En el 2001 a “Virgy” como le dicen de cariño todas las personas que la conocen, le diagnosticaron diabetes mellitus tipo 2. En septiembre pasado fue operada de uno de sus ojos, (izquierdo). Ella empezó a ver doble y acudió con el optometrista, quien le comentó que su graduación le había aumentado. Por lo que decidió acudir con su médico familiar de la Clínica Familiar No. 18 del IMSS. De ahí la canalizaron a la especialidad de oftalmología.
La diabetes mellitus es una de las enfermedades crónicas que afecta la salud de los mexicanos, según estimaciones de la Secretaría de Salud, se calcula que la padecen más de 12 millones de personas, de los cuales aproximadamente el 60% sufren una o más complicaciones, siendo la más frecuente la afección de la retina del ojo (retinopatía diabética), la cual, si no es diagnosticada y tratada a tiempo puede llegar a producir ceguera.
De la Clínica número 8 del Instituto Mexicano del Seguro Social, la refirieron al Centro Médico Nacional Siglo XXI.
“Cuando me checaron me dijeron que necesitaba láser porque tenía derrame en el ojo y me mandaron a la clínica 161. Ahí de nuevo me checan y me dicen que tenía desprendimiento de retina y me regresan de nuevo al Centro Médico y me dan cita para dentro de tres meses. Cuando me atendió el oftalmólogo del Centro Médico, me dijo: ‘yo no la puedo operar porque su ojo ya no sirve. Yo la voy a dar de alta porque no hay nada que hacer’. Iba con mi hermana y las dos nos quedamos pasmadas de cómo me lo dijo”, recuerda Virginia.
Virgy había tenido problemas para ver pero en su ojo izquierdo su mala visión se acentuó y no pudo acudir de manera oportuna a ser revisada por el médico. Y buscó resolverlo con un optometrista particular. Pero su ojo ya presentaba un deterioro considerable en su retina por lo que tenía mucha dificultad para ver. Antes de que se agravara su problema no había tenido ninguna molestia que le causara dolor y tampoco acudió a revisión médica ni al oftalmólogo, fue a ver al optometrista, la revisión más inmediata para ella.
Ante la falta de síntomas al inicio de la “retinopatía diabética”, es importante realizar un examen oftalmológico cada seis meses. Cuando avanza la enfermedad, las personas presentan visión central borrosa generada por los altos niveles de glucosa en sangre, y edema macular, es decir, presencia de sangrado y de depósitos de grasa.
Agobiada Virginia Vázquez, de 62 años de edad, buscó una segunda opinión médica y acudió a un hospital privado ubicado en la alcaldía de Coyoacán. La revisaron y le dijeron que su retina estaba desprendida y que no había nada que hacer, sin embargo, le dijeron que la iban a operar como última esperanza.
El costo de la operación de 20 mil pesos que tendría que pagar desanimó a Virgy, quien regresó al Centro Médico Siglo XXI para que retomaran su caso y pudieran salvarle por lo menos uno de sus ojos.
Después de insistir en el IMSS para que la operaran, y a pesar de que su caso era muy difícil, Virgy fue atendida por el doctor Martínez del Villar quien le dijo: “Qué pena su ojo está muy dañado por la retinopatía diabética, no le garantizo nada pero vamos hacerle la lucha y a estar pendiente de este otro ojo”, le comentó el médico.
La “retinopatía diabética” es una de las complicaciones más graves de la diabetes mellitus, debido al inadecuado control de los niveles de glucosa que limita la oxigenación de las células oculares, lo cual deteriora la circulación sanguínea en la retina, alterando su función.
La detección oportuna facilita el tratamiento para reducir la pérdida visual. El método más usado es la fotocoagulación, que consiste en la aplicación de un haz láser sobre la estructura profunda del ojo, con el objetivo de producir una quemadura terapéutica en un área determinada. Según datos de la Secretaría de Salud, este padecimiento crónico y progresivo tiene una prevalencia de 31.5 por ciento en México, y en los países industrializados se ha convertido en la causa principal de pérdida visual parcial y de ceguera en los adultos.
Virgy necesitaba la cirugía de su ojo izquierdo, por lo que solicitó permiso en su trabajo, un Centro Telefónico en el que laboraba como operadora. La cirugía fue en septiembre del 2018 y tuvo una incapacidad de tres meses. Acudía a revisión para el control de su azúcar pero sentía que la regañaban por sus altos niveles de azúcar en sangre, refirió.
Aunque ella dice que acudía a su revisión a veces no iba porque no siempre podía faltar en el trabajo “porque no tan fácilmente te dan permiso” dijo.
“Pero cuando vas tienes que perder mucho tiempo, debes pedir permiso en el trabajo y no tan fácil te lo dan. Y cuando te envían con el especialista es porque ya estás muy enfermo sino, no te canalizan y luego tienes que esperar meses para que llegue tu cita, esperas mucho tiempo”.
¿Cuál es la intención de ellos? se cuestionó Virgy, ¿dónde está la prevención? Yo no veo nada de PrevenIMSS. No veo nada de prevención. Ellos no lo practican y luego nosotros como pacientes con estas actitudes, lo tomamos a la ligera, dijo.
La detección temprana y el tratamiento a tiempo de la retinopatía diabética pueden prevenir la pérdida de visión.
A un año de haberse operado de los ojos, la vida de Virgy cambió radicalmente y aunque intenta hacer una vida normal, ahora depende de alguien para que le den de comer, la lleven a sus citas médicas y le hagan los quehaceres de su casa. Vive encerrada en su domicilio y adaptándose a una oscuridad que le da miedo y no la deja levantar de la cama.
“Todo pasó muy rápido para mí. Siempre estuve activa toda mi vida. Mi salud siempre fue muy buena. Siempre hice deporte, jugaba voleibol, hacía ejercicio aeróbico y practicaba natación. También me gusta bailar mucho y nunca fui alcohólica”, comenta melancólica.
Ahora su vida ha cambiado y todo es muy difícil porque no hay nadie con ella que pueda dedicarse a hacerle sus cosas y es casi imposible seguir una dieta como ella refiere para controlar sus niveles de glucosa porque come lo que tiene y para lo que le alcanza para comprar y también lo que ella puede prepararse sin ver, “si antes veía muy poquito ahora no veo nada y me da miedo prender la estufa”.
Virgy choca con todo en su casa, se pega a cada rato y hasta se ha caído varias veces. “Me levanto lastimada sin que nadie me ayude porque mi hija se va a la escuela, ella tiene que hacer sus cosas, seguir con su vida, es mi apoyo pero le dije que debe terminar de estudiar, que por mí no se preocupe, yo estaré bien y como sea ya me levantaré y me prepararé algo”.
“Lo que a mí me amoló fue el estrés porque en mis 20 años de diabetes me tomé siempre mis medicamentos pero como que el tiempo con diabetes te va dañando tus órganos. Y voy a ser honesta no siempre seguía la dieta, he comido lo que he podido, lo que puedo comprar, además yo estaba tan apurada trabajando, ocupada en tantas cosas que nunca pensé en mí”.
Ahora ya no hace nada de ejercicio. Y aunque intenta hacer sus cosas dice que entra en depresión. “De la última caída que tuve de las escaleras me duele todavía la espalda y una pierna, sé que no puedo estar acostada pero no me quiero levantar. Para qué estoy aquí, se cuestionó. “No sirvo para nada. Todo rompo. Es parte de mi show y debo sacar fuerzas” se dijo a sí misma.
Aunque su hermana la invita a caminar dice que no está preparada para salir porque su equilibrio es muy malo. “Para mí es un poco desgastante porque últimamente ya no me siento bien, ya no disfruto”.
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