y el tiempo para hablar con los padres”, comenta.

Enfatiza que los profesionales de la salud deben estar capacitados con un enfoque de género. Más aún, en el área de apoyo psicológico y psiquiátrico donde las mujeres dominan la práctica profesional y donde los varones se sentirán más inseguros para expresarse. “Tienes que entrenar al doctor para hablar con los hombres. A veces los hombres no quieren hablar. Tienes que estar entrenado para tener esas conversaciones”, insiste.

Reeducar a la sociedad sobre lo que significa la masculinidad es un gran reto, dice, pero el gran riesgo de no conseguirlo es que muchos hombres sigan sufriendo y su desenlace sea el suicidio.

“Si un miembro de esa unidad familiar tiene dificultades, entonces toda la unidad familiar necesita ayuda”, explica. “Se discute mucho sobre lo que llamamos prácticas sistémicas familiares para tratar a toda la familia. No solo a un miembro de la familia. Si excluimos al papá, el papá sufre, el niño sufre y todos sufren”.

La depresión postnatal paterna se asocia con un apego más pobre entre padre e hijo, con una menor disposición a participar en la crianza de los hijos y una menor participación en actividades de enriquecimiento con el niño. Los padres deprimidos también son mucho más propensos a utilizar la disciplina física con sus hijos y a comunicarse con ellos de manera más crítica y severa.

La pregunta clave parece ser ¿quién ayuda a los padres?

Un espacio seguro

The Lions Barber Collective es un grupo internacional de peluqueros que ayuda a crear conciencia para prevenir la depresión masculina, el suicidio y otras enfermedades mentales. Capacitan a los barberos para identificar los síntomas de depresión en hombres.

Aunque parezca increíble, los varones tienen más probabilidades de confiar sus problemas de salud mental con las personas que les cortan el cabello que con sus médicos. Es en ese reclinable, donde los afeitan, donde encuentran un lugar seguro para hablar de sus emociones.

“La idea no es convertir a los barberos en consejeros o psiquiatras, sino brindar un espacio seguro para compartir y desahogarse”, se lee en el sitio de esta iniciativa británica.

Los otros tantos esfuerzos por atender la salud mental de los hombres también apuntan hacia políticas públicas y laborales que fomenten prácticas positivas del ejercicio de la masculinidad. Eso ocurre con los permisos de paternidad para que los hombres puedan tomar unas semanas para vincularse con su hijo recién nacido, sin tener que regresar de inmediato al trabajo.

No tener ese tiempo para asimilar la llegada del bebé y no tener la oportunidad de generar vínculos afectivos con el hijo es uno de los factores a los que se atribuye el que los hombres desarrollen depresión postnatal.

Sin embargo, los permisos laborales de paternidad aún se ven como vacaciones. Al menos, así me parece que aún ocurre en México, y lo comento en la entrevista con Swami. “En el Reino Unido también ocurre”, me contesta el profesor de la Universidad Anglia Ruskin.

“Los permisos de paternidad dan a los hombres la oportunidad de vincularse con sus hijos, desde una edad temprana, y eso es increíblemente útil. Muchos padres hablan de encontrar dificultades para formar esos vínculos profundos con el niño recién nacido. Lo logran hasta mucho más tarde en la vida del niño, normalmente cuando el niño ya interactúa mucho más”, explica.

“¿Qué significa tomar licencia parental? Significa que estás siendo un buen ser humano, un buen padre. Alguien que se ocupará de tu hijo. No alguien solo preocupado por el trabajo y las finanzas”, dice Swami.

“Muchos padres hablan de sentirse culpables de tomarse un tiempo libre del trabajo. Tienen temor de que su empleador no permita que regresen o los castigue de alguna manera. Tienen temor de que pasar tiempo con su familia sea percibido como algo ‘femenino’. También están preocupados por las finanzas. Pero si podemos tener una política que aliente activamente a los hombres a tomar un permiso parental, para ellos será más fácil hacerlo”, recomienda.

Entre los factores que contribuyen a la depresión postnatal paterna también se suman las discrepancias entre las expectativas y las realidades del parto y el período posnatal, darse cuenta de que las  dificultades con el cuidado infantil son mayores de lo que inicialmente se esperaban, no saber cómo manejar las responsabilidades del cuidado infantil con el regreso al trabajo, así como desarrollar sentimientos de aislamiento e incluso celos hacia el bebé porque la atención familiar se desvía hacia el niño.

Estar pensando todo el tiempo en eso, sin tener la posibilidad de pedir ayuda, es algo que no suena muy bien. Sin duda, eso afectará también la relación de pareja.

En países como Inglaterra, Estados Unidos, Suecia y Australia, la salud mental de los varones es algo de lo que ya se habla con mayor frecuencia, incluso con organizaciones especializadas en atender la depresión postparto en hombres.

Swami recomienda que, con la llegada de un bebé, tanto la madre como el padre sean examinados de forma rutinaria para detectar trastornos psicológicos después del nacimiento de un hijo. Insiste en que las políticas públicas que acompañen este cambio en la concepción de la masculinidad son necesarias para modificar los estereotipos de género.

Algo tan sencillo como no solo preguntar a la madre cómo se siente con la crianza, sino voltear al padre y averiguar cómo la está pasando él, es un cambio que permite normalizar algo que nunca nos dicen: También se vale que los hombres lloren.

Acerca del autor

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Delia Angélica Ortiz

Mi oficio es escribir. Estudié periodismo en la Ibero y me formé como reportera en la legendaria Buhardilla. Otros medios nacionales me han dado la oportunidad de curtirme. Le he entrado a todo tipo de temas. Hace poco, recordaba cuando me mandaron a cubrir los primeros degollamientos del narcotráfico en Acapulco, era el tiempo en que hacía radio con Carmen Aristegui en W Radio. Pero también he investigado asuntos de negocios y finanzas para la revista Expansión o temas de divulgación científica para QUO. Recuerdo con mucho cariño mis primeras coberturas para El Economista, cuando tenía que ir a escuchar a Andrés Manuel López Obrador, quien entonces era dirigente nacional del PRD y yo no tenía ni idea de que llegaría a ser presidente del país. Mi paso por El Reforma fue el más enriquecedor que hubiera podido tener. Conocí a colegas talentosísimos y como reportera pude vivir uno de los fenómenos más significativos para un país: una huelga estudiantil en la UNAM, la universidad más importante de México y quizá de América Latina. Viajar por mi cuenta ha sido una de mis pasiones. Uno de esos viajes me regaló el privilegio de regresar a México a trabajar en el Fondo de Cultura Económica, donde mi compañero de oficina era el poeta Alí Chumacero. Estos viajes personales inesperados me llevaron hasta las puertas de una prestigiada agencia de relaciones públicas, Guerra Castellanos y Asociados, donde pude formar parte del equipo de comunicación para México de Microsoft, además de tener la oportunidad de conocer de cerca muchas otras empresas. Soy una amante entregada y devota de algo que llamo la crianza con apego. Reservo tiempo para seguir bailando disciplinadamente las danzas más peculiares. Últimamente me ha dado por interesarme por la pintura y la escultura, así que soy visitante frecuente del Museo Nacional de Arte y de los cursos que ahí organizan. Me encanta escribir y por eso mantengo mi oficio de periodista freelance que me hace conocer los temas más insólitos.

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