La vida puede ser increíble. No en la versión de que sea fantástica aunque también lo es, si no en la versión de que es inverosímil.
Lo que hoy vivimos como sociedad, este confinamiento hace unos meses no lo hubiéramos creído. El termino pandemia que aparecía en algún libro de historia cobró vida, resucitó y se apoderó de nuestras vidas y de nuestros muertos.
La debacle económica que se viene como efecto dominó nos sorprende y eso que en México hemos sufrido muchos descalabros y devaluaciones. Hay tantos no creíbles que suceden día con día en este país, para una parte de la sociedad la llegada de la 4t con todos sus motivos, y por otro lado las miles de historias de violencia desmedida que rebasan cifras históricas cada mes y uno se pregunta ¿cómo llegamos a esto?
Yo nací en otro México. Soy de la generación que jugaba en las calles y cuando los niños no desaparecían. Mi abuela que murió en los 80’s tampoco hubiera dado crédito de este México encrespado, violentado, más pobre y más rico a la vez.
Este macro panorama impensable se puede también trasladar a nuestros micros panoramas personales. Yo hace 6 años era otra persona así como hace 4 meses antes de la pandemia. He pensado mucho en esto de cambiar tanto tu vida que ni tú te reconoces.
Fui profesora universitaria, yo tenía casi 28 cuando empecé, pase de ser la maestra más joven a ya no ser su contemporánea, pero como siempre fui juvenil siempre me aceptaron como parte de los suyos y por lo tanto alargué mi juventud a su lado.
Además de maestra de diseño editorial de varias generaciones y directora de tesis de diseño de otras tantas, me volví consejera, guía y sobre todo amiga de muchos de mis alumnos.
El diseño editorial lo ejercí por más de 20 años y la docencia universitaria por más de 10. Tiempos de hacer libros, clases, correcciones de tesis y de estar felizmente casada y sin hijos todo ese tiempo.
Por lo tanto la vida en pareja “jóvenes” sin hijos con algo de dinero y con amigos universitarios nos hizo seguir en la fiesta sin más responsabilidades que el trabajo.
A los 40 viene un cambio increíble de mentalidad… empezó con una certeza… no soy más joven y no soy mamá. Después de platicarlo en pareja decidimos intentarlo sin angustia con la seguridad de que si no podíamos a estas alturas pues no pasaba nada.
Pero por suerte o destino si nos tocó ser padres y quede embarazada a los 41. La maternidad cambia la vida. Al embarazo se sumó cambio de domicilio y regreso a la CDMX de la cual nos habíamos salido por más de 12 años.
Después del nacimiento de mi hijo estuve en casa solo dedicándome a él 3 años, dejé el diseño editorial y la docencia al mismo tiempo. El regreso al trabajo supuso un nuevo cambio de paradigma, volver al diseño editorial y a la docencia en universidades parecía incompatible con hacerme cargo de mi hijo así que buscando opciones se me abrieron las puertas en el lugar que menos me imaginaba y ahora soy maestra de preescolar.
Mi nueva vida transcurre entre preescolares, el mío y 240 más aproximadamente ya que ahora soy maestra de arte desde maternal hasta preprimaria. Veo fotografías de hace 6 años con mis alumnos universitarios y me veo hoy rodeada de niñitos y me sigue sorprendiendo.
Me sigo acostumbrando a esta nueva realidad de gritos, barullo y mocos. Me sigue sorprendiendo que mi corazón crece cada día con el amor de mi hijo y con el amor de tantos niños. Me siento otra, no porque antes no amara de esta manera si no porque estoy experimentando la vida de otra forma, parezco otra, soy otra.
Y ahora con la nueva normalidad lo que se viene, quién lo tiene claro. Con la pandemia puedo decir que todo el gremio se ha reinventado, que las maestras en preescolar, y en especial mis compañeras son admirables, que cambiamos los salones de clase por computadoras, que se pretende sustituir el contacto y apapacho por una junta en meet o zoom.
Que quien antes de la pandemia solo sabía usar word ahora editan videos. Que la jornada se ha extendido porque no solo se planea y se hace el material de todos los días, si no se produce, se filma y se edita, cual cineasta. Y que su única queja es: “extraño tanto a los niños, ¿cuándo volveremos a verlos?”
Yo ahora hago videos para la clase de arte, videos de aprendizaje lúdico, videos de cocina y videos de la lectura de un libro, así que han salido unas raíces histriónicas que no me sabía porque ahora “siento” que cada vez salgo mejor en cuadro.
Más relajada y más contenta porque me llegan por correo los trabajos de mis niños (que en mi escuela no son obligatorios hacer). En fin… que increíble es la vida… ¿Qué va a pasar? ¿Cómo vamos a seguir en todos los términos, en lo laboral, económico, familiar, político..? Hay tanta incertidumbre…
Me quedo con lo bueno, imágenes de animales por todo el mundo haciéndonos ver nuestro egoísmo y su existencia, gente con la capacidad de reinventarse por necesidad y por amor a lo que hacen.
Me gusta pensar que si lo increíble es posible porque no podría serlo también un cambio profundo en todos, una vida más desinteresada en lo material y más conectada con lo natural, más empática, menos racista, más humanitaria. Les comparto esta frase de Heráclito: Todo cambia; nada es… y que la imposibilidad de un mundo mejor se vuelva posible.
Yo también nací en otro México, y me gusta traerlo con mis anécdotas, así rememorándolo para los demás porque de esa manera creo que lo haces vivo y actual. Muchas Felicidades por descubrirte en la docencia que no es fácil, y por encontrarle lo divertido a los sorpresivos cambios de la vida, porque aunque todo cambia, como dices, también todo es posible.