Han sido más de tres veces las ocasiones que he abierto Tinder, porque solía abrir mi cuenta y al poco tiempo cerrarla. Me sentía extraña al buscar gente con quien salir en una aplicación, elegirla solo por su outfit o posición de su rostro, aunque solo fuera para hablar. Esa sensación de calificar a alguien y comenzar con la primera conversación me hacían sentir ajena pero intrigada ¿quién es el que está detrás de esa foto buscando alguien con quien hablar, salir o incluso tener un encuentro íntimo? Lo último dependería de al conexión con la persona.
El uso de Tinder en México no es tan frecuente, aunque se reporte que es uno de los países de habla hispana que más lo usa, no llega a los primeros lugares. Las ciudades que registran más cuentas son: Londres, Paris, Nueva York, Berlín y Moscú.
El 45 por ciento de los usuarios de Tinder tienen entre 25 y 34 años, el siguiente segmento ocupado el 28 por ciento tienen entre 16 y 24 años; el 13% entre 35 y 55; el 3 por ciento entre 45 y 54 y el 1 por ciento entre 55 y 64; de acuerdo a los datos de Global Web Index, del total el 54% son solteros.
Tinder para mí ha sido una aplicación aliada para conocer gente cuando salgo del país. En Washington D.C. decidí abrirla, salí con un chico hindú, un joven de 30 años que tenía todo el sentido de blanquitud, es decir, un ciudadano cosmopolita que se la pasaba trabajando, de traje, apurado y su IPhone. Me citó en un bar, fuimos por unas cervezas a un bar por Dupont Circle.
Entre las charlas que suelo tener con las citas de Tinder, que han sido pocas, les pregunto ¿con cuántas personas has salido?, para romper el hielo -¿pues de qué hablas con alguien que acabas de conocer?- La respuesta que me dio mi date me sorprendió -bueno pues salgo con una persona una vez a la semana, bueno si ya me caen bien, repetimos las citas.
Dentro de la conversación me compartió que Tinder le facilitaba conocer gente, “pues trabajo todo el día, a veces quieres salir a tomar una cerveza con alguien, pero el ritmo de la ciudad no te lo permite así que abro la aplicación veo quién está disponible y acordamos un lugar cercano”, me comentó mi match.
En México, la utilicé una vez, conocí a un músico de la Sonora Santanera, quedamos de ver una película en la Cineteca, yo me sentía extraña, salir con un músico moticiclista. El ritual de la cerveza se repitió, fuimos por un par a un bar del centro de Coyoacán, ahí me confesó que le gustaba usar Tinder para conocer gente diferente. Y sí que lo éramos, dos personas de círculos que difícilmente se encontrarían alguna vez, a menos de que yo fuera a un concierto de la Sonora, él bajara del escenario y decidiera hablarme o que yo me dispusiera a montar una moto, encontrármelo en una rodada. Todas posibilidades escasas en al vida real pero sí en película de Hollywood.
Hasta ahora, solo sigo hablando con el chico de México porque la relación evolucionó a una amistad donde él me invita a sus eventos, y ya. Pero he decidido cerrarla, porque me siento extraña hablar con un extraño y quedar, como si mi capacidad de sociabilidad estuviera fracturada.
Sin embargo, le conocer gente por aplicaciones se ha convertido en un potencial negocio para Estados Unidos donde han emergido diversas aplicaciones que permiten a los usuarios contactar con otras personas. Recientemente se han hablado de ellas como: The People Walker, Rent a Friend, CareMore Health, entre otras. Donde se puede rentar a un amigo para hacer una caminata o tomar una cerveza.
De acuerdo a estudios, la soledad tiene el mismo riesgo en la salud que fumar 15 cigarrillos diario ¿a qué se deberá este sentimiento de desolación y desamparo? De acuerdo al estudio, publicado en PubMed, el uso de la tecnología no determina el sentimiento de soledad sino la falta de relaciones interpersonales cara a cara. La generación que más sola se siente son los centenials, jóvenes de entre 18 a 22 años.
Las soledad ha sido una de las emociones que ha inspirado poemas, literatura y canciones; ¿será que ahora no sabemos como sublimar esta emoción o realmente sí nos sentimos cada vez más solos?
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