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Desde las entrañas Opinión

La belleza microscópica,
punto de vista de un Médico Patólogo

Soy médico patólogo y quisiera empezar relatando porque elegí esta especialidad y como descubrí y me enamoré de la belleza microscópica.

Desde que recuerdo siempre quise estudiar medicina y así lo hice, pero conforme llevaba mis materias clínicas, cada una de ellas me iban gustando tanto que me decía “en esto me voy a especializar”, de tal forma que cuando llevaba hematología quería ser hematóloga, neumología deseaba ser neumóloga, pediatría y ya mi cerebro trabajaba para decir que iba a ser pediatra.

Llegó el momento de estudiar patología y la verdad no me gustó, ya que esa especialidad no tenia el contacto físico con el paciente.

Pues bien, terminé los seis años de la carrera de medicina y empecé mi internado rotatorio (aquí se trata de pasar por las diferentes salas del hospital, haciendo guardias y enfrentándote a los paciente de cada especialidad), dándome cuenta que sufría al ver a los pacientes, me involucraba con ellos, por lo cual terminaba la guardia con una sensación de vacío e impotencia cuando no podías hacer más por un paciente.

Sé que también la medicina tiene su parte agradable, la que te hace sentir feliz, cuando el paciente te agradece por su recuperación, eso es una gran satisfacción; pero a mí solo me quedaban los recuerdos de los momentos tristes, el ver a un paciente oncológico con cáncer terminal, cómo su cuerpo se va consumiendo, o el cuerpo mutilado por una mastectomía o la amputación de una extremidad por cáncer…

Claro sabia que era parte del tratamiento para que el paciente pudiera seguir con su vida, pero no por eso dejaba de sentirme triste. No se diga cuando pasé por las salas pediátricas, donde ver a los pequeños con tratamientos con quimioterapia por una leucemia aguda, como su piel iba cambiando de ser una piel con brillo a convertirse en una piel ceniza, entre los muchos cambios o ver pequeñines que no podían dormir acostados, por una gran masa abdominal que les dificultaba respirar.

Así fue avanzando mis dos años de internado, los cuales ya estaba a punto de cumplir y aun no sabia en que me iba a especializar. Entonces decidí platicar con mi padre, él era médico patólogo y le comenté como me sentía, que quizás no servía para esto de la medicina ya que no podía ver pacientes, lo primero que el me comentó es que podía hacer una especialidad que no tuviera urgencias, como dermatología, pero yo no me veía el resto de mi carrera profesional viendo piel.

Tampoco quería una maestría que me alejara completamente de la clínica. Fue cuando mi padre me dijo: “bueno y por qué no solicitas rotar por patología, a lo mejor te gusta y terminas siendo patóloga”, y esto lo dijo porque yo en los primeros años de mi carrera le había comentado que patóloga no seria.

En fin haciéndole caso a mi padre solicité la rotación por el departamento de patología y aquí comento que en ese entonces esa rotación sí se tenia que solicitar ya que patología no estaba considerada en las rotaciones del internado.

Fue justo ahí, en el departamento de patología, que me enamoré de la especialidad  y terminé haciendo la mía en anatomía patológica.

Me fui enamorando del hacer de un patólogo, de lo hermoso que es un tejido, de que si no me podía enfrentar al sufrir de un paciente, podía con la información clínica y la toma de una biopsia ver los cambios a los que se estaba enfrentando su cuerpo a causa de una enfermedad.

Pongo un ejemplo: no iba a ser yo quien le dijera a una paciente que la bolita que se detectó en la mama había que quitársela y que tenia un alto riesgo de ser maligno; sino que yo iba a ser la que analizara ese tumor que le quitaron, viendo los cambios microscópicos de cómo el tejido mamario había perdido su belleza microscópica (su forma normal del tejido), transformándose en un carcinoma, como esa célula normal se modificó para convertirse en una célula maligna.

Me enamoré de la patología, de la belleza de los tejidos y de las células que lo forman, de cómo con tu microscopio de luz y con ayuda de otras herramientas puedes estudiar los cambios de los tejidos tomados de determinados pacientes y llegar a un diagnóstico.

Esto somos los médicos patólogos. Somos médicos que decidimos estudiar como una enfermedad altera las células, los tejidos y órganos, a través de la microscopia de luz. Dicho esto el patólogo es el que ve con su microscopio los cambios que presenta un hígado cirrótico, la bolita que te detectan en una mama o la mancha que te salió en la piel, entre otras cosas, observando como esas células han perdido su belleza original.

Tejido mamario con glándulas de características normales. 40x.

Tejido mamario con carcinoma. 40x.

Ahora hablando de esta belleza microscópica, la belleza de una célula se transmitirá a los tejidos, éstos a los órganos y al resto de tu cuerpo reflejándose como un cuerpo saludable.

Pero ¿en qué consiste esa belleza celular? Primero saber que la célula cumple con un ciclo vital dependiendo de que tipo de célula se trate, cada una de ellas están rodeadas por una fina membrana que envuelve al núcleo, (dentro del cual se encuentra el material genético) y a una serie de molécula proteicas con funciones especializadas.

A esa belleza me refiero, la de una célula íntegra que funciona en forma adecuada tanto individual como en equipo  para mantener la perfección del cuerpo.

Para que la célula mantenga su morfología y por lo tanto su función (la belleza a la que me refiero), dependerá del abastecimiento de nutrientes en forma equilibrada, la eliminación de toxinas y aquí entran también las toxinas de origen externo (tabaco, aditivos alimentarios, drogas sintéticas, pesticidas etc.) evitar el consumo de azucares simples y refinados, hacer ejercicio y el manejo adecuado del estrés.

Si la célula pierde el abastecimiento de sus nutrientes perderá su eficacia y no podrá desempeñar sus funciones adecuadamente.

Así que, como médico patólogo, te aconsejo cuidar tu cuerpo, pues es el único que vas a tener durante toda tu vida. Acude a tus chequeos médicos ya que si mantienes la salud de tu cuerpo la belleza celular no se perderá.

Acerca del autor

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Dra. Claudia E. Rodríguez

Es médico patólogo. Estudió la carrera de medicina en la Escuela Médico Militar. La especialidad en Patología en la Escuela Militar de Graduados de Sanidad. Ejerció la especialidad en el departamento de Patología del Hospital Central Militar compaginando con la práctica privada en la Ciudad de México. Actualmente radica en Monterrey.

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