La discriminación y acoso que sufren las personas LGBT en México hace que muchas de ellas padezcan de condiciones graves de depresión que las llevan a quitarse la vida, pero a pesar de la gravedad de este fenómeno, persiste un extendido silencio sobre el mismo, que impide ayudar a otras víctimas potenciales.
Así lo afirmó la sicóloga y especialista en temas de educación Eva Marcuschamer durante la presentación de su libro La otra vida de Daniel, donde narra la depresión y posterior suicidio de su hijo, quien fue víctima de la culpa y la tristeza que le generaba la falta de aceptación en su entorno social por ser gay.
En la antigua sede del Senado, la autora señaló que uno de los objetivos de la obra, además de externar su dolor por la pérdida de su hijo, es ayudar a otras personas a evitar que sus seres queridos sufran depresión por el estigma que aún genera la homosexualidad.
El suicidio es un grito, una protesta, y no es posible que la depresión sea hoy una epidemia sin que hagamos nada como sociedad. Cada 12 minutos hay un suicidio, pero en México este tema sigue siendo tan tabú, que el silencio no permite ayudar a los demás, por eso no podemos quedarnos callados, enfatizó Marcuschamer.
“Tenemos que aprender a hablar abiertamente sobre homosexualidad y depresión. No tenemos que estar solos porque nos estamos muriendo de soledad […] Mi hijo no pudo con la culpa porque el entorno era muy homofóbico, y esa culpa es la que me hizo abrirme y exponerme totalmente para ayudar a quien lo necesite”, indicó.
El sexólogo y educador Luis Perelman coincidió en que persiste un manto de silencio sobre la depresión que genera en muchas personas el ser homosexuales, por lo que muchas –aun las pertenecientes a la comunidad judía en México– han preferido salir del país, llevar una vida llena de tristeza o incluso quitarse la vida.
Con información de La Jornada
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